Universitario, mi equipo de toda la vida, juega allá en Lima contra el LDU por la Libertadores. En Madrid serán las cuatro de la mañana cuando empiece el partido; lo sensato sería dormir ocho horas y levantarme temprano para averiguar cómo quedó el resultado. Pero el fútbol no es sensato. Además, no hablamos de un amistoso, ni siquiera de un partido menor de la Liga local. Es la Copa. Y no la Sudamericana, sino la Libertadores, la histórica, la de verdad. Sé que mi esposa comprenderá esos detalles algún día.