México vuelve a asestar un golpe, esta vez durante la IX Cumbre de las Américas, que tanto cuestionó antes de su inicio esta semana en Los Ángeles. Marcelo Ebrard, su secretario de Relaciones Exteriores, sostuvo que “el papel que desempeña” la Organización de Estados Americanos (OEA), se agotó.
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“Por la nueva realidad, la propuesta que México desea hacer [...] es que conformemos un grupo de trabajo que presente el proyecto de refundación del orden interamericano”, sostuvo.
Y agregó: “Es evidente que la Organización de Estados Americanos y su forma de actuar están agotados ante esa realidad”.
Más adelante, el mismo Ebrard reveló el verdadero motivo de la propuesta: “¿Por qué no repensamos el principio de no intervención y el beneficio mutuo?”.
Con esas palabras, el canciller no solo cuestionaba la decisión del anfitrión de la cumbre, Estados Unidos, por no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua; sino que le daba un golpe a la institución con sede en Washington.
Para entender el discurso de Ebrard, el analista Óscar Vidarte propone tres ángulos. El primero tiene que ver con observar el papel que ha venido jugando la OEA. Es cierto, dice, que el organismo ha tenido muchos problemas para lidiar con los problemas más importantes de la región, casi siempre vinculados a la defensa de la democracia.
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“Por ejemplo, en el tema venezolano, su secretario general, Luis Almagro, se convirtió prácticamente un activista en contra de Nicolás Maduro. Luego, de alguna manera, se avaló la reelección de Evo Morales en Bolivia y, más adelante y de forma extraña, también su salida del poder”.
De allí que, durante la actual Cumbre de las Américas, una persona interrumpiera a Almagro y lo acusara de “tener manchadas las manos con la sangre de las decenas de personas que murieron en Bolivia en el 2019″.
“La crítica pasa porque Venezuela se salió de la OEA y Nicaragua está siguiendo el mismo camino. Es decir, es un organismo cuyos miembros se van. Y eso denota algo”.
Participación de México en la Cumbre de las Américas esta mañana : pic.twitter.com/bFNtdz5sL4
— Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard) June 8, 2022
Lo segundo que hay que tener en consideración para entender a Ebrard, dice Vidarte, es que, en gran medida, la OEA “depende de países como Estados Unidos, lo que siempre ha sido una carga porque genera limitaciones”.
La más clara sería la no invitación de ciertos países a la Cumbre de las Américas, un argumento que no se sostiene porque la misma carta fundacional de la reunión señala que solo se admiten países democráticos.
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Agua para su molino
El tercer elemento que propone Vidarte es la política exterior de México. Lo dicho por Ebrard debe entenderse como la forma en la que su país busca el liderazgo de la región en un “momento en el que ni Brasil ni Argentina lo ofrecen”. “Irónicamente, durante los primeros años del gobierno de AMLO no hubo mucho interés”.
Para sustentar su lógica, el argumento de la no intervención es clave.
“México tiene una visión muy particular sobre el asunto, digamos, más clásica, a pesar de que hoy en día los debates sobre el tema son más complejos. La no intervención no puede ser una herramienta o arma que permita violaciones a la democracia y a los derechos humanos”.
Para Ebrard, la solución de los problemas no pasa por la OEA. Se trata, más bien, de confiar en que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños guiará el destino de la región. “Él habla de la Celac como un mecanismo de integración, que no lo es, y dice que podría servir para una transición latinoamericana a algo que podría parecerse a la Unión Europea”.
“Es muy particular la presencia del presidente argentino Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas en representación de la Celac, y que ello fuese coordinado con su par mexicano. Eso deja en claro que México está ejerciendo una influencia importante”.
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Sin embargo, para Vidarte es claro que todos los problemas que vive la OEA -”que a los países ya no les interese ser parte y que sus salidas de la organización no generen nada”- no son únicamente por propia culpa, porque no es que cuente con “grandes herramientas”.
“Lo que dice Ebrard tiene una parte que es cierta, la crítica, pero habría que ver qué propone. Una cosa es refundar la OEA y otra es desaparecerla. También habría que ver si México logra el consenso y el apoyo regional, y transforma este asunto en un liderazgo”.
“Pero estos son procesos más largos: la refundación del sistema latinoamericano no se sucede por un discurso, sobre todo porque es una región fracturada y con tendencias disímiles”.
En todo caso, Vidarte sostiene que esta situación es una buena oportunidad para reflexionar sobre la OEA, “que ha mostrado falencias y ha perdido importancia”. Él sentencia:
“¿De qué hablamos cuando decimos que queremos refundar la OEA? ¿De botar a Estados Unidos? ¿Queremos dejarla de lado y promover la Celac? No sé si ese sea el camino más deseable”.
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