Washington. El estado de Tennessee, en Estados Unidos, ejecutó este jueves en la silla eléctrica a David Earl Miller, un asesino preso que llevaba 36 años en el corredor de la muerte, reabriendo el debate sobre el uso de la pena capital tanto tiempo después de un crimen.
David Earl Miller, de 61 años, fue ejecutado a las 19:25 locales en una prisión de alta seguridad en Nashville por dar una paliza y apuñalar hasta la muerte a una mujer joven con una discapacidad mental en 1981. Se trata del segundo preso que en poco más de un mes prefirió morir electrocutado que con una inyección letal.
A Miller lo declararon muerto tras recibir dos descargas eléctricas, según notificó el Departamento Correccional de Tennessee.
Miller recibió una primera descarga de 1.750 voltios durante 20 segundos, seguida por una pausa de 15 segundos y una segunda descarga también de 1.750 voltios de 15 segundos antes de ser declarado muerto.
Miller fue abusado física y sexualmente cuando era niño y vivía como un vagabundo a principios de la década de 1980 cuando un pastor de Tennessee le dio refugio a cambio de sexo.
Descrito por un psicólogo como un hombre consumido por la ira, Miller explotó el 20 de mayo de 1981 cuando estaba en una cita con la joven Lee Standifer, de 23 años.
Declarado culpable de golpear y apuñalar a Standifer hasta la muerte y dejar el cuerpo en una zona boscosa cerca de la casa del pastor, fue sentenciado a muerte en 1982 y nuevamente en 1987 luego de que la Corte Suprema del estado ordenó otro juicio.
Tras casi cuatro décadas encerrado por ese crimen, Miller era el preso más veterano de los cerca de 60 que pueblan el corredor de la muerte en ese estado sureño.
Tennessee y otros ocho estados de la Unión conservan todavía la silla eléctrica como método secundario de ejecución en caso de que los presos la prefieran a la inyección letal, que es la primera opción en todo el país, o que ésta no esté disponible.
Su uso, sin embargo, es muy minoritario y en la última década tan solo dos presos habían sido ejecutados así hasta que el pasado 1 de noviembre, también en Tennessee, Edmund Zagorski prefirió la silla a la inyección letal.
En documentos judiciales previos a su ejecución de hoy, Miller dijo que la silla eléctrica es "inconstitucional" pero que la inyección letal es "todavía peor".
Anoche, el estado de Tennessee le sirvió a Miller una última cena que el preso había pedido con un presupuesto máximo de 20 dólares y que consistió en pollo frito, puré de papas, galletas y café.
La de Miller fue la tercera ejecución del año en Tennessee y la número 23 en todo el país, las mismas que en el 2017.
Desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena de muerte cuatro décadas atrás han sido ejecutadas 1.488 personas, nueve de ellas en Tennessee.
Fuente: AFP / EFE