Más que una posibilidad real, el anuncio de que Jefferson Farfán volvería al fútbol esta tarde de clásico ha sido una apelación a la nostalgia. Una manera –para algunos burda, para otros hasta poética– de retornar a los tiempos en que los clásicos se calentaban con declaraciones altisonantes y una que otra disparatada afirmación. En Matute alguien lanzaba un misil y desde el Lolo respondían o viceversa, siempre con más ánimo festivo que bélico. “Eso que era tan lindo se ha perdido. Ese tiempo se terminó”, cuenta con cierta resignación Carlos Galván, capitán crema y campeón en 2009, recordado fabricante de frases que hacían inflamar orgullos o a veces derretirlos.
Años atrás, las rivalidades que hoy parten en dos al país no quebraban las relaciones entre cremas y blanquiazules.
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Las rivalidades de ayer
Alberto Terry contaba que iba a jugar cartas con sus amigos aliancistas en los altos del desaparecido cine Lux, en La Victoria. Germán Leguía dice que el Mundial de Argentina le permitió hacerse muy amigo de los blanquiazules, en particular de Guillermo La Rosa, su hermano del alma hasta el día de hoy. Sin embargo, en el primer clásico que los enfrentó en cuanto volvieron al Perú –26 de agosto del 78– ‘El Tanque’ lo miró con odio y ni le dio la mano. ¿A este qué le pasa?, pensaba. Encima, Alianza ganó 2-1 (con dos goles de La Rosa) y Germán se fue a su casa desolado. Al poco tiempo de llegar, sonó el timbre y encontró en la puerta al buen Guillermo con una sonrisa de comercial de pasta dental. “En la cancha somos enemigos, afuera seguimos siendo los amigos de siempre, compadre Germán”. Cuestión de códigos.
El ‘Chiquillo’ Duarte
Entre las tantas historias que atesoran los clásicos no faltan las que muchos quisieran olvidar. Jaime Duarte, acaso el mejor marcapunta derecho que ha tenido nuestro balompié, símbolo de Alianza Lima de siempre, suma dos autogoles en su haber: el 8 de mayo de 1977 (triunfo íntimo por 2-1) y el 24 de febrero de 1979 (aunque algunos registros no lo consideran así), la tarde en que la crema de Cuéllar y Adriazola les marcó 6 en Matute.
El caso Lavandeira
Del probable once que salga al campo de Matute esta tarde –cancha llena, vendidas casi 30 mil entradas– hay uno que volverá a jugarlo, pero con la camiseta rival: Pablo Lavandeira. El uruguayo fue autor de uno de los goles la noche en que Universitario venciera 3-2 a los íntimos en el Apertura del 2019. Hoy es, por lejos y con justicia, el artífice de que este Alianza juegue a 100 km/h. Completa 8 goles en la Liga 1 y 2 por Copa Libertadores. Pero aquella vez, hace ya cuatro años, celebró con los puños apretados y enseñó la dentadura a quien lo quisiera. “Tengo una felicidad que no la podría describir. Soy el más feliz de todos”, dijo aquella noche. ¿Dirá lo mismo si anota hoy por Alianza?
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