Vedettes las de antes
El reciente deceso de Analí Cabrera nos hizo recordar la época dorada del vedettismo en el Perú. Las décadas de los 70 y 80 fueron las más gloriosas para estas mujeres de cuerpos generosos que encandilaban a más de uno en sus presentaciones por los diversos café-teatros de Lima y posteriormente en la televisión. Aquí una remembranza de aquellos años.
Plumas, lentejuelas, luces y música eran el complemento perfecto de estas mujeres de cuerpos muy bien proporcionados, mujeres que noche a noche calentaban con sus sensuales bailes a los friolentos limeños. El nombre vedette, término proveniente de Francia, significa una artista femenina que conduce un espectáculo de variedades, donde no solo baila, sino también canta y actúa.
En el Perú, un antecedente de las vedettes son las rumberas de los años 50 y 60. Betty Di Roma, Mara o Anakaona fueron las reinas del ombliguismo local durante esa época. Todas ellas fueron influenciadas por las bailarinas mexicanas, como la Tongolele.
Anakaona fue una de las rumberas que reinó en los escenarios de la década del 50.
Sin embargo, cabe resaltar que su vestuario no tenía una gran producción. Ellas no formaban parte de grandes espectáculos en teatro o televisión. Como el negocio de lo prohibido siempre tiene clientela asegurada, las reinas del mambo tuvieron sus sucesoras. Una de ellas fue Teresa Dávila, el máximo referente de las vedettes en el Perú o como decía el periodista Agustín Pérez: “Ella fue la madre de todas”.
Corrían los inicios de los años setenta cuando esta exuberante mujer de figura generosa y cabello frondoso empezó su camino presentándose en diferentes café-teatros de la capital. De perfil bajo y sin caer en la vulgaridad, Teresa derrochaba sensualidad y elegancia en cada baile que realizaba.
Teresa Dávila abrió el camino para que otras vedettes actúen en los sets de televisión
Fue una de las primeras vedettes en entrar al mundo de la televisión, como lo señala el periodista Fernando Vivas, primero fue en el programa “Aquí está la juventud” de canal 7 y posteriormente pasó a las filas del canal 5, donde fue protagonista, por ser la vedette del momento, de “La gran revista” en 1974. Por aquellas épocas también fueron famosas las presentaciones de Bárbara Codina I y Satanela en el Tropicana, el Embassy y el Tábaris.
Sin embargo, el boom de las vedettes y de los café-teatros ocurrió en la década del 80. Estos lugares de origen argentino tuvieron su capital en Miraflores, y como era de esperarse en ninguno servían café, ni mucho menos se veían espectáculos teatrales. Allí el erotismo estaba mezclado con una dosis de humor, que era administrada por Adolfo Chuiman, Elmer Alfaro, Miguelito Barraza, Gordo Casaretto o los unipersonales del argentino Vinko, solo por mencionar algunos.
Un lugar mucho más antiguo donde se presentaban estas artistas era en el Teatro Arequipa, (luego llamado Teatro Leguía). Por los años 80 Efraín Aguilar presentó allí su espectáculo “Las calatas y los calatos”. Otros café teatros reconocidos fueron: El Huevo, El Diablo, La Aldea, El Red and Blue, Barrabas y Palacea Atenea, entre otros.
Amparo Brambilla encantó a cientos de admiradores con su participación en musicales.
El Jonel’s y la Gata Caliente se convirtieron en los dominos de las plumas y las lentejuelas. Sus propietarios fueron los recordados Jonel Heredia, padrino de matrimonio de Analí Cabrera, y Jorge Jiménez, respectivamente. Luego Tulio Loza abrió las “Candilejas” y más tarde tuvo el “Cholíbiris”.
Pero el plato fuerte de la noche, por el cual los caballeros esperaban ansiosamente, eran las coreografías de la siempre sensual Teddy Guzmán y de Bettina Oneto, quien distrajo a cientos con la comicidad atrevida, saliéndose del libreto y mostrando desenfado. Luego subieron al escenario más desbordantes y emplumadas damicelas, como Amparo Brambilla, Analí Cabrera, Lucha Rivera, Silvia Bardales, Gisela Valcárcel, Clarita Castaña, Giovanna Vélez, Bélgica Rodas, entre otras.
Como se recuerda Analí Cabrera se inició en el Jonel’s, un día en el que Amelia Conroy, la recordada “Chica Lulú”, se ausentó por motivos de salud. En ese entonces Adolfo Chuiman, era el encargado de seleccionar a las candidatas y gracias a su buen ojo la escogió, la apoyó en su debut y también en sus últimos días.
Clarita Castaña fue otra de las figuras de los café teatros y programas cómicos de los años 80.
Sin embargo, la crisis económica de los 80 y los toques de queda generaron el fin de la vida nocturna en los café-teatros. La vedette entonces “migra” a los programas cómicos ochenteros como “Risas y Salsa” o “La gran revista”. La “química” fue inmediata. Casi todas las artistas que se presentaban en los café teatros partieron, cual estrellas fugaces, a los estudios de televisión, fascinadas por las luces, los flashes y las cámaras.
Por aquellos años la relación vedettes – futbolistas ya era evidente. Como bien recuerda el periodista Pérez Aldave, fue en el año 1986, cuando aquel binomio se hizo público. En una portada del desaparecido diario Hoy se publicaron unas fotografías del equipo crema saliendo de un conocido café-teatro de Miraflores, donde la estrella del momento era Amparo Brambilla. Al día siguiente los cremas se enfrentaban al equipo blanquiazul.
Los resultados fueron fatales: Universitario perdió 4-0, “las culpables de la goleada habían sido las curvas de Amparo Brambilla” resaltaba el diario.
Hoy en día, no existen café-teatros y los programas cómicos no tienen necesariamente musicales, solo quedan los nightclubes, de donde provienen las “vedettes” de los 90.
(María Fernández Arribasplata)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio