Agencia Reuters

Viajeros llegaban a por aire, mar y tierra el domingo, muchos de ellos deseosos de reencontrarse con sus seres queridos, cuando Beijing abría unas fronteras que permanecieron prácticamente cerradas desde el comienzo de la .

Después de tres años, China continental abrió los pasos marítimos y terrestres con Hong Kong y puso fin al requisito de que los viajeros entrantes hayan estado en cuarentena, desmantelando el último pilar de la política de cero COVID que había protegido a los 1.400 millones de chinos del virus, pero que también los había aislado del resto del mundo.

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La relajación en el último mes de uno de los regímenes de COVID más estrictos del mundo siguió a protestas contra una política que incluía pruebas frecuentes, restricciones a la circulación y confinamientos masivos que perjudicaron gravemente a la segunda economía mundial.

Había largas colas en los mostradores de facturación del aeropuerto internacional de Hong Kong para los vuelos a ciudades continentales como Beijing, Tianjin y Xiamen. Los medios de comunicación de Hong Kong calcularon que miles de personas estaban cruzando. “Estoy tan feliz, tan contenta, tan emocionada. Hace muchos años que no veo a mis padres”, dijo Teresa Chow, residente en Hong Kong, mientras ella y decenas de viajeros se preparaban para cruzar a China continental desde el puesto de control de Lok Ma Chau.

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“Mis padres no gozan de buena salud y no pude volver a verlos ni siquiera cuando tuvieron cáncer de colon, así que estoy muy contenta de volver a verlos ahora”, dijo.

Pasajeros en el área de llegadas de vuelos internacionales en el Aeropuerto Internacional de Beijing, China, el 8 de enero de 2023. (Noel CELIS / AFP).
Pasajeros en el área de llegadas de vuelos internacionales en el Aeropuerto Internacional de Beijing, China, el 8 de enero de 2023. (Noel CELIS / AFP).

Los inversores esperan que la reapertura revitalice una economía de 17 billones de dólares que crece a su ritmo más lento en casi medio siglo. Sin embargo, el brusco cambio de política ha desencadenado una ola de infecciones que está desbordando hospitales y causando trastornos en las empresas.

La apertura de las fronteras coincide con el inicio “chun yun”, el periodo de 40 días de viajes del Año Nuevo Lunar, que partió el sábado y que antes de la pandemia era la mayor migración anual del mundo, ya que la gente regresaba a sus ciudades de origen o se iba de vacaciones con la familia.

Se esperan unos 2.000 millones de viajes esta temporada, casi el doble que el año pasado y un 70% del total de 2019, según el Gobierno.

También se espera que muchos chinos empiecen a viajar al extranjero, un cambio muy esperado para los puntos turísticos de países como Tailandia e Indonesia. Pero varios Gobiernos -preocupados por el repunte del COVID en China- están imponiendo restricciones a los viajeros procedentes del país.

Según los analistas, los viajes no volverán rápidamente a los niveles anteriores a la pandemia debido a factores como la escasez de vuelos internacionales.

En el Aeropuerto Internacional de Beijing Capital, familiares y amigos intercambiaron emocionados abrazos y saludos con pasajeros llegados de lugares como Hong Kong, Varsovia y Fráncfort, encuentros imposibles apenas un día antes.

“Llevaba mucho tiempo esperando la reapertura. Por fin estamos reconectados con el mundo. Estoy encantada, no me lo puedo creer”, dijo una empresaria de 55 años apellidada Shen, que voló desde Hong Kong.

Entre los que esperaban en el aeropuerto había un grupo de mujeres que esperaban ver a la banda de chicos Tempest, el primer grupo pop de Corea del Sur que entra en China en tres años.