Mientras detenía su Renault 12 a quien le hiciera señas con una de las manos y antes de preguntar a dónde iba, José Néstor Pékerman maquinaba ambiciosos proyectos enfocados en el desarrollo de las categorías inferiores de Argentinos Juniors. Había dejado el fútbol profesional por una lesión en la rodilla luego de poco más de una década de ser un futbolista comprometido, aunque también un mediocampista intrascendente. Y sin más argumentos rentables que sus extremidades y la habilidad para el convencimiento, quien iba a convertirse 26 años después en el entrenador que hiciera debutar a Lionel Messi en la selección argentina dedicaba sus días a fines de los años ochenta a hacer taxi. En ese entonces y antes de ganar tres mundiales Sub 20 con la albiceleste, ya era un admirador del fútbol peruano.