Las muertes que alertaron al mundo sobre el Sida
Rock Hudson, actor y galán de Hollywood, muere consumido por una “extraña enfermedad”, hasta entonces tan temible como misteriosa. A punto de cumplir sesenta años, el hombre que hizo suspirar a las féminas en los años cincuenta, es batido por el SIDA un 2 de octubre de 1985. A partir de entonces la sociedad empezó a tomarse en serio la aparición de este desconocido mal y una pregunta se hizo cada vez más común: ¿Qué era el SIDA?
Alimentado por la ignorancia y la escasa investigación científica, el rumor de una plaga transmitida por los homosexuales fue extendiéndose como una suerte de verdad. Las sospechas de la orientación sexual del mítico Hudson ayudaron equívocamente a fortalecer esta “falsa verdad”.
Sin embargo, treinta años después la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro: El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) representa las etapas más avanzadas de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH; y se define por la aparición de alguna de las más de veinte infecciones oportunistas o cánceres vinculados a este VIH.
El VIH infecta las células del sistema inmunitario y las destruye o trastorna su funcionamiento, lo que acarrea el deterioro progresivo de dicho sistema y acaba produciendo una deficiencia inmunitaria. Se habla de inmunodeficiencia cuando el sistema inmunitario ya no puede cumplir su función de combatir las infecciones y otras enfermedades.
Las infecciones que acompañan a la inmunodeficiencia grave se denominan “oportunistas” porque los agentes patógenos causantes aprovechan la debilidad del sistema inmunitario, indica la OMS.
La primera víctima mediática
En sus últimos meses de vida Hudson inició una solidaria campaña de información, explicando al mundo lo que sucedía en su cuerpo. El mes de julio había hecho público su estado de salud, justo un año después de enterarse que era víctima del SIDA.
El protagonista de películas como “Gigante” y “Adiós a las armas” anunció que donaría 250 mil dólares a la Fundación para la Investigación del Sida. Batalló hasta el final, sometiéndose en París a un tratamiento bastante adelantado, en el que se le suministró la droga denominada HPA-23, sin resultados positivos.
Su vida privada, que manejó siempre con reserva, se vio invadida por el descubrimiento de su enfermedad, que hizo además saltar al primer plano el tema de su homosexualidad. A pesar de los prejuicios y el desconocimiento de varios, muchas estrellas del cine, como su amiga Liz Taylor, le extendieron la mano y caminaron con él los últimos momentos de su vida.
El canto del cisne de Mercury
Otro grande que puso sobre el tapete mediático el espinoso tema del SIDA fue el líder de la banda británica Queen. El 24 de noviembre de 1991 Freddie Mercury era vencido por una bronconeumonía producida por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
“He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se una a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad”, expresó Mercury un día antes de dejar incompleto para siempre al famoso cuarteto británico.
Extravagante y genial, Mercury se había encerrado en su casa en los dos últimos años, en los que llevó en silencio el doloroso sufrimiento del devastador mal. Desordenado en su vida sexual, la prensa británica había soltado varios rumores sobre su estado de salud luego de la muerte de algunos de sus amigos más cercanos.
Danza contra el Sida
Dos años después otro personaje importante sufre un final parecido. El bailarín más popular del siglo XX no pudo danzar con la muerte, quien se lo llevó el 6 de enero de 1993. Rudolf Nureyev no emprendió campañas, tampoco lanzó comunicados y menos hizo público el padecimiento del temible mal, por el contrario, siempre negó padecerlo. “Yo no escogí la danza, la danza me escogió a mí”, dijo el reconocido danzante, a quien el destino hizo nacer en uno de los vagones del transiberiano.
Pocos meses antes de morir Francia lo galardonó con la condecoración de la “Legión de honor”, como corolario a su extraordinaria carrera, dividida en dos etapas: antes y después de desertar de la Unión Soviética. En ambas, claro, dejó la huella de su calidad artística, destacando tanto en la escuela de ballet Kirov de Leningrado como en sus presentaciones en el Royal Ballet de Londres.
Tres décadas después del primer caso de muerte de un famoso por el SIDA, el delicado tema del contagio está cada vez más transparente para las nuevas generaciones: El VIH se puede transmitir por las relaciones sexuales sin protección con una persona infectada; por la transfusión de sangre contaminada; y por compartir agujas, jeringas u otros objetos punzocortantes. La madre puede transmitirle la infección al hijo durante el embarazo, el parto o el amamantamiento.
(Miguel García Medina)
Fotos: Archivo El Comercio / Agencia
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