"Regreso al universo del cine, la televisión y el teatro cargado con una experiencia de la que me alejé con
tristeza”, indica Salvador Del Solar, refiriéndose a la cartera de Cultura que ocupó. (Foto: EFE)
"Regreso al universo del cine, la televisión y el teatro cargado con una experiencia de la que me alejé con tristeza”, indica Salvador Del Solar, refiriéndose a la cartera de Cultura que ocupó. (Foto: EFE)

Es la tercera participación de en los premios Platino. Primero acompañó como actor a "El elefante desaparecido".
Luego vino con "Magallanes", su debut en la dirección de un largometraje. En el 2018, junto a la intérprete mexicana Mónica Huarte y el actor español Jon Kortajarena, él presentó uno de los trofeos de la quinta edición que culminó el domingo y donde, previsiblemente, las luces se concentraron en la chilena "Una mujer fantástica".

Salvador Del Solar reapareció en público en la Riviera Maya, México, en estos premios que distinguen lo mejor del cine y la televisión en Iberoamérica. Él charló con El Comercio: "En esta tercera oportunidad, me dicen –y de ello estoy muy agradecido– que soy invitado por ‘Magallanes’, una película que alcanzó cinco nominaciones. Y también lo hacen porque estuve en el Ministerio de Cultura. En la invitación me dijeron que es un orgullo para la organización que uno de los cineastas de Iberoamérica haya alcanzado
una posición de responsabilidad política".

Por el cargo de ministro de Cultura del Perú, Salvador Del Solar tuvo que ponerle pausa a su carrera en el cine, la televisión y el teatro. Ahora está de vuelta. Él sigue evaluando y desarrollando proyectos. Cauteloso, señaló que aún no es momento de adelantar detalles sobre ellos.

—¿Cómo te sientes como director, actor y guionista luego de haber sido ministro de Cultura?

De varias maneras. Cuando estaba en el ministerio, a veces mis hijas me preguntaban, en la noche: "¿Qué tal el trabajo?". Yo les decía: "Es
intenso, inspirador, descorazonador, frustrante, estimulante". Es todo junto. Es tener la oportunidad de darse cuenta de que el Perú no es cualquier país cuando hablamos de cultura, y que tenemos un extraordinario patrimonio prehispánico que hemos heredado pero que realmente no cuidamos y que no podemos cuidar mucho mejor sin más presupuesto o mecanismos legales que nos ayuden a obtener recursos de distintos orígenes. Tuve la suerte de que durante mi gestión, en Atenas, se fundó el Foro de Civilizaciones Antiguas, que es como el G-7 de las potencias mundiales de cultura, con Perú junto a
China, Egipto, Grecia, Iraq, Irán y México. Somos parte de ese pequeño club de naciones. Y sin embargo, no le damos el lugar debido a la cultura no solo en el Estado Peruano, sino también en nuestro imaginario. Algunos países de nuestra región si tuvieran una décima parte de nuestro patrimonio, harían maravillas con los instrumentos que ya tienen. Esto no es un reclamo, es la constatación de un potencial.

—¿El paso por el Ministerio de Cultura de qué modo te cambió?

Haber pasado por esa experiencia, y haber mirado también la potencia del cine para proyectar nuestra cultura, me hace regresar de otra manera. Se me criticaba en algunos casos –creo que con mala intención– que si yo promocionaba una ley de cine, eso era para mis amigos o mi gremio. Eso era una crítica absurda. Basta con mirar por qué Chile o Colombia le dan importancia a su cine, y eso que no hablo de Argentina, México o Brasil. El cine es el gran transmisor del resto de lo que eres: transmite tu comida, tu identidad, tus sueños, tus problemas, tu arquitectura. Todo. No es solo la herencia que tenemos del patrimonio. Tenemos la responsabilidad de que nuestra industria cultural actual se proyecte. Y es una industria que genera empleos y conquista mercados. Nosotros escuchamos a Shakira, Maluma o J Balvin, y en dos de cada tres festivales latinoamericanos gana una película colombiana. ¿Por qué en otros países no pasa eso con nuestra música, películas y series? Somos nosotros, es nuestra cultura y proyección. Ahí hay una responsabilidad. Entonces, regreso al universo del cine, la televisión y el teatro cargado con una experiencia de la que me alejé con tristeza. Yo estaba muy entusiasmado con el proyecto que impulsábamos con el equipo del Ministerio de Cultura. Me vi en la necesidad de renunciar. Fue frustrante dejar un trabajo a la mitad.

—¿Te sorprendió el desenlace  del gobierno de PPK?

Visto en retrospectiva, había una oposición que quería traerse abajo el gobierno de Kuczynski. Ante una oposición tan mayoritaria, con números tan grandes que le permitía dominar el Congreso, se fue arrinconando políticamente al presidente. Cuando uno es arrinconado, las posibilidades de tomar decisiones equivocadas crecen. Creo que se tomaron decisiones equivocadas. Por una de ellas yo me aparté y renuncié en los mejores términos.

—Hablamos del indulto al ex presidente Fujimori.

Nuestro país necesita una reconciliación. Somos un país con unas condiciones extraordinarias que no debería estar dividido al extremo
en el que está. Para eso tenemos que hacer un trabajo en el que todos hagamos concesiones. En ese sentido, por supuesto que es posible hablar de un indulto, y más si es por razones humanitarias. Pero creo que la manera de acercarse a algo tan delicado debió ser trabajada de otra forma: sobre la mesa, conversando con todas las partes involucradas, esencialmente con las víctimas. Las cosas han cambiado ahora. Ojalá el presidente Vizcarra reciba el apoyo que necesita.

—¿Volviste a comunicarte con el ex presidente Kuczynski?

Sí, lo llamé. Yo ya no era parte del Gobierno. Le mandé telefónicamente un abrazo en esos momentos de extrema dificultad, dejando de lado las críticas a las decisiones que desembocaron en la necesidad de su renuncia.

—¿Tu carrera política en qué queda?

Yo no soy una persona con una carrera política. Mi carrera está aquí [el mundo del cine, el teatro y la televisión]. Yo seguiré siendo una persona preocupada por lo público. Lo era antes de ser ministro. Pero mi carrera es esta. Mi carrera es tratar de contar historias como actor, director o guionista.

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