La clave del fracaso
Este no es un blog de autoayuda en lo absoluto, sino uno de reflexión y mirada crítica. Pero vas a conocer al hombre más inteligente de la historia humana solo para descubrir que no es el talento ni el genio ni la superioridad del seso lo que te lleva al éxito o la vida plena.
Se llamaba William James Sidis (Nueva York, 1898-1944). Lo más probable es que nunca hayas oído hablar de él porque no descubrió ninguna ley ni aportó ninguna teoría del universo ni una filosofía. Tampoco escribió un gran libro o se inmortalizó por una gesta o una carrera política. Nada. James pasó por la historia, como una sombra, desapercibido.
Sabes de Isaac Newton, William Shakespeare, Miguel de Cervantes o, para acercarnos a tu siglo, de Albert Einstein o Stephen Hawking, pero ¿Por qué es la primera vez que escuchas de este sabio que superaba intelectualmente y lejos a los que acabo de mencionar?
El tema es que James poseía un cociente intelectual de 300. A los 18 meses de edad leía el New York Times. A los ocho años dominaba ocho idiomas (latín, griego, francés, ruso, alemán, hebreo, turco y armenio). Pero James fue más allá de lo previsto e hizo lo que nadie: inventó un idioma al que bautizó como Vendergood.
El niño prometía y se hizo de una lumbre de sueños cuando escribió cuatro libros de anatomía y astronomía cuando no cumplía los ocho. Cuando los niños están concluyendo la primaria, James fue admitido en el Massachussetts Institute of Tecnology. Fue luego experto en Matemáticas Aplicadas y llegó a Harvard. Fue Cum Laude, el primero de entre todos y el más precoz de los ingresantes. No contento con una carrera, a los 16 se graduó en Derecho.
Si sirve para el debate sobre la educación, James no desarrolló su descomunal potencial porque era sustantivamente insociable y estaba alejado de la élite intelectual. Aislado, huraño, huidizo, se mantuvo distante del entorno social que podía encaramarlo hacia la cima, pues si no has reparado en ello aún, el éxito en cualquier plano nos lo conceden los demás a través de su aprobación. Además, James abordó todos los temas y pasaba de una materia a otra sin centrarse en una, sin dedicarse por completo a una causa intelectual o una actividad relevante. Publicó libros con seudónimo que, con seguridad, no conoces. De un libro de física pasaba a escribir uno de Historia sin el menor interés por posicionarse en una disciplina o por dejar un legado, una escuela, una biografía.
William, se sabe, no solo estuvo alejado de la gloria que la vida social le hubiera permitido sino que, además y según registros de su biografía, tampoco fue un hombre feliz y satisfecho.
Personalidades de bastante menor talento o materia gris lograron más que James y hoy son parte de la gran Historia porque a este atribulado genio (el más grande de la humanidad)le sobró conexiones neuronales, pero le faltó la clave del ascenso y la inmortalidad
William James Sidis debería ser uno de esos cuantos casos que abren un debate sobre la educación y las claves que determinan el éxito o el fracaso. La inteligencia es solo un elemento y no más.
¿Y tú por qué crees que James Sidis fue un talento que se deshizo sin mayor gloria? Las claves del fracaso más que las del éxito saltan a la vista.