Karina Jordán y Sebastián Rubio en una escena de “¡Casa, llegué a cariño!”, desde esta semana en el Teatro Británico.
Karina Jordán y Sebastián Rubio en una escena de “¡Casa, llegué a cariño!”, desde esta semana en el Teatro Británico.
/ Teatro Británico

¿Qué es una familia perfecta? Nadie tiene la respuesta. La gente construye sus vidas como mejor les conviene, en base a sus valores, perspectivas, principios. Y con el dinero que les alcanza, vale decir. Las apariencias cuentan una historia, real o falsa; lo único que no mienten son las cifras. Entre un extremo y otro es donde se mueve la nueva obra que presenta desde octubre el Teatro Británico, donde una pareja de esposos toma un curso en sus vidas para llevarlos a su ideal, pero que en el camino presenta grietas que amenazan la relación y que desafían lo que ellos piensan de sí mismos.

Escrita por la dramaturga británica Laura Wade, “¡Casa, llegué a cariño!” sigue la vida de Judy (), quien viste y se comporta como se espera de una ama de casa de los años 50, o sea que vive exclusivamente para su marido, Johnny (Sebastián Rubio). El problema es que ellos no viven en esa época, sino en la actualidad, y mantener un estilo de vida anacrónico implica un alto costo. La obra, ganadora del premio Olivier en el 2019, cuenta también con actuaciones de Milena Alva, Tommy Párraga, Lilian Schiappa-Pietra y Vanessa Zeuner.

La peruana Patricia Biffi, quien dirige la obra en esta versión, hace un paralelo entre lo que propone esta obra y el fenómeno de las ‘tradwives’, presente en redes sociales, donde ciertas exaltan una vida de servidumbre; mujeres que dejan sus trabajos para dedicarse a los hijos y al marido. El ejemplo más conocido en habla española es Roro Bueno, quien en sus videos hace de todo para su novio Pablo. “Creo que todos en algún momento hemos sentido afinidad por otras épocas. Lo interesante de Judy es que lo lleva al extremo”, cuenta Biffi.

“Creo que siempre tendemos a pensar, y creo que es muy natural y muy humano, que lo que estuvo antes que nosotros fue mejor. Siempre mucha gente habla de lo terrible que son las cosas ahora. En realidad las cosas ahora son mucho menos terribles que en otro momento en un montón de aspectos. La nostalgia es muy propia en la naturaleza humana, incluso por cosas que ni siquiera has experimentado”, dice la directora. Y no ocurre solo con los años 50; hay toda una onda actual de idealizar los años 90, que al menos en Perú fueron muy retadores.

Judy, en particular, ve la estética y la forma de vida de los años 50 como un lugar seguro en el cual refugiarse. Pero un refugio es eso, un espacio de protección, casi una cueva, que no es el mejor lugar para vivir. “Creo que Judy no es consciente de cómo vivir en este lugar seguro la aleja de todos: la aleja de su pareja, de su mamá. La va alejando poco a poco de del resto, de lo que toca vivir”, sostiene Biffi. Precisamente la performance de Karina Jordán muestra los matices de llevar un estilo de vida insostenible, no solo en el aspecto económico. Su fijación con el pasado la pone en confrontación con los suyos; en particular destaca lo que sale de las conversaciones con el personaje de su madre, interpretada por Milena Alva, cuyo monólogo promete generar discusiones.

La obra, si bien puede leerse como una crítica a la sociedad patriarcal, también es un comentario sobre el desencanto con el mundo contemporáneo. “Creo que a las mujeres de alguna manera se nos ha vendido la idea de que podemos tenerlo todo… y es muy difícil. De pronto te enfrentas a un mundo laboral que es muy absorbente, y pasa mucho esto que dice Judy: uno vive en pareja y al final termina simplemente llegar en la noche a tu casa, muerto, y quedarte dormido”. La obra no da respuestas, pero invita a que el espectador encuentre las suyas.

DATO
“¡Casa, llegué a cariño!”

Desde el 5 de octubre al 1 de diciembre en el Teatro Británico (Bellavista 531, Miraflores, Lima)

Entradas en https://www.joinnus.com/

Contenido sugerido

Contenido GEC