Vilma Rojas quiere llevar a su nieto a jugar. Salen de su casa en Jesús María, caminan unas cuadras y llegan al Parque de los Bomberos. Los juegos para niños están cerrados. Siguen caminando, cruzan la avenida de la Peruanidad y encuentran el Campo de Marte también cerrado. Avanzan unas cuadras más y el parque Santa Cruz los recibe con un área de juegos cercada con cinta amarilla de peligro. Desde que empezó la pandemia por COVID-19, para los niños jugar en espacios diseñados para ellos se ha convertido en una tarea difícil por las restricciones para evitar el contagio. “En casa se aburren demasiado, se estresan, necesitan ver a otros niños. Lloran por entrar [a los juegos], los ves tratando de abrir la reja”, dice Vilma. Y a veces lo logran, trepan, se deslizan por los toboganes, suben a los columpios y se van resignados cuando llega el sereno de turno para pedirles que se retiren.
Mientras se debate el regreso a clases escolares presenciales – el ministro de Salud, Hernando Cevallos, ya ha adelantado que ante una inminente tercera ola esto todavía no es una posibilidad – hay espacios que aún relegan a los niños.
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El Comercio encontró parques de Jesús María, San Isidro o San Borja que se encuentran en la misma situación que narró Vilma. Parques abiertos, zonas para niños cerradas. Cecilia Loayza, gerenta de Desarrollo Ambiental Sostenible de San Isidro, indica que son 27 parques de su distrito en los que las áreas infantiles están restringidas y que la reapertura está en evaluación debido al riesgo de una tercera ola. “No queremos que sea un foco infeccioso”, dice. De acuerdo con la funcionaria, la presencia de vecinos y visitantes a los parques se ha incrementado en 300%, por lo que el mantenimiento y la seguridad es mayor
Desde la gerencia de Sostenibilidad de Jesús María también argumentan que la restricción responde a temas de salud por el alto tránsito de pacientes en el distrito que alberga varios hospitales y clínicas. De todas formas, aseguran que se está programando la reapertura de 7 juegos infantiles de forma paulatina. Por ahora ya se reabrieron los juegos del parque Habich. En cuanto al Campo de Marte, no hay fecha de reapertura. “A solicitud del Ministerio de Salud desde el mes de mayo se ha convertido en un punto principal de vacunación contra el Covid-19, es por ello que permanecerá cerrado hasta nuevo aviso”, informa el municipio.
Por su parte, Leydith Valverde, secretaria general de San Borja también menciona que no hay fecha de reapertura de las áreas infantiles de los parques de su distrito por precaución ante la tercera ola. Como opción, indica, han implementado juegos pintados en las aceras de 36 parques y activaciones destinadas para menores. “Estamos dando alternativas para que no tengan contacto con los mobiliarios. Por cautela tenemos que esperar”, indica.
Juegos precintados en San Borja. ¿Por qué tratamos a los niños así?. Mientras los adultos van al cine, a restaurantes y a bares, los niños no pueden jugar al aire libre. ¿Hasta cuándo? @Mery20083825 @MUNISANBORJA @JaimeChincha @DelaPuenteJuan @julianaoxenford https://t.co/fue39ceG3F
— Norma Correa Aste (@nb_correa) August 7, 2021
En Chorrillos, el parque Fátima y el complejo de juegos infantiles N°3 están cerrados por completo, pero el municipio informa que esto tiene razones de seguridad por obras en la avenida Defensores del Morro que culminarían en diciembre. El resto de parques del distrito están habilitados sin restricciones.
Salud en espacios abiertos
Aunque los principales afectados por la pandemia son adultos, los menores también se contagian. Desde que empezó la pandemia, han muerto 775 niños de 0 a 11 años y 310 adolescentes de 12 a 17 años. Por ahora, la vacunación a este grupo poblacional está dirigida únicamente a adolescentes con síndrome de Down, enfermedades raras, pacientes con cáncer y otras comorbilidades. Para niños menores de 12 años, aún no hay vacunas autorizadas ni plan para incluirlos en la campaña de inmunización.
Sin embargo, el médico e investigador Percy Mayta, explica que la evidencia científica ha demostrado que los espacios abiertos y ventilados son seguros, por lo que no se justifica el cierre de las áreas infantiles. “Al comienzo de la pandemia se pensaba sobre la posibilidad de contagio por superficie, pero ahora sabemos claramente que no es así, que el contagio se da por aerosoles. Si es un espacio ventilado es seguro, siempre que se controle el aforo”, explica a El Comercio.
La psicóloga Mariela Tavera, miembro del Equipo de Salud Adolescente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), agrega que el impacto en la salud emocional y desarrollo de los niños no se toma en cuenta lo suficiente. “Desde que empezó la pandemia, los niños, niñas y adolescentes son los más restricciones tienen, no solo en las escuelas, también en espacios públicos. El juego es uno de los aspectos claves para el aprendizaje de diversos procesos, establecimiento de vínculos con pares. En los juegos ponen a prueba una serie de normas sociales que más adelante les van a servir en la vida”, indica.
Ambos especialistas coinciden en que la estrategia de salud pública no puede excluir a los niños. Tavera lo resume así: “Cuando hablamos de espacios públicos también hablamos de salud, tiene una injerencia directa con su salud mental”.
Por otro lado, para la médica Ángela Uyen, asesora en políticas de salud en Médicos Sin Fronteras (MSF), es importante que se evalúe el contexto antes de decidir la política de apertura de espacios para niños, como escuelas y centros de esparcimiento. En diálogo con El Comercio, Uyen recuerda que la transmisión en niños es reflejo de las transmisiones comunitarias, por lo que es importante evaluar el nivel de transmisión, las variantes presentes y el porcentaje de población vacunada. “La epidemia ahora, en severidad y mortalidad, es de no vacunados”, explica. Por ello, considera que el cómo se llevarán a cabo las aperturas debe partir de un análisis de todos los factores antes mencionados. “Si a las escuelas se les va a exigir protocolos, a los lugares de ocio con más razón. Sabiendo que los niños han estado encerrados tanto tiempo y su salud mental, ¿por qué tenerlos encerrados en lugar de promover actividad al aire libre con el aforo correcto?”, agrega.
Cuando empezó la pandemia y el confinamiento obligatorio, el acceso a parques y espacios públicos estuvo restringido para toda la población. En mayo del año pasado, se empezó a permitir salidas de los niños, pero solo una media hora cerca de sus viviendas. Los meses siguientes, el tiempo y distancia fue aumentando paulatinamente. Recién en diciembre se autorizó que los menores puedan salir a más de 200 metros de su domicilio. Para enero, el Decreto Supremo N° 008-2021-PCM, en su artículo 8, daba la potestad a los municipios a acondicionar el uso de espacios públicos para asegurar la “salud física y mental de las personas”. Pese a ello, a 17 meses del estado de emergencia por COVID-19, aún no se establecen procedimientos seguros para el retorno progresivo a actividades que garanticen el desarrollo sano de niños, niñas y adolescentes.
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