La Bajada Balta: el antiguo camino hacia el mar
El derrumbe hace unos días de un muro decorativo de la Bajada Balta, en Miraflores, ha vuelto los ojos de los limeños a esa zona de la Costa Verde. Recuperar su diseño y darle valor pasa por conocer su historia y lo que este malecón representó para los vecinos que la disfrutan. ¿Qué se hizo y qué paso en ese antiguo camino hacia el mar?, es lo que mostramos en este nuevo post de Huellas Digitales.
En tiempos de la Colonia Lima fue organizando sus incipientes espacios urbanos. Los historiadores indican que desde el siglo XVI ya existía en la zona de lo que sería la Bajada Balta, una suerte de comunidad nativa que vivía y cultivaba esos abruptos terrenos, especialmente en la parte superior de la quebrada.
Pero la imagen que todos tenemos de la Bajada Balta es netamente republicana, es decir, se diseñó, se pensó en términos arquitectónicos de las primeras décadas del siglo XIX. Su propio empedrado es de esa época, y quizás por ello se trate de un espacio que parece estar detenido en el tiempo.
El camino de piedras, las palmeras y flores que daban sombra y aire fresco, y hasta las viejas bancas que antes abundaban, así como la hermosa glorieta que alguna vez estuvo en medio del camino del viejo ‘malecón’, le dieron mucha vida y colorido.
La bajada atrae a la gente
La bajada ha sido como un imán para muchos personajes. El dictador Nicolás de Piérola se trasladó de Lima a Miraflores, en diciembre de 1880, para instalar en la mansión del señor Guillermo Schell, a un lado de la bajada, el cuartel general del Ejército peruano, en los días previos a la invasión chilena.
Los primeros años del siglo XX, antes del proceso de urbanización general de Lima, esta parte de la quebrada de Miraflores, y especialmente en su tramo final, gozaba del espectáculo de los numerosos ‘chorrillos’, que eran unas delicadas caídas de agua.
Crédito: Archivo Raúl Porras Barrenechea
Estos ‘chorrillos’ eran una especie de ramales o canales derivados del río Rímac, y eran utilizados desde épocas prehispánicas para el riego de los campos de cultivo de entonces. Pero también abundaban, sobre todo en la parte más baja, hacia los acantilados, los inolvidables culantrillos.
El malecón Balta, como también se le conocía, era en verdad el punto final de un trayecto que los paseantes miraflorinos agradecían, y que iba de la Casa Hacienda Surquillo (hoy teatro Marsano), avanzaba por la Plaza de la Glorieta, llegaba a la Plaza Matriz, y de allí a la histórica bajada, directamente a la playa. Ese era el ingreso al distrito antes de que se construyera en 1920 la avenida Leguía (hoy Arequipa).
Los tranvías y el Urbanito
Hasta 1858 transitar de Lima a Miraflores era algo más que peligroso. La mayoría de la gente se transportaba en calesas, coches, a caballo o a pie, y muchas veces era víctima de asaltos. Pero desde ese año, con la llegada el tren que unía a Lima con Miraflores, Barranco y Chorrillos, todo fue cambiando.
En las primeras décadas del siglo XX, ya era común apreciar por los alrededores muchas líneas de tranvías eléctricos, cuyas principales líneas recorrían las vías centrales, como la que iba de la plaza Grau (Lima) a Chorrillos.
Pero había también los llamados ‘tranvías alimentadores’ que, según el historiador Manuel Marticorena, eran conocidos en esa época como ‘tranvías de empalme’, y uno de los más famosos era aquel que se dirigía desde la Bajada Balta hasta la avenida Ricardo Palma, en Miraflores, la cual hacía contacto con el tranvía que unía Lima y Chorrillos.
Bien entrado el siglo XX, en esa parte final de la bajada también se ubicaba el paradero del recordado Urbanito, considerado el primer microbús de la ciudad, cuya carrocería era de madera, con 25 asientos (chasis de camión), y era operado por la Compañía de Tranvías.
En un artículo el periodista Tomás Unger contaba que el recorrido del Urbanito “era largo, tortuoso y lento”, y según la línea que se tomara todos eran ‘conocidos’ del chofer-conductor, quien se detenía de memoria en las esquinas de cada quien.
Unger detalla que la línea ‘1’ era la de sus barrios que recorría el lado sur de la quebrada de los baños, y la otra, la línea ‘2’, iba por la avenida Pardo y el malecón Balta.
Vida social y urbana
Otro hecho notable fue que un sábado 2 de marzo de 1918, en la ladera izquierda de la bajada, se alzó el Club Tennis Las Terrazas Miraflores, coincidiendo con el despegue arquitectónico de toda la ciudad en la década del ‘20.
Los arduos trabajos para la construcción del nuevo Club revelaban lo accidentado del terreno. Por eso se construyó en forma de andenes o terrazas, con el fin de superar la rebeldía del pedregal, cuya pendiente era bastante abrupta, especialmente en la ladera izquierda, que se encaminaba directamente al mar, aunque pasando antes por el club de los baños.
Y, justamente, le decían Bajada de los Baños por aquellos locales que eran de madera y con el mismo estilo de la estación de un tren. En esos ‘baños’, que contaban con salones sociales, se celebraban también bailes con orquesta durante los fines de semana.
En los años 40, cuando apareció el Club Waikiki, ya el movimiento de la famosa bajada se había incrementado al punto de ser el camino favorito de la juventud miraflorina.
En diciembre de 1990 Lima fue sede de los IV Juegos Deportivos Sudamericanos (Odesur). Se emplearon diversos escenarios deportivos para las competiciones, uno de ellos fue nada menos que la bolera de Miraflores, la de la Bajada de los Baños.
La Bajada Balta nunca ha dejado de ser un punto atractivo de la antigua villa de Miraflores, y hoy lo es de toda Lima. Es un espacio atractivo y de gran valor histórico. No debemos olvidarlo.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio