Por: Juan Luis Nugent
A lo que hemos llegado
El 28 de mayo de 1971, la sonda soviética Mars 3 se convirtió en el primer artefacto humano en tocar suelo marciano. Este hito ha quedado en el olvido probablemente porque el dispositivo funcionó menos de 20 segundos. Recién en 1976, Viking 1 y Viking 2 —enviadas por la NASA— tomaron las primeras fotos desde el planeta rojo.
InSight, que logró posarse en suelo marciano el 26 de noviembre último, ha ido un paso más allá de sus predecesores —incluyendo al famoso Curiosity— y ha registrado por primera vez los sonidos provenientes de las corrientes de viento. El estudio del suelo de Marte, a cargo de estos robots, y la información que nos puede dar sobre su historia y condiciones actuales son relevantes también para el entendimiento del origen de nuestro planeta. Y para las consideraciones que se deben tener en cuenta antes de enviar misiones tripuladas allá.
En paralelo, China también hizo noticia en días recientes al lanzar con éxito la sonda Chang’e-4, que será la primera de su tipo en alunizar entre el 1 y el 3 de enero en el sector conocido como ‘el lado oculto’. Al igual que los robots desplegados en Marte, este recolectará información de la superficie que permitirá entender un poco más sobre el pasado de la Luna (se cree que es un fragmento de una iteración previa de la Tierra antes del choque de un asteroide).
A tono con estos sucesos, un poco más allá, a unos 18 mil millones de kilómetros, la sonda Voyager 2 ha traspasado —tras 41 años de viaje— la zona a la que ya no llega el viento solar. Esta y su ‘melliza’ Voyager 1 fueron lanzadas para estudiar de cerca las órbitas de Júpiter y Saturno. Dado que continuaron en funcionamiento tras cumplir la misión original, también aportaron información sobre Urano y Neptuno, y hoy harán lo propio desde el espacio interestelar (Voyager 1 llegó ahí en 2012). Gracias por tanto.
Piensa bien
Se le conoce como ‘eje intestino-cerebro’ al intrigante canal de comunicación que la evolución ha permitido tender entre nuestra mente y nuestra panza, para decirlo burdamente. Como explica un artículo de Scientific American, alteraciones en el mentado eje están directamente relacionadas con males tan diversos como el de Parkinson, el síndrome de colon irritable, o el síndrome de déficit de atención y la depresión. De ahí que la investigación médica sobre este tema sea copiosa. Un reciente hallazgo demuestra que una dieta alta en sal y sodio tiene un impacto en nuestras funciones cognitivas y aumenta el riesgo de enfermedades cerebrovasculares, demencia y otras afecciones.
Según un estudio publicado en Nature Neuroscience, el exceso de sal genera una respuesta autoinmune en el intestino que es comunicada al cerebro, lo cual hace que el cuerpo responda protegiéndose y haciéndose daño a la vez. Concretamente, según se pudo ver en experimentos con ratones, el flujo sanguíneo en determinadas regiones del cerebro se reduce, y se sacrifican funciones cognitivas. Estamos salados.
Réquiem por un titán
En medio de la expectativa por ver monstruos gigantes, causada por el lanzamiento del nuevo tráiler de la secuela de Godzilla, cumplimos con el penoso deber de informar que un gigante de los de verdad nos ha dejado en estos días. Nos referimos, claro, a Roger, el majestuoso canguro de más de dos metros de alto y 89 kilos de peso con cuerpo de fisicoculturista.
Algo irresistiblemente grotesco y bello en su fisonomía lo volvió una estrella. Por ejemplo, en el recuerdo de millones está ese famoso video del 2015 en el que se le aprecia triturar un balde de metal como si fuera una lata de cerveza. Los responsables de su cuidado aseguran que murió en paz, rodeado de quienes lo querían y de los 12 canguros hembra que deja viudas. Su impronta jamás será olvidada en el santuario de Alice Springs, que sigue albergando a otros canguros sobrevivientes de accidentes o caza furtiva. Descansa en paz, gigante.