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Santiago Posteguillo: “Uno de los grandes problemas de la representación política es que no tenga efecto legal el no cumplir con aquello que se promete”
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En las ficciones sobre la historia de Roma, el Senado ha sido una institución con mala prensa, presentado como un escenario político de profunda corrupción. Y cuando en el Perú comienza un proceso electoral que, tras muchos años, recuperará la bicameralidad del congreso, resulta oportuno hablar de los orígenes de la institución del senado y también de su mala fama. Por supuesto, como advierte Santiago Posteguillo, escritor español que ha desarrollado en miles de lectores la obsesión por la novela histórica, no se puede hacer un correlato directo entre el Senado en Roma y los senados de las actuales democracias. Lo que sí se puede, afirma el autor de “Los tres mundos”, última entrega sobre la vida de Julio César, es establecer paralelismos entre los niveles de corrupción de los políticos del siglo XXI y aquellos que vestían peplum. “Se dice normalmente que el poder corrompe, pero no creo que corrompa en sí mismo. Lo que pasa es que, tanto en Roma como hoy día, quienes nos representan está sometidos a presiones de distinto tipo. Lo que hay que procurar es que, quienes nos representen, sean personas con principios coherentes. Porque suele ocurrir que nos prometan unas cosas y luego no cumplan. Ese es uno de los grandes problemas de la representación política: que no tenga efecto legal el no cumplir con aquello que se promete. Julio César sabía de esto”, explica Posteguillo.
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Ciertamente no podemos comparar el Senado romano con los senados democráticos. Pero quien lea su más reciente novela, encontrará en las novelas del autor valenciano intrigas políticas casi calcadas de las que vemos en las noticias. Para el popular autor de novela histórica, siempre habrá similitudes en las formas de hacer política, las de antes y las de ahora, en la medida en que personas con intereses políticos diferentes deben pactar apelando al mínimo común denominador que los una. “El problema empieza cuando hay confrontación de intereses” apunta. Una gran diferencia, destaca Posteguillo es que a diferencia de los congresos actuales, los discursos en Senado romano estaban muy bien pronunciados. “Entonces eran grandes oradores, personas muy cultas en general. No sé como será en el Perú, pero eso en España se ha perdido”, afirma.

-Aquí es peor, te lo aseguro. A propósito de aquel buen decir, en tu novela abordas al personaje de Cicerón, un senador modelo de la prosa latina, cuyos escritos permiten entender los últimos días de la República Romana. Sin embargo, tú lo presentas en tu novela como un hombre capaz de acciones miserables. ¿Cuál es tu balance de Cicerón?
Cicerón supo defender la legalidad de forma muy honorable y valiente. Pero en su lucha política contra César, fue utilizando argucias y estrategias que rozaron la ilegalidad. Maniobras y contramaniobras bastante duras. Pero debo decir que dentro de los oponentes de César, fue el menos radical.
-Terminadas todas sus batallas, describes a Julio César llamando a su escriba para dictarle sus “Comentarios de la guerra de las Galias”. ¿Cuánto te sirvió este clásico para escribir tu novela?
Leer “Comentarios de la guerra de las Galias” escrito por César me aporta información, pero se trata de información que he de filtrar. A veces, en la versión de César hay datos algo o bastante adulterados. Eso se confirma con los descubrimientos de historiadores posteriores, a partir de datos arqueológicos que confirman emplazamientos, lugares, personas involucradas en los asedios, etcétera. Por otro lado, el libro te ayuda a entender a César, a entender cómo piensa. Podrás estar de acuerdo o no con él, pero lo entiendes. Eso es lo más importante que me aportó leer sus textos.
-¿Su conquista de la Galia, que anexó a la República Romana territorios que incluyen lo que es hoy Francia, Bélgica, parte de Suiza y de Alemania, es el inicio de lo que consideramos Europa?
Sin duda. Y no solo de Europa, sino de lo que será Occidente. Por eso es tan transformadora y clave la figura de Julio César. Julio César crea Occidente, lo que no es poco. Es el segundo gran globalizador del mundo, después de Alejandro Magno.
-¿Cómo encuentras el balance entre dos enfoques contrapuestos de la historia: la que se dedica a narrar batallas y la que analiza detalles de la vida cotidiana?
Para mí era muy importante hacer ese doble relato. Por un lado, es muy interesante investigar la logística y las estrategias militares de César en la guerra de las Galias, algo que se sigue estudiando en West Point en Estados Unidos, por ejemplo. César no hacía ningún movimiento militar sin tener en cuenta la logística. Si hay algo le preocupa antes de cualquier batalla o es su línea de suministro.
-Su colega Arturo Pérez Reverte comentaba hace poco que Europa ha perdido gran parte su influencia moral en el mundo. En sus propias palabras, dice, que se ha prostituido y vulgarizado. ¿Tú crees que Europa hoy día se ha vuelto una potencia de segundo orden?
Las palabras de Arturo son siempre drásticas pero respetables, aunque yo no las suscribiría exactamente. Sin embargo, lo de “potencia de segundo orden” es verdad. Europa ha abandonado sus funciones en algunos aspectos. No voy a estar de acuerdo nunca con las formas del presidente Trump ni con el 99% de las cosas que dice, pero no deja de tener fundamento cuando afirma que Europa, desde la Segunda Guerra Mundial, no asume el tema de defensa con fuerza. A mí Europa me recuerda mucho a la Grecia de la antigua Roma, conquistada en torno al siglo II antes de Cristo e incorporada al Estado Romano. Roma admira mucho la historia de Grecia, sus filósofos, sus grandes autores de teatro, sus matemáticos. A Europa le pasa lo mismo: tenemos un magnífico escenario, pero lo que Europa quiera decir hoy en el mundo importa bastante menos que hace un siglo. Importa mucho más lo que diga Estados Unidos o lo que pueda pensar China. Y después, el poder residual pero aún muy potente de Rusia y otros poderes emergentes de Asia. En ese mundo nuevo que emerge Europa no ha sabido encontrar su puesto. Y tendría que planteárselo.

-Tu novela inicia con la campaña de César contra Ariovisto: no se trata de una batalla de romanos contra germanos. César tiene en sus filas tropas galas, en las cuales no confía. Y podrían volverse contra ellos. ¿Cómo César podía combatir con tan precarias alianzas?
César avanzaba en un territorio sin poder centralizado. Había más de 15 líderes galos, cada uno con sus propios intereses. Tenía la habilidad de moverse en medio de esa compleja agenda, pactar con unos para que le ayuden en la guerra y aislar a aquellos que no estaban con él. Esto requería una gran inteligencia diplomática.
-Una muy joven Cleopatra aparece en tu novela. Una joven con una notable empatía con la gente, que no teme meter los pies en el fango en una inundación en Alejandría. A propósito de esta escena, no pude pasar por alto la inundación en Valencia y la pésima gestión del gobierno local. ¿Aquella tragedia influyó en el proceso de escritura de tu libro?
¡Yo estaba a cincuenta metros del barranco que se desbordó! Perdí mis dos autos en la inundación. No perdí la vida porque decidí no cambiar el coche de estacionamiento. Tuve muchísimos problemas. Sin duda, un escritor redacta desde sus experiencias personales. Lo que no puedo es alterar la historia, pero si narro una inundación, es muy posible que, de alguna forma, eso aflore en la novela.
-¿Pensar en Cleopatra te sirvió un poco de consuelo personal?
Digamos que de apoyo para reflexionar. Está claro que hubo una interrelación entre el capítulo de mi novela dedicado a la crecida del Nilo y lo que ocurrió en Valencia el 29 de octubre de 2024.

“Los tres mundos” nos cuenta los cinco primeros años de la campaña de las Galias, que supone una de las mayores anexiones territoriales del imperio Romano lideradas por el procónsul romano Julio César contra las tribus galas, iniciada en el 58 a. C. hasta el 51 a. C. Se trata de la tercera entrega de la saga “Roma soy yo”, trilogía que aborda su juventud, su ascenso político y sus victorias en las Galias. El proyecto de Santiago Posteguillo incluye tres novelas más, reunidas en lo que él llama la trilogía del poder absoluto, y en las que desarrollará el fin de la guerra de las Galias con la redención de Vercingetórix y el cruce del Rubicón; el encuentro con Cleopatra y, finalmente, el magnicidio más famoso de la historia.










