“Cada día es un reto”, dice Dina Chipana mientras recorre las instalaciones de la estación Matellini del Metropolitano, en el distrito de Chorrillos. Desde hace dos años y medio, ella es una de las ocho conductoras que manejan los buses troncales y alimentadores del servicio.
La historia de Dina inició hace 14 años, cuando decidió trabajar en el rubro del transporte público. “Mi familia tenía buses y yo prácticamente he crecido en ese mundo. Fue mi padre el que me empujó para que yo maneje y sepa desenvolverme. Estoy muy agradecida con él porque nunca me ha puesto límites”, dice.
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En este tiempo, ella ha recibido capacitaciones constantes sobre protocolos de atención al usuario, cómo actuar ante algún desperfecto mecánico o algún otro incidente. “Es cuestión de normalizar las cosas y no decir que algo es para una mujer o para un hombre, todos somos iguales”, explica.
Para Dina, los comentarios negativos de algunos conductores y transeúntes no son importantes y solo se centra en continuar con sus labores para poder mantener a sus dos hijos. En su día a día, ciertas personas han intentado ofenderla diciendo que regrese a su casa, que vaya a cocinar o a realizar labores de limpieza. “Yo solo respiro y pienso en que esto va a cambiar algún día. Ignorar esos comportamientos es lo mejor que podemos hacer”, explica la mujer.
Dina comparte labores con Cynthia Soldevilla, otra mujer conductora que labora en el Metropolitano. Soldevilla tiene siete años recorriendo estaciones desde Chorrillos hasta Naranjal, en Independencia. Un año la pasó entre rutas alimentadoras y el resto, conduciendo la ruta troncal.
Cythia cuenta que la parte más difícil de la jornada laboral es lidiar con los usuarios que intentan ridiculizar a las conductoras solo por ser mujeres. “A veces se persignan, otros dicen que ojalá lleguemos a nuestro destino, y hasta se han bajado del bus”, señala.
Pero no todo es negativo, la mujer cuenta que varias oportunidades familias con niños y niñas pequeños se le han acercado para conocer más sobre su labor y para felicitarla por asumir el “reto” de conducir los buses del servicio.
“Entiendo que hay actividades que se han asociado con lo que pueden hacer los hombres y las mujeres, pero creo que esa idea debe ir desapareciendo. Este es un trabajo como cualquier otro, solo tienes que acostumbrarte y aprender cómo funcionan los vehículos”, explica.
A pesar de ello, para Cynthia es gratificante que se reconozca su labor y que quizá se le use de ejemplo para animar a que más mujeres puedan sumarse al equipo.
En el Día Internacional de la Mujer, el mensaje de ambas fue: “Nosotras, las mujeres, lo podemos hacer todo”.