Ya son varios años preguntándonos lo mismo: si en el Perú los niveles de lectoría suelen ser bajos, ¿cómo es que la sigue siendo el evento con más concurrencia de público de todos los de su tipo? El fenómeno es curioso, y puede analizarse desde diferentes perspectivas, pero quizá uno de sus secretos es haber entendido que el público no solo va a leer libros, sino a disfrutar de su diversidad de actividades.

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Es posible que ver a jóvenes haciendo ‘cosplay’ o escuchar un concierto de cumbia en plena feria pueda espantar a los bibliófilos de gustos más tradicionales, pero los tiempos han cambiado y no se puede ignorar dicha transformación. La edición 2024 de la FIL, que terminó el último martes, congregó a más de 530.000 visitantes en sus 19 días de duración, según cifras difundidas por la Cámara Peruana del Libro (CPL).

Nuevamente, un récord de asistencia (crecimiento de 23% respecto al 2023). Y vino acompañado por el aumento de 8% en las ventas de libros, que en esta ocasión llegó a los S/20 millones, también de acuerdo a los números entregados por la CPL. Entre los títulos más vendidos están “En agosto nos vemos” de Gabriel García Márquez (en la categoría novela), “Invitación al viaje” de Julio Ramón Ribeyro (cuentos), “Copito: un conejo soñador” (infantil), y dentro del rubro de literatura deportiva.

Lo que se viene

Entre las más de 800 actividades y los 220 stands destacaron como novedades el de Latina, que especialmente atrajo a muchos seguidores del exitoso programa “El gran chef”, y el de Universitario de Deportes, que para conmemorar sus 100 años de vida institucional se convirtió en el primer club de fútbol con un stand en la feria.

El Comercio nuevamente se hizo presente con un stand en el que el público podía imprimir gratuitamente la portada del día de su nacimiento, y , que recopila fotos inéditas de nuestro archivo histórico para contar la historia de la ‘U’. Además, para conmemorar los 185 años del decano de la prensa nacional, el Café Dominical presentó mesas de diálogo durante las 19 jornadas feriales, con temáticas muy variadas –muestra de la diversidad que mencionábamos líneas arriba–.

¿Es todo color de rosa? Tampoco tanto. Y es que si bien la masiva convocatoria de la FIL es plausible, en muchos días –particularmente los fines de semana y feriados– la experiencia puede convertirse en una auténtica pesadilla con stands abarrotados de gente, corredores intransitables si no es a ritmo de procesión, y baños con colas infinitas. Una saturación que también influye en los auditorios (con sonidos que se filtran entre una sala y otra, o ruidos del patio de comidas invadiendo recitales poéticos).

Es sobre todo en ese aspecto que la CPL tiene un enorme reto: ¿volverá a organizar la feria del 2025 en el Parque de los Próceres de la avenida Salaverry? ¿O se mudará, ahora sí, a otro espacio (si es que existe en Lima) que resista mejor la avalancha humana que crece y crece? A tomar nota para que el próximo año tengamos una FIL cada vez mejor.