- Paro de transportistas EN VIVO: últimas noticias de movilización, gremios, rutas, líneas de transporte y más
- El otro lado del paro de transporte: colectiveros en busca de la formalidad
Carretera Panamericana Norte, altura del óvalo de Puente Piedra, 7:30 a.m. Alexandre Navarro ha esperado 50 minutos para tomar un bus que en días normales pasa cada 5 minutos. Sin embargo, al igual que él, otras 40 personas aproximadamente hacían lo mismo. Cuando por fin llegó, una marea humana se lanzó a sus puertas, pero dentro no cabía nadie más. El cobrador intentaba hacer subir a alguien con poco éxito y no porque los usuarios se negaran a viajar en condiciones poco dignas e inseguras, sino porque realmente no había espacio en la unidad.
En medio del forcejeo, alguien pierde un zapato y otra persona casi es atropellada. El bus de la empresa Etuchisa, el Chino para los usuarios frecuentes, parte y solo una persona logra subir o eso parece. Con medio cuerpo afuera y la puerta abierta, la unidad de aleja, graficando las miserias de un transporte público que grita auxilio.
Sumido en la informalidad de un sistema afiliador comisionista, en en el que las unidades no son dueñas de los buses, y los choferes y cobradores no tienen ningún vínculo contractual con las empresas, nada obliga a los conductores a cumplir con la palabra empeñada por los gremios de transporte dos días antes en una reunión con el ministro del Interior, Juan José Santivañez. Ahí aseguraron que más de 16.000 unidades de buses no se plegarían al paro y al menos los buses formales sí operarían.
Pero para Alexandre ya es tarde para pensar en promesas incumplidas, también es tarde para ir al trabajo. Debe llegar a Puente Nuevo, en El Agustino, para luego caminar a su trabajo unas tres cuadras. Ahora mismo debería estar marcando su ingreso. Trabaja en una farmacia cerca del hospital nacional Hipólito Unanue y, mientras espera por otro bus, mete la mano a su bolsillo. Hay una moneda de cinco y cuatro monedas de un sol: son nueve soles. Si toma un taxi colectivo, ese dinero se hará humo.
La decepción por no subir a la unidad se convierte en desesperación al ver que pasan los minutos. Pronto, el sentimiento será de indignación a escuchar que los taxis cobran 40 soles hasta Puente Nuevo. Recuerda el comunicado del Ministerio de Trabajo que le da tolerancia a los trabajadores de llegar hasta cuatro horas tarde.
Son las 8:20 am. y efectivamente ya está tarde. No se advierte la llegada de otro bus y ocasionalmente pasa un taxi colectivo. Hasta su destino le quieren cobrar 8 soles (en condiciones normales el pasaje es de 5). Hace las cuentas y claramente, si sube a esa van, solo tendrá un sol para regresar a casa muy tarde en la noche. Piensa en volver a su vivienda y no ir a trabajar. Es un momento de dudas.
Pasa un segundo bus del Chino está vez está decido a subir, pero nuevamente se queda en la puerta. Lo reconforta saber que la empresa está cobrando el valor habitual del pasaje: 3 soles. Lo malo es que aún sigue en el paradero. Son las 8:40 am y Alexandre ya entró en etapa de pensamientos existenciales. Pierde la mirada y solo escucha el sonido ambiental de la Panamericana Norte en segundo plano.
El paro lo está afectando y solo el grito de una señora lo saca de su trance. “Hay un bus más vacío”, escucha. En ese sí podrá subir son seguridad. Son las 9 a.m. y está parado en la unidad. Le espera un viaje de aproximadamente 45 minutos.
La Panamericana Norte luce libre de tráfico. Hay muchos policías en las calles. Mientras el bus avanza y se llena, lee las noticias. Escucha que el paro también se prologará durante tres días, al menos así lo dicen los comerciantes de los mercados que también se han plegado a la medida. Los transportistas también lo habían advertido. Piensa que mañana se podría repetir el mismo drama, la misma espera.
Ahora el camino se hace lento. El bus está próximo a llegar al lugar en donde se ubicaba el peaje Chillón. En paralelo al recorrido del Chino, se ve una gran masa de gente marchando por la carretera: son los manifestantes. Golpean el bus, por breves minutos bloquean el paso de la unidad, pero los policías que acompañan el recorrido dispersan la aglomeración. Esa marcha tiene pensado llegar al Congreso de la República buscando, según han dicho sus dirigentes, comerciantes y transportistas, que la policía acabe con las extorsiones y la muertes derivadas del cobro de cupos.
Alexandre se agacha por las dudas, hace dos semanas, en el paro del 26 de setiembre, vio como una piedra rompió la luna de un bus. Él no estaba en la unidad, pero el riesgo de salir herido en una movilización, al menos en la zona norte de Lima, donde el paro se ha sentido con mayor intensidad, es muy grande.
A consecuencia de la movilización, el viaje se demorará algunos minutos más. La zona de Pro, en Los Olivos, es otro punto complicado y en donde habitualmente se juntan los manifestantes. Sin embargo, esta vez no hubo incidentes. El bus avanza rápidamente, pero definitivamente no llegará antes de las 10 a.m.
El bus ha pasado por Acho y está próximo a llegar a Puente Nuevo. Ya ve algunos buses más aunque el caos y la desesperación por abordar un ómnibus persisten. Alexandre ha logrado por fin bajar de la unidad, está por concluir un viaje imposible, una odisea que le ha tomado más de tres horas desde que salió de su casa.
Avanza por la calle José Carlos Mariátegui y, pese al viaje tortuoso, se siente satisfecho de llegar a su trabajo. Ha sentido esta experiencia como una epopeya: cree que se impuso su sentido de la responsabilidad.
Por fin entra a la farmacia y, mientras se coloca la chaqueta blanca, escucha desde la oficina contigua: “Parece que el paro no ha sido fuerte ¿no?”.