Rusia ha elevado el tono y expresado su furia una vez más, pero esta vez contra el papa Francisco. La polémica se desató luego de que el pontífice achacara a los chechenos y otras minorías étnicas la mayor parte de las atrocidades cometidas en la guerra en Ucrania. “Generalmente los más crueles son quizás los pueblos que son de Rusia, pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos, etc.”, dijo la máxima autoridad de la Iglesia Católica en una entrevista publicada el lunes 28 en “América”, medio jesuita estadounidense.
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La respuesta del Kremlin no se hizo esperar. Según la agencia estatal rusa RIA Novosti, el embajador de Moscú en el Vaticano presentó una queja oficial tras las declaraciones, mientras que la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova, dijo que las palabras del Papa van “más allá de la rusofobia” y las calificó de “perversión”.
Tras varios reveses en el campo de batalla, Rusia anunció en setiembre el reclutamiento de cientos de miles de hombres para el Ejército. Diversas organizaciones civiles y de derechos humanos han acusado a Moscú de recurrir de forma desproporcionada a las minorías étnicas de Siberia y del Cáucaso -como los chechenos-, quienes mueren en mayor número que los soldados rusos en la guerra.
A su vez, a esas minorías se les ha adjudicado un papel violento en algunas localidades ucranianas, aunque, en general, se ha acusado a las tropas rusas de crímenes de guerra, independientemente de su origen étnico.
Sobre las palabras del Papa, no está claro a qué se refería con la “tradición rusa”, pero podría ser una alusión a las raíces ortodoxas rusas del 68% de la población. Los chechenos son mayoritariamente musulmanes y los buriatos budistas. La agencia de noticias Associated Press también apunta que Francisco ha evitado condenar directamente a Moscú por temor a provocar el antagonismo de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
De cualquier forma, la polémica ha vuelto a poner la atención sobre los chechenos y su rol en el conflicto.
Un pueblo que sufrió dos guerras
Chechenia es un territorio de tan solo un millón de habitantes en el norte del Cáucaso que forma parte de la Federación de Rusia y cuya mayoría de la población es musulmana.
Hace casi 30 años, este territorio se atrevió a declarar su independencia de Moscú cuando la Unión Soviética se estaba desintegrando, pero sufrió duramente por su rebeldía. El Ejército ruso invadió dos veces Grozni, la capital de Chechenia, y en ambas ocasiones arrasó con la ciudad y aplastó a su pueblo hasta la sumisión.
El diario “The New York Times” afirma que fue en el marco de ese conflicto que se vio a Vladimir Putin desarrollar por primera vez su estrategia para reafirmar el dominio ruso imponiendo su control sobre regiones periféricas del otrora imperio ruso.
“Sus métodos son la fuerza bruta y el terror: bombardear y sitiar ciudades, usar a civiles como blancos a propósito y secuestrar y encarcelar a los líderes y periodistas locales para remplazarlos con colaboracionistas fieles. Las tácticas están tomadas directamente del manual de José Stalin, como lo escribió la exsecretaria de Estado Madeleine Albright poco antes de morir”, dice el medio.
Pero el golpe decisivo en contra de Chechenia, dice el diario, fue usar a los chechenos leales a Rusia para imponer el control. Recuerda que seis años después de iniciada la guerra, Putin persuadió al jefe muftí de Chechenia para que traicionara la causa rebelde. Fue entonces que el hijo del muftí, Ramzán Kadírov, se convirtió en el principal “esbirro de Putin y ha facilitado combatientes chechenos para apoyar a las fuerzas rusas en las guerras en Siria y ahora en Ucrania”.
Un líder despiadado
El líder checheno Ramzan Kadyrov, estrecho aliado del presidente ruso Vladimir Putin, ha adquirido más protagonismo desde el avance de la guerra en Ucrania. Y no por las mejores razones.
“The New York Times” califica a Kadyrov como “un líder despiadado que ejerce un control casi total en Chechenia”. De hecho, sus excesos y actos de brutalidad se han vuelto parte de una serie de dificultades internas que enfrenta Putin.
A cambio de brindar un fuerte apoyo electoral a Putin y acabar con el sentimiento separatista y la disidencia política en su región, Kadyrov ha recibido la capacidad de gobernar Chechenia a su antojo. Las persecuciones impunes a quienes no están de acuerdo con él son pan de cada día.
La BBC recuerda que los críticos de Kadyrov lo vinculan con varios casos de asesinato, algo que él niega. Ya antes de ser presidente, el líder checheno disponía de una poderosa milicia conocida como los “Kadyrovtsy”, conformada por miles de paramilitares que tenían la misión de eliminar las fuerzas rebeldes de la región.
“Organizaciones de derechos humanos han acusado a esta milicia de estar detrás de muchos de los asesinatos, secuestros y crímenes atroces cometidos en esa república del Cáucaso, algo que Kadyrov niega aunque sí ha admitido que hay ciertos ‘elementos canallas’ entre los milicianos”, dice el medio.
“The New York Times” agrega que se cree que los aliados de Kadyrov son responsables de los asesinatos de sus críticos en Rusia y Europa occidental.
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