Sabemos que el embarazo es el universo más incierto, pero a la vez, el más hermoso para todas las mujeres que anhelan convertirse en madres. Cada momento, desde el día 0 en el que te enteras que estás en la famosa “dulce espera”, es un nuevo descubrimiento, una nueva experiencia, un nuevo aprendizaje. Exploras y cuerpo y te sorprendes y conmueves con la capacidad que éste posee para albergar una vida en su interior.
Conforme van pasando los meses, la expectativa y la emoción suelen ir incrementando. Pero a su vez, existen otros sentimientos que se van formando (o en algunos caso enraizando), y obedecen a la incógnita de lo que se vienen en adelante: cuando ya tengas a tu bebé entre tus brazos. En ese instante, el pre parto se convierte en una historia, y el ahora comienza a sentirse como lo que es: una realidad. Durante ese periodo, el temor y las dudas nos suelen jugar una mala pasada y es precisamente de aquello de lo que no hablamos, pero siempre están:
La sensibilidad está a flor de piel
Después de dar a luz nuestro cuerpo se queda vacío, lo que protegíamos de manera interna hoy ya está en el exterior con nosotros. Esa sensación produce que la madre se encuentre en un grado máximo de vulnerabilidad, por lo que es muy frecuente que cualquier noticia o hecho poco afortunado le afecte y le cueste algunas cuantas lágrimas. La tolerancia y la paciencia son parte del acompañamiento.
El temor está latente
Sucede aún más en madres primerizas, el miedo a tener que hacerte cargo de una personas cuya anatomía es similar a la mitad de tu brazo te eriza la piel y te envuelve en una ráfaga de miedo. Más aún cuando el pequeño atraviesa por sus primeras crisis de llanto, su primer baño, su primera amamantada y la primera vez que lo dejas en la cama.
Las dudas no cesan
Es normal que al principio no sepamos que ocurre en su pequeño universo, y la preocupación nos lleva hasta preocuparnos por si las horas que está durmiendo nuestro bebé son normales. Ello suele ir disminuyendo con el paso del tiempo, conforme vamos conociendo a nuestros hijos la dinámica se torna más sencilla y progresivamente los signos de interrogación van desapareciendo de nuestras mentes.
No estás sola
Si tú que estás leyendo esto estás atravesando por una situación similar, ten por seguro que estás haciendo un gran trabajo, que estos sentimientos son pasajeros y que tu bebé se siente seguro y a salvo en tus brazos. Si necesitas hablar del tema, te aconsejamos visitar a una especialista para que te brinda mayor orientación sobre el tema. ¡Animo!