De limpiabotas y líder sindical a tres veces presidente de Brasil: