Marco Quilca León

Quizás el triunfo ante Uruguay fue un espejismo, pero revivió las esperanzas en el Perú de Jorge Fossati. Quizás el gol de Miguel Araujo confundió a todos, pero nos hizo creer en que era posible una hazaña. Por eso, y por cómo llegaba Brasil -sin estrellas, criticado, sin juego-, el 4-0 duele más de lo que debería doler. No sorprende, claro, porque al frente estaba el rey del fútbol aunque pase sus años más oscuros y porque de nuestro lado solo tenemos una selección que entrega lo que puede.