El escocés Thomas Carlyle (1795 - 1881), hombre de múltiples saberes, escribió: “Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe; pero jamás el que abandona el combate”. Estas palabras pueden aplicarse cabalmente al alférez de fragata Guillermo García y García, batiéndose gallardamente en la cubierta de la fragata Independencia, encallada en Punta Gruesa, mientras la metralla y la fusilería de los hombres de la Covadonga se descargaban implacables sobre los tripulantes peruanos que, en ningún momento, dejaron de responder pese a su desesperada situación.
Entre los que sucumbieron en esas circunstancias estuvo Guillermo García y García (1847–1879). Era hermano de José Antonio, destacado político, y de Aurelio y Narciso, oficiales de marina como él. Entre 1862 y 1863 estudió en el Colegio Militar Naval, donde se graduó de guardiamarina. Sirvió a bordo del Amazonas y del Loa siendo ascendido a alférez de fragata el 25 de setiembre de 1865. Viajó a Londres para ocuparse de escoger la dotación de la fragata Independencia, cuya construcción era supervisada por su hermano Aurelio. El 21 de mayo de 1868 Guillermo presentó una solicitud ante el Comandante General de Marina, contralmirante Antonio de la Haza, donde pedía se le permitiera seguir desempeñándose como piloto de la fragata Aurora.
En la marina mercante realizó viajes a China, Japón, Filipinas y Australia, al mando de diversos barcos. Con el bergantín Florencia navegó desde Inglaterra hasta el Canal de Suez, siendo este el primer buque peruano en cruzarlo. La declaratoria de guerra con Chile lo sorprendió en Lima donde precisamente un día después, el 6 de abril de 1879, contrajo matrimonio con Cenobia García Maldonado. Tres días más tarde se reincorporó a la Marina de Guerra. Guillermo y su hermano, el teniente Narciso, fueron destinados a la fragata Independencia.
Largamente conocido es el episodio del 21 de mayo de 1879. Mientras el monitor Huáscar, al mando de Grau, luego de dilatado combate hundía con el espolón a la Esmeralda y en ejemplar gesto humanitario salvaba las vidas de los náufragos enemigos, la Independencia, al mando de Juan Guillermo More, iniciaba la persecución de la Covadonga que fugaba a toda máquina. La caza del buque chileno ya duraba más de tres horas por la falta de práctica de nuestros artilleros que no daban en el blanco. Gracias a su poco calado la Covadonga pasó sin problemas las rocas submarinas existentes en Punta Gruesa, a diez millas de Iquique, mientras la Independencia, de mucho mayor tonelaje, chocaba contra una “que no estaba marcada en la carta” produciéndose la tragedia. “El buque cayó sobre su costado de estribor, entrando el agua por las portas de estribor”, dice el parte de More. La Covadonga viró de inmediato y abrió fuego contra el averiado buque.
El fuego chileno era recio y los tripulantes de la Independencia respondían con fusiles y revólveres. Fue entonces que tuvo lugar el heroico gesto de Guillermo García y García, quien al ver que nuestro pabellón había caído decidió reponerlo. Su hermano Narciso, testigo del acontecimiento, relata a Aurelio: “Ahora mi querido hermano me resta darte cuenta de la horrible tragedia que hemos sufrido: nuestro querido hermano Guillermo ya no existe. Murió como un valiente. Cayó, como herido por un rayo, bajo tres balas de ametralladora chilena, que recibió simultáneamente en el momento que hacía enarbolar en el palo mayor nuestra bandera en reemplazo de la que estaba en el piso y que acababa de caer junto con la mitad de ese palo. Esto sucedió después de perdido el buque, pues, aún en estas circunstancias, tuvimos que seguir batiéndonos con el enemigo que intentaba aprovechar nuestra situación”. More, en el parte correspondiente, dice que Guillermo “fue uno de nuestros más inteligentes oficiales de marina”. José Luis Torres en su Catecismo Patriótico dice que el joven oficial lo abandonó todo: familia, comodidades, fortuna “para morir al pie de la driza de su bandera; en el sitio de honor, a estribor, a popa, sobre la ensangrentada cubierta de la Independencia.
More ordenó que se arriaran los botes y Narciso pudo llevar a tierra el cadáver de su hermano que fue enterrado en Iquique. El Comercio, el 26 de mayo de 1879 daba abundante información del combate de Iquique y de la tragedia de Punta Gruesa. También recordaba la heroica muerte de Guillermo García y García.