‘Bom Bom’ Coronado: el campeón que murió de pobre
José Coronado Solano, o simplemente ‘Bom Bom’ Coronado, nació el 5 de enero de 1921 en Chincha Alta, Ica. Era un boxeador de fina estampa, técnico y aguerrido. No tenía gran pegada, pero sí resistencia para enfrentar a sus rivales nacionales o extranjeros. Campeón sudamericano de peso pluma, murió a los 31 años, el 7 de mayo de 1952, en medio de la gloria, pero también de la enfermedad. Aquí su breve historia.
Llegó a Lima desde Chincha con toda su familia en 1931. Tenía 9 años. El distrito obrero de La Victoria acogió a la familia Coronado.
El periodista y antropólogo Tito Castro investigó su vida y halló que desde los 14 años no había sábado por la noche que no asistiera al antiguo coloso ‘Manco Cápac’, donde se realizaban peleas de box.
Motivado por esos titanes del cuadrilátero, el pequeño José se calzó un buen día de 1935, por primera vez, los guantes que aún le quedaban grandes.
Su primer entrenador, Guillermo Peñaloza, aceptó entrenarlo y confiaba en él, “a pesar de sus espaldas cortas, su cuerpo larguirucho y sus piernas flacas”, describe Ricardo Coronado, hermano del púgil, a quien Castro entrevistó. José era un tesoro en bruto a los 15 años.
La gloria
Pero su fama se justificó recién en 1938, cuando se coronó como campeón sudamericano, con tan solo 17 años. Su época de oro fue entre 1938 y 1944. En ese tiempo peleó en casi todos los escenarios del continente.
Había debutado internacionalmente en Chile, en 1936, en un torneo continental. Su categoría era el peso pluma, y fue vencedor absoluto y el único de la delegación peruana en conseguir sendas victorias; hasta pensaron en él para llevarlo a las Olimpiadas de Berlín de ese año; sin embargo, su corta edad fue un impedimento.
Uno de los países donde dejó recuerdos boxísticos importantes fue Argentina. Según las estadísticas, Coronado peleó allí 46 veces, y solo perdió en cuatro ocasiones, empatando en seis. Casi el 80% de sus encuentros fueron victorias.
Su pelea más recordada fue con el púgil argentino, apellidado Trotta, el favorito local, a quien venció obteniendo con ello, nuevamente, el campeonato sudamericano de su categoría. En Argentina, justamente, se casó con la dama gaucha Eva Sotelo y tuvo un hijo, Carlos Alberto, hoy de 66 años.
A su regreso a Lima, realizó varias peleas, una de las últimas -si no la última- fue en 1945 con el joven de 18 años, Ángel Bernaola, conocido como el ‘Chico de La Victoria’, quien años después sería un reconocido preparador de púgiles (murió en el 2003).
Coronado peleó con Bernaola hasta en tres ocasiones ese año de 1945. En una ganó, en otra empató y en la tercera perdió. ‘Bom Bom’, de 23 años, hizo historia con esas peleas contra Bernaola.
Los memoriosos indican que Coronado llegó a más de 200 peleas, y algo de 70 las hizo como profesional.
La caída
Un guía, un buen manager lo hubiera llevado a las grandes ligas, a pelear en escenarios de verdaderos campeones. Pero la vida disoluta lo llevaría a caer en el abandono. Ya en Lima dejó el box por varios años, para finalmente enfermar y no recuperarse nunca más.
Coronado parecía un viejo a los 30 años, quizás la falta de una buena alimentación y el exceso de combates le devolvieron a la realidad. Talento le sobraba, pero su preparación física era muy irregular.
Fue tan famoso que Pedro Espinel compuso la polca ‘Oh Bom Bom Coronado Campeón’, que hizo conocida desde los años 50 el dúo ‘Las Criollitas’, formada por Eloísa Ángulo y su prima Margarita.
Por las letras de la simpática polca podemos saber que uno de los rivales que cayeron tras los puños de Coronado fue un tal Martínez, uruguayo; luego el “araucano” Vergara. La letra es animosa y un contrincante con el apelativo “Vinagre”, campeón del Brasil, también cayó a la lona ante sus pies.
Juan Alvarez Alarcón, el entrenador peruano ya fallecido, que llegó a ser el más longevo del mundo en actividad, lo consideraba como el más importante boxeador peruano. “El boxeo de Bom Bom era rápido, desconcertante. De elegante esquive, pero justa y furiosa pegada, aunque no muy contundente. Su mejor golpe era el jab de izquierda”, recuerda Álvarez.
Mientras tanto, José Salardi, el mítico árbitro peruano de box, solía comentar -con la experiencia de haber arbitrado casi todas las peleas del chinchano en el Perú- que “era muy rápido y mañoso; parecía un fantasma en el ring. Él era el mejor”.
La muerte
Coronado pasó de la gloria a la agonía en poco tiempo. Fue internado el 27 de abril de 1952 en el hospital Dos de Mayo, en el Cercado de Lima, lugar donde también otros famosos dejaron la vida, como el compositor Felipe Pinglo Alva en 1936, y el futbolista Alejandro ‘Manguera’ Villanueva en 1944.
En sus últimos momentos estuvo acompañado de su madre, hermanos y demás familiares. Murió el 7 de mayo de 1952.
El titular de la portada de El Comercio del día siguiente a su muerte, decía: “Se fue una estrella del boxeo nacional”; y subtitulaba: “Bom-Bom Coronado falleció ayer en el ‘2 de Mayo’ víctima de afección cardio-renal”.
El pugilista peruano vivía en casa de su madre desde que había llegado de Buenos Aires. Doña Juana Solano era una mujer fuerte, pero hasta los fuertes ceden ante el dolor. El día de la muerte de su querido hijo no pudo hablar.
El Comercio conversó entonces con su hermano Ricardo Coronado, también boxeador. Él expresó su sorpresa ante el deterioro acelerado de José. Hacía un mes que estaba completamente sano, dijo.
“Nunca se quejaba de nada, de ahí que su enfermedad fuera una sorpresa para todos”. Quince días antes empezó a sentirse mal, y tras cuatro días en cama, lo llevaron al Dos de Mayo.
Su problema fue el hígado y el riñón, diagnosticaron los médicos. Luego se le complicaría con el corazón, y el resto fue solo tristeza y llanto.
Su hermano Ricardo contó al diario Decano que las últimas palabras de su hermano menor fueron que trajeran de Buenos Aires a su hijo Carlos Alberto, entonces de 6 años, “y que no lo abandonaran nunca”.
José Coronado Solano, ‘Bom Bom’, aquel a quien el presidente de la República, Óscar. R. Benavides solía invitar a tomar lonche, murió muy pobre. Pero su entierro, la tarde del 8 de mayo, fue rico en cariño y respeto de la gente.
Estuvieron toda la delegación del Club de Box ‘Almagro’ y los boxeadores de su tiempo. Y también los socios y jugadores del club de fútbol ‘Alianza Lima’, al cual pertenecía el querido boxeador. Partió en olor de multitud.
(Carlos Batalla)
Fotos e ilustraciones: Archivo Histórico El Comercio