“Noche de paz, noche de amor.
Todo duerme alrededor.
Entre los astros que esparcen su luz.
Solo el canciller permanece en guardia,
vigilando y protegiendo el futuro de Alemania.
Noche de paz, noche de amor.
Adolfo Hitler es la estrella de Alemania.
Y nos muestra la grandeza.
Y nos da la luz
Y nos da la luz”.
Lo anterior puede parecer una broma de mal gusto, pero no lo es.
Esta versión nazi del famoso y popular villancico “Noche de paz”, estrenado hace más de dos siglos, existió y fue interpretada durante las navidades en Alemania y en los países y territorios ocupados por los ejércitos del llamado Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial.
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La variante formó parte de la estrategia del régimen hitleriano para secuestrar la celebración religiosa y convertirla en una arma más dentro del vasto arsenal propagandístico e ideológico con el cual se aseguró el control social de la población.
La Navidad, otra víctima más
Los nazis no fueron los primeros en colocar a la Navidad en su punto de mira.
“Las ideologías totalitarias no aceptan tener ningún tipo de rival. La historia muestra que todos los regímenes totalitarios han buscado prohibir las celebraciones religiosas o tratar de cooptarlas”, afirmó a BBC Mundo el historiador canadiense Gerry Bowler.
“Los jacobinos durante la Revolución Francesa, los bolcheviques en Rusia e incluso los revolucionarios mexicanos vieron en la religión una amenaza a sus intereses y la combatieron”, agregó el autor de la “Navidad en la mira: 2000 años de denuncia y defensa de la festividad más celebrada del mundo” y de “Santa Claus: una biografía”.
Bowler recordó que “los líderes soviéticos intentaron abolir la Navidad y luego optaron por concentrar todas las celebraciones de la época en el Año Nuevo”.
Sin embargo, desde el período de entreguerras la Navidad en Alemania ya venía siendo objeto de duros ataques, pero no por parte de los nazis, sino de los comunistas y de los socialdemócratas.
“Los propagandistas del SPD (Partido Social Demócrata alemán) describieron repetidamente a la Navidad como un ejemplo de explotación burguesa y usaron el solsticio de invierno como una metáfora de la “nueva vida y el nuevo ser” que seguiría a la revolución socialista”, apuntó el historiador estadounidense Joe Perry, quien también ha estudiado los intentos de los nazis por apoderarse de la festividad.
Por su parte, los comunistas no dudaban en atacar los tradicionales mercados navideños e impedir cualquier tipo de celebración religiosa en público.
Este clima permitió a los nazis convertirse en los defensores de la festividad religiosa, en un principio, y luego comenzaron a utilizarla con fines propagandísticos.
Ejemplo de esto último fue la carta que en 1925 el futuro ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, publicó en varios medios pronazis y en la que acusaba a los comerciantes judíos de la excesiva mercantilización de la Navidad.
“Para los judíos la celebración más íntima de la cristiandad es solo una oportunidad para una gran estafa”, escribió.
Y acto seguido comparó a los grandes almacenes de propiedad de judíos con “bazares orientales” que explotaban a los “pobres volksgenossen (camaradas) alemanes”.
Enterrando al niño de Belén
Una vez que los nazis llegan al poder en Alemania, a principios de 1933, cambiaron de estrategia.
“Primero, habían intentado apropiarse de la Navidad, al colocar figuras y símbolos nazis en los árboles, en las decoraciones y en los mercados navideños o instando a las mujeres a cocinar galletas con la forma de la esvástica”, afirmó Bowler.
“Pero cuando consiguen hacerse con el poder total sus objetivos se hacen más ambiciosos y quieren nazificar a la Navidad y gradualmente paganizarla, eliminando todos los elementos religiosos de la celebración, incluyendo al niño Jesús”, agregó.
Y para conseguir este objetivo contaron con la ayuda de intelectuales e incluso de algunos religiosos, reveló Perry en su libro “Navidad en Alemania: Una historia cultural”.
“El pastor cristiano alemán Wilhelm Bauer, en su libro “Celebraciones para alemanes cristianos” de 1935, ofreció el guion para una celebración de Adviento “germanizada””, apuntó Perry, quien es profesor de Historia de Moderna de Europa de la Universidad de Georgia, Estados Unidos.
“En el texto se describía a la Navidad como la ocasión donde una “estrella de la mañana” surgía de la oscuridad el 25 de diciembre, pero omitía toda referencia a Belén y a José, María o incluso Jesús”, reveló.
El proceso de nazificación de la celebración incluyó la reescritura de los villancicos más populares.
“Noche de paz” fue uno de los que corrió esta suerte. Así, para principios de la década de 1940 todas las referencias a Jesús que contenía la canción fueron reemplazadas por menciones a Hitler.
“Los nazis se esforzaron por colonizar los villancicos”, afirmó Perry, quien indicó que entre 1920 y 1945 decenas de canciones navideñas fueron reescritas o escritas por los simpatizantes del partido.
¿El motivo? “Los villancicos atravesaban la división entre lo público y lo privado. Los alemanes cantaban en casa, por supuesto, pero también durante los servicios religiosos, en fiestas con amigos, en celebraciones grupales y en noticieros y transmisiones de radio", explicó.
"Los nazis sabían el impacto emocional que generaban”, agregó.
La modificación de la canción no quedó sin respuesta desde el lado aliado. Así, en la Navidad de 1941, el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, cantaron la versión original luego de la cumbre mantuvieron en la Casa Blanca para planificar sus acciones contra la Alemania nazi.
Un símbolo
“Noche de paz” no es cualquier villancico, sino que es uno de los más populares en los países de habla germana.
La canción, escrita por el sacerdote austriaco Joseph Mohr y musicalizada por el maestro de escuela y organista Franz Xaver Gruber, fue estrenada en la Nochebuena de 1818 en el pueblo de Obendorf, cerca de Salzburgo (Austria), justo cuando el continente europeo se recuperaba de la devastación de las guerras napoleónicas.
“El hecho de que hoy conozcamos Noche de paz es un milagro, porque fue creada para una comunidad muy pequeña”, explicó el músico venezolano César Muñoz, en un video que le dedicó a la pieza.
El hermoso villancico comenzó a propagarse, de boca a boca, por los pueblos aledaños, hasta llegar a la corte imperial austriaca y de allí saltó a otras, precisó el experto.
No obstante, como el manuscrito original se perdió durante décadas, se desconoció la identidad de sus autores. Fue en 1995 cuando el documento fue encontrado y se pudo verificar que Mohr y Gruber fueron sus creadores.
Ocho décadas antes, la canción protagonizó un hecho inédito y sin precedentes y que, según expertos, terminaría de popularizarla: la tregua de Navidad.
“El 24 de diciembre de 1914, año en el que comenzó la Primera Guerra Mundial, desde sus trincheras todos los soldados enfrentados, cada uno en su idioma, entonaron juntos el villancico decretando esa como una noche de paz”, recordó Múñoz.
En 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) la declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Una fe para débiles
Durante el nazismo varios de sus jerarcas e ideólogos consideraron que las medidas para cooptar a la Navidad eran insuficientes y que había que ir más allá.
“Desde las SS querían paganizar totalmente la celebración e incluso plantearon moverla del 25 de diciembre al día 21, el día del solsticio de invierno; y así asociarla con dioses teutónicos antiguos como Wotan, eliminando al niño Jesús y a San Nicolás como los personajes que traen los regalos a los niños”, explicó.
Pero ¿cuál era el problema de los nazis con la Navidad? Bowler sostiene que la raíz del conflicto no estaba en la festividad en sí, sino en el cristianismo en su conjunto.
“Hitler y Mussolini consideraban que el cristianismo era una religión para los débiles”, explicó el historiador, quien recordó que el hecho de que Jesús fuera judío y que se hubiera dejado crucificar por los líderes religiosos judíos no era bien visto por los ideólogos fascistas.
“El fascismo versa sobre la fuerza e imponer la voluntad. Y, por ello, Cristo debía ser sacado de la Navidad y reemplazado por deidades paganas”, apuntó.
Esto, a pesar de que en 1921 en un mitin que dio en una cervecería en Múnich, el propio Hitler condenó “a los cobardes judíos por clavar en la cruz al salvador del mundo”.
Las maniobras de los nazis no sentaron bien a los líderes religiosos, quienes de manera subrepticia instruyeron a sus ministros y sacerdotes a continuar las celebraciones navideñas como se venían desarrollando tradicionalmente y a obviar los cambios aprobados desde el gobierno.
Unos pocos incluso se opusieron públicamente.
“Un sacerdote amenazó con excomulgar a las mujeres que se unieran a la Liga de Mujeres Nacionalsocialistas (una de las organizaciones del partido nazi)”, recordó Perry.
Los creyentes hicieron lo propio, aseguró Bowler, quien atribuyó a estas resistencias cotidianas y silenciosas que la celebración pudiera sobrevivir a este período.
“La Navidad estaba demasiado arraigada a la sociedad alemana”, dijo.
“Uno podría ser decir que Alemania es uno de los países que más aman la Navidad, pues allí se ha producido mucha música y han salido tradiciones hoy globales como el árbol de Navidad y la corona de adviento”, recordó.