A comparación del atomizado y fragmentado debate electoral de la primera vuelta con 18 candidatos, una polémica en la segunda fase del proceso tiene una distinta magnitud e implica una nueva historia, ahora con Pedro Castillo y Keiko Fujimori como únicos protagonistas.
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Los candidatos de Perú Libre y Fuerza Popular se midieron por primera vez el último sábado en Chota, Cajamarca, en una improvisada cita en una plaza pese a las restricciones por la pandemia. Pero más que un debate propiamente dicho, fue una especie de doble mitin, una exposición de ideas sin un espacio claro para una mayor interacción.
Al cierre de este informe, el diálogo entre representantes de ambos partidos se mantenía entrampado tras cuatro reuniones con el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en donde no se ha arribado a consensos sobre la propuesta del ente electoral para realizar cuatro eventos: 2 debates presidenciales, 1 de candidatos a la vicepresidencia y 1 de técnicos.
Pero en el Perú ya se ha evidenciado que los debates de segunda vuelta bien pueden venir con una historia detrás, pero también pueden iniciar otra. Por ejemplo, en el primer debate televisado del país entre Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa el 3 de junio de 1990, el escritor llegó como favorito, pero el ingeniero terminó de construir los cimientos que lo llevaron a alzarse con la victoria una semana después. Las confrontaciones electorales de Ollanta Humala y Keiko Fujimori en el 2011 o de la lideresa del partido naranja y Pedro Pablo Kuczynski en el 2016 también tuvieron trascendentes particularidades.
Que sea un escenario para sobresalir y predominar, o deslucir y caer, depende de distintos elementos, según resaltan los expertos consultados por El Comercio.
1. La expectativa previa
La expectativa sobre el enfrentamiento entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori tiene distintas aristas, entre ellas la ventaja de Castillo sobre Fujimori en intención de voto; la experiencia política de ambos y las propuestas que puedan realizar, aterrizar y aclarar camino al evento y durante el mismo.
La politóloga Katherine Zegarra resalta que el debate de segunda vuelta es un elemento de información ante dos candidatos que no han expresado con claridad lo que quieren para el país.
“Por ejemplo, Castillo no tiene nada sobre la pandemia [en su plan de gobierno]. Y es un tema fundamental. Ha sido un poco contradictorio respecto a qué es lo que plantea hacer. Los debates brindan esa información, de qué esperar. Eso tendría que venir de los planes de gobierno”, apunta. Las tendencias en intención de voto, agrega, no sufren variaciones por los debates, salvo cuando las cifras entre los participantes son muy pegadas.
Si bien señala que Fujimori llega con la ventaja de otras dos postulaciones presidenciales y un buen desempeño en los debates de primera vuelta, “Pedro Castillo no es un político amateur”.
Sin embargo, remarca que el temperamento de la población, a comparación de la primera vuelta, es distinto e implica la toma final de decisiones, por lo que asevera: “En este debate, la estrategia va a ser diferente entre ambos. Ante las personas que no lo conocen mucho, Pedro Castillo va a tener que mostrarse como una persona confiable y una opción más viable. En el caso de Keiko, intentar bajar su antivoto y demostrar que Pedro Castillo no sería una buena opción”.
Percy Medina, jefe de IDEA Internacional en el Perú, sostiene que los debates pueden ser oportunidades o también oportunidades perdidas, y que la carrera hacia y después de debate, así como el impacto del mismo en las encuestas, dependerá además de cómo actúen los candidatos, qué información se conozca sobre ellos, qué errores y aciertos tengan.
“La política peruana es muy volátil, falta mucho tiempo para la elección. Ya hemos visto que en 10 o 15 días las cosas pueden modificarse —si ocurren hechos relevantes que cambien la opinión— o acentuarse. Esa distancia puede acrecentarse, disminuir o acentuarse”, añade.
En opinión de Sandra Orejuela, experta en Comunicación Política, saldrá airoso del debate y del proceso electoral quien dé mayor tranquilidad y logre conectar con el público que busca serenidad. Por tanto, indica que el electorado quiere escuchar qué garantías ofrecen los planes de gobierno, el entorno de los candidatos y las capacidades de estos para sacar al país adelante.
“Si ahorita prima el no a Keiko es porque tiene un antivoto muy fuerte. Pero no estoy segura si ese no a Keiko es sí a Castillo. El debate puede ayudar, al verlos a los dos, a ver qué hay detrás de él, con quién está”, acota.
2. La ventaja de un nuevo escenario
Un debate en segunda vuelta se da en el marco de una nueva historia y campaña electoral. “En la primera vuelta, el escenario era de una cantidad muy grande de candidatos. Esta cantidad enorme hacía que, en general, lo que se busque es destacar entre la multitud. Si bien había una presentación de propuestas, lo que se buscaba era llamar la atención del público”, explica Zegarra.
Recalca que en una segunda vuelta “ya está más clara la cancha” y, por tanto, en el debate habrá más tiempo para señalar los planes a la ciudadanía y clarificar iniciativas, por ejemplo, respecto de la pandemia del coronavirus.
“Además, ese tipo de debates ayuda a conocer al candidato y cómo este enfrenta a su adversario político. Ahora vamos a ver con exactitud cómo se comporta Pedro Castillo, que había pasado desapercibido por una cantidad importante de personas en la primera vuelta. Es una buena oportunidad para conocer a mayor profundidad a los candidatos”, refiere.
Medina subraya que un debate de segunda vuelta da pie a formatos que hacen más fluida la comunicación, interacción entre candidatos sin estar sujetos a tiempos tan rígidos, el tratamiento de más temas de interés y la posibilidad de que el espectador compare solo dos opciones.
“Un debate de segunda vuelta permite la interacción entre los dos candidatos, comparar las dos propuestas y dos enfoques que se presentan. Permite que los candidatos se pregunten entre ellos, se cuestionen entre ellos y haya una interacción en beneficio del público”, acentúa.
A juicio de Orejuela, lo que se espera es un verdadero debate, aterrizaje de ideas y no una mera exposición de ellas. Para ese fin, considera que sería importante que el JNE cuente con especialistas que hagan preguntas claves en salud, economía, educación o institucionalidad.
“No empezamos de cero con una de las candidatas, Keiko Fujimori. Los debates, en este caso por conocer más a Pedro Castillo, se vuelven muchísimo más importantes. A Keiko Fujimori ya la hemos visto cómo se desenvuelve y a Castillo la mayoría no lo conoce. Eso hace que un debate se vuelva más enriquecedor para el público”, señala la también decana de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Piura (Udep).
3. El discurso y los gestos
Además de un nivel de razonabilidad, los ciudadanos votamos basados también en emociones. Tras referirse a ello, Zegarra incide en que los planteamientos y gestos alrededor de ellos serán importantes en el debate, especialmente para la lideresa de Fuerza Popular por el alto antivoto que mantiene.
“En cuanto a Keiko Fujimori, los gestos que ella tenga respecto al respeto a las instituciones, al conflicto entre Ejecutivo y Legislativo y la investigación que lleva. Respecto a Castillo, el respeto a las instituciones democráticas como el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo. Ahora dice que la va a respetar, pero el cambio rápido de actitud o posicionamiento no queda bien porque genera suspicacia en la población”, advierte la politóloga.
Pero no se trata solo de gestos a nivel de discurso. Medina recuerda que será un debate televisado que implica ver los gestos corporales de los candidatos, cómo reaccionan frente a la intervención del rival y cuánta seguridad irradian en sus respuestas, pues todo ello también da información al votante y le ayuda a tomar una decisión.
“Un debate televisivo no es un debate solo de ideas, porque es también una demostración de la consistencia, el temple, la capacidad de reacción que tiene un candidato. Y eso se mide en su lenguaje corporal, en la seguridad que tiene para decir las cosas que dice, la capacidad para reaccionar frente a escenarios inesperados como el cuestionamiento del otro candidato”, recuerda.
