Las primeras “medias” palabras de un bebé -y decimos “medias” porque van entrelazadas a balbuceos y- inician aproximadamente desde los nueve meses de edad. “Agua”, “mamá” o “papá” son algunos de los términos que los pequeños suelen pronunciar. Estos pequeños, pero grandes pasos, son el principio del desarrollo de su lenguaje, y de aquí en adelante su vocabulario y pronunciación irán creciendo más y más hasta alcanzar por completo la madurez en su hablar.
Es por esta razón que los padres deben ser bastante cuidadosos a la hora de estimular el aprendizaje del habla y muchas veces por desconocimiento podríamos estar cayendo en métodos que son poco favorables para el niño. En este artículo te damos a conocer cuáles son los errores más frecuentes a la hora de enseñar a hablar a tu pequeño.
Imitar las palabras que dice
Cuando un niño empieza a hablar es muy frecuente que modifique las palabras y las pronuncie como les es más sencillo hacerlo. En estos casos los padres suelen optar por decir la palabra de la misma manera que lo hace al niño, para hablar en su mismo lenguaje. Este procedimiento, lejos de ayudarlo, provoca que el menor de por sentado que su interpretación es la correcta. Por tal motivo debemos repetirle la palabra como está escrita y ayudarlo a que se la memorice y poco a poco pueda pronunciarla correctamente.
No hables como ellos
La “media lengua” es únicamente de los bebés. A veces para hacer que el niño entre en confianza empezamos a hablar tal como lo hacen ellos. Por ejemplo en lugar de decir, “bebé no come” o “bebé cansado”, usemos una oración que contenga sujeto, verbo y predicado, a pesar que son seres pequeños, tienen una gran capacidad de retención y atención, lo ayudarás a poder armar oraciones con facilidad y rapidez.
No lo fuerces a hablar
A pesar de que la edad promedio en la que los niños comienzan a soltar más palabras con facilidad inicia desde los 18 meses de edad. Y aunque el hijo de tu vecina o de tu hermana ya han comenzado a hablar y el tuyo no, hay que recordar que cada niño es un universo distinto y por tanto un ritmo diferente. No lo presiones y tampoco lo obligues a hacerlo porque en lugar de estimularlo le estarías creando un temor que incluso puede ocasionar que se demore mucho más tiempo en hablar. Si tienes dudas o inquietudes respecto a ello coméntaselo a su pediatra.