José Antonio Bragayrac

Recompuesto en lo anímico más que en la tabla de posiciones, Perú disfrutaba por primera vez de una resaca deportiva con buenas señales: ganó y dejó el último lugar en las Eliminatorias. Por si eso resultara poco, alcanzaba ante Uruguay algunos picos de rendimiento que se hacían extrañar desde la era Gareca: impecable en defensa y con argumentos progresivamente más sólidos en ataque, esto último pese a las evidentes limitaciones que han llevado a la Bicolor a la cuerda floja. Todo esto invitaba a soñar -desmesuradamente- ante Brasil. Sin embargo, la derrota también era una opción previsible. El problema es perder 4-0. Ahora, penúltimos con 6 puntos, apenas un escalón por encima del colero Chile, nos vemos resignados -otra vez- a sacar lápiz y papel para hacer las cuentas. ¿Cuántos milagros necesita la selección peruana a falta de ocho fechas para tentar, por lo menos, el repechaje y por qué de los tres partidos que restan este 2024 el mínimo a recaudar son tres puntos?