Marco Ortiz

Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal (FED), advirtió una vez: “Si al final resulto ser particularmente claro, probablemente habrán malinterpretado lo que dije”. Esta observación captura la relación compleja entre los bancos centrales y los mercados financieros. Mientras los bancos centrales toman decisiones basadas en la economía, los mercados reaccionan a cada señal. Por ello, los mensajes de la FED son normalmente cautelosos y hasta crípticos. No es raro ver a analistas desmenuzar cada palabra de un comunicado, ni sorprende la falta de consenso sobre los próximos pasos en política monetaria.

Con la reunión de septiembre cerca, los mercados anticipan lo que podría ser la primera reducción de tasas de la FED desde abril de 2020, cuando se adoptaron medidas de emergencia por la pandemia de COVID-19. Después de un inicio de mes marcado por la volatilidad, impulsada por la apreciación del yen y débiles indicadores del mercado laboral en EE. UU., la publicación de las actas de julio, a inicios de la semana, reveló que la Reserva Federal estaría inclinada hacia un único recorte de tasas en septiembre.

Tras la publicación de las actas, la atención de los mercados se centró en el discurso de Jerome Powell en Jackson Hole, un foro clave para anuncios de política monetaria, ocurrido el pasado viernes. Powell despejó toda duda sobre la dirección de la FED. Su mensaje destacó que el momento de reducir las tasas de interés ha llegado, pero que el ritmo dependerá de los datos de la economía. Remarcó que la inflación se ha reducido y el mercado laboral ya no se encuentra sobrecalentado. La claridad de su mensaje es inusual y los mercados han reaccionado de manera favorable. No obstante, la incertidumbre todavía gira en torno a si la FED recortará 25 o 50 puntos básicos el próximo mes.

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Perú: Perdiendo un pilar fundamental

Para Perú, la reducción de tasas de interés globales sería favorable, apoyando a una economía que ha mostrado cierto dinamismo, con un crecimiento interanual del 3.6% en el segundo semestre. Las menores tasas externas complementarían los esfuerzos del BCR, que ha reducido su tasa de referencia de 7,75% a 5,50% en el último año, abaratando el costo del crédito y apoyando la recuperación de la demanda interna, que se expandió en 5,3%. Todo ello manteniendo la inflación cerca del 2%, punto medio del rango meta.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. El gobierno ha enviado señales preocupantes en el ámbito fiscal. Tras elevar la meta de déficit fiscal a 2,8% sin una justificación clara, los datos de julio mostraron un déficit interanual del 4% del PBI. Estas señales son peligrosas porque comprometen la disciplina fiscal, uno de los pilares fundamentales de la estabilidad macroeconómica de Perú. Así, el impulso positivo de menores tasas internacionales y domésticas podría verse opacado por un aumento en las primas por riesgo, ante el abandono de la disciplina fiscal.

Las respuestas del gobierno parecen insuficientes, y los nuevos impuestos propuestos suenan más a una excusa para no admitir el evidente cambio de rumbo. El recientemente publicado Marco Macroeconómico Multianual (MMM) rebosa de optimismo, mientras desde el Congreso se siguen aprobando leyes con elevados costos fiscales a futuro. Todo indica que la farra continuará, hasta que se detenga la música.

Marco Ortiz es investigador del Centro de Investigación de la Universidad Pacífico

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