Un elemento a considerar, señala Orejuela, es que el debate de segunda vuelta se da en un contexto de ánimos crispados no solo por lo que generan ambos candidatos, sino por la problemática en torno a la pandemia. Ello, acota, genera a su vez una complicación para los candidatos y su búsqueda de adecuarse a lo que requieren los distintos públicos.
“La imagen es importantísima. El tema es a quién se van a dirigir los candidatos. No solamente me refiero a la vestimenta, pues se medirá la capacidad de desenvolverse, de emitir un discurso coherente y tener las herramientas que demuestren que puede gobernar el país. Eso se ve con muchísimos gestos, el modo de hablar, discutir”, complementa
4. La mirada puesta sobre un único rival
En un debate de segunda vuelta, los candidatos deben medir la forma en que responden a los ataques del rival y replican propuestas del mismo, refiere Zegarra. En este último caso, la politóloga resalta la importancia de tener buenos y claros argumentos, con un lenguaje amigable y sin generar muchos tecnicismos para lograr convencer.
“Las pullas en política son inevitables. Pero la mejor manera de responder a ello es con propuestas. Y demostrando que existe un conocimiento del candidato sobre los temas”, afirma.
Para Medina, en este tipo de eventos, un candidato tiene que ser ágil, duro con las ideas del rival, pero cuidadoso de no ser agresivo ni caer en ataques personales.
“A la gente le gusta los candidatos ágiles y pugnases en los debates, que sean agudos, cierto grado de agresividad es permisible. Pero, en general, a la gente no le gusta la malcriadez ni la agresión no contenida. Cuando se ha hecho análisis de debates convocando a grupos focales a espectadores del debate para conocer sus reacciones, en general, a la gente le gusta la reacción ágil, aguda, sarcástica, el humor, a veces con algo de agresividad, sin duda. Pero no le gusta la agresión, el insulto, el aprovechamiento”, detalla.
Si bien ve natural que en circunstancias como la actual haya intercambio de ataques, Orejuela dice esperar que prime el saber decir las cosas y la contraposición de ideas.
“A Keiko ya sabemos todo lo que le pueden sacar. Y al señor Castillo también, no tenemos claro quiénes lo acompañan. Entre los dos se pueden sacar una veintena de trapos sucios. Lo que me preocupa es que volvemos a eso y no aportamos. Porque si nos limitamos al anti, que evidentemente tendrá que salir porque los dos tienen esa carga, lo importante es qué puede hacer cada uno, qué nos está ofreciendo cada uno”, expresa.
5. La narrativa del postdebate
En una de las jornadas del debate de primera vuelta, los candidatos George Forsyth, Keiko Fujimori y Verónika Mendoza protagonizaron los principales pullazos, hechos que se impusieron a la totalidad del evento, según señala Katherine Zegarra. Por tanto, considera: “Una persona no necesariamente sigue toda la duración del debate. Los debates son importantes por lo que sucede posterior a los mismos. Lo que se tiene socializado de ese debate son los temas que más han llamado la atención”.
En esa línea, Sandra Orejuela incide en que, después del debate, se abre un espacio de diálogo político en donde es importante el rol de líderes de opinión, especialistas y medios de comunicación de cara a la ciudadanía.
“Pero ya no solamente vamos a tener a líderes de opinión, sino a mucha gente que en redes se desata y dice cantidades de cosas. Junto a ellos tenemos muchos ‘fakes’ o ‘trolls’ que generan muchísima desinformación”, advierte.
“En muchos casos, la cantidad de personas que ve fragmentos del debate que circulan en redes puede ser mayor que la cantidad de personas que ven el evento completo. Entonces, es importante porque se genera en los debates momentos, escenas, que luego, por alguna circunstancia, pueden ser ampliamente reproducidos. Los debates generan mucho material que luego circulan en redes sociales y da lugar a memes, comentarios y a su vez generan una repercusión política”, concluye Percy Medina.
Eventos que dejaron huella
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