En marzo, Jean-Marc Sauvé estimó que la comisión independiente que lideraba encontraría al menos 10,000 casos de abuso cometidos en la Iglesia Católica francesa desde 1950. Las cifras finales, sin embargo, revelan un horror muchísimo mayor.
Tres años de pesquisas concluyeron que más de 216 mil niños fueron víctimas de sacerdotes pederastas en el país galo en los últimos 70 años, una cifra que podría superar los 330 mil, si se incluye el abuso de laicos vinculados a instituciones religiosas.
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Los hallazgos -cada uno más atroz que el anterior- se publicaron ayer en un demoledor informe de 2.500 páginas preparado por la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase), que concluyó que la iglesia “mostró una profunda indiferencia y se protegió a sí misma”. La investigación se hizo a pedido de los propios obispos franceses, que tras las revelaciones expresaron su “vergüenza” y pidieron perdón a las víctimas.
“[Este informe es] una pesada carga tanto en el sentido literal como figurado”, dijo Jean-Marc Sauvé, presidente de la Ciase, al entregar el documento a la Conferencia Episcopal (CEF) y la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia (Corref). La iglesia francesa acordó en noviembre del 2018 establecer la comisión después de que enormes y repetidos escándalos de abuso infantil sacudieran a la Iglesia católica en el país y en el extranjero.
“Es un golpe importante para la Iglesia Católica”, dice a El Comercio Marcial Sánchez Gaete, chileno experto en Historia de la Iglesia que plantea que la enorme cantidad de víctimas reveladas en el informe francés permite plantear que “el encubrimiento a nivel de la Iglesia Católica ha sido sistemático”.
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“No se puede decir que los abusos son esporádicos, hay un sistema de abusos. Si uno revisa los antecedentes de estos casos en otros países puede notar que tienen la misma forma de abusar”, agrega.
Por su parte, Juan Miguel Espinoza, profesor del departamento de Teología de la Pontificia Universidad Católica del Perú, señala que el impacto del informe para la Iglesia Católica es aún mayor si se considera que se inscribe dentro de una cadena de graves revelaciones ocurridas al menos en los últimos 10 años, primero en Estados Unidos, luego en Irlanda, Alemania, Australia y otros países.
“Es la confirmación de un problema sistémico y estructural que existe dentro de la Iglesia Católica y que reafirma que esto es una prioridad que necesita ser atendida a nivel global. Este informe confirma lo que ya sabemos, pero con cifras cada vez más contundentes e impactantes”, apunta a este Diario.
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El caso francés como incentivo
Uno de los aspectos más desgarradores de conocer los abusos en la Iglesia francesa es el saber que no se trata de un problema nuevo y que, con toda seguridad, aún hay miles de víctimas que permanecen en silencio en todo el mundo.
A diferencia de lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos de este tipo, en Francia la investigación fue solicitada por los mismos obispos franceses. Se trata de una iniciativa similar a la realiza en Alemania, donde un par de años atrás se un informe elaborado por encargo de la Conferencia Episcopal de ese país documentó 3.677 casos de abusos sexuales cometidos por 1.670 religiosos católicos entre 1946 y 2014.
“Si hay que sacar algo positivo, es que este informe revelado hoy fue solicitado por los obispos de Francia, a diferencia de otros casos como en Australia, Estados Unidos o Chile, donde ha sido más bien la justicia civil la que ha presionado para que esto se revele y se procesen los casos”, dice Espinoza.
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“Esta es una iniciativa que nace de la propia conferencia de obispos franceses con una comisión formada independientemente. Parece que al menos comienza a generarse conciencia dentro de los obispos de iglesias importantes como son la francesa y la alemana, que antes ya había tomado la iniciativa. Es necesario que la Iglesia misma tome la iniciativa de investigar a profundidad y de hacerse cargo de estos actos”, agrega.
En la misma línea, Sánchez Gaete considera que informes como el publicado en Francia deberían incentivar a que más países se atrevan a avanzar en este proceso.
“Los países y fundamentalmente la Iglesia Católica, a través de sus conferencias episcopales, tienen que ser capaces de empezar a buscar la verdad. El problema es que muchas veces ellos mismos están enlodados por abusos o por encubrimiento, como hemos visto en Estados Unidos y otros países”, señala.
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Consecuencias y retos para el Papa
Para ambos expertos lo más importante en todos los procesos de investigación y denuncias de abusos en la Iglesia es colocar a las víctimas por delante de todo.
“Son las víctimas las que han tenido la valentía de denunciar, de recordar el abuso y las que sufren las secuelas de estos actos”, dice Sánchez Gaete, quien recuerda que, en Chile, su país, hay varias investigaciones abiertas por estos actos.
También consideran que tras la revelación del informe en Francia el reto está en las respuestas que van a adoptar la Iglesia y la Justicia de Francia ante las denuncias.
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“Es claro que a largo y mediano plazo esto mella en la confianza y va a ocasionar que menos personas se unan a la Iglesia Católica, pero a corto plazo hay que ver cómo actúa la justicia en Francia. Eso es muy importante porque en la medida que no se llevan los casos a la justicia penal o civil en los países que correspondan esos pederastas pueden quedar fuera de la Iglesia, pero siguen libres para seguir abusando”, dice Sánchez Gaete.
Por su parte, Espinoza destaca que a nivel de la Iglesia y del Papa, que ha hecho de la lucha contra los abusos en la Iglesia su caballito de batalla, esto es una invitación a seguir implementando reformas que ayuden a repensar los roles de autoridad y el ejercicio del poder en la Iglesia Católica.
“Se necesita que haya estructuras más claras de rendición de cuentas, los obispos no pueden ser pequeños monarcas en sus diócesis que no le responden a nadie más que al Papa, ni puede ser que los sacerdotes solo les respondan a los obispos. Se tienen que generar estructuras donde se generen estos mecanismos de vigilancia y cuidado”, apunta.
Sánchez Gaete destaca que el Papa ya hizo un cambio en el derecho canónico en donde queda establecido cuáles son las responsabilidades individuales y colectivas de los abusos en la Iglesia Católica, y también qué hay que hacer con el abusador y la víctima.
“Él dio ese paso y ahora tiene que seguir dando otros. Tiene que seguir tomando el teléfono de forma directa y llamar a las diferentes conferencias episcopales para que partan con las investigaciones. Sin embargo, hay muchos cardenales que no están de acuerdo con las políticas del Papa y que prefieren que la Iglesia de preocupe de otros temas. Es un reto muy grande”, añade.
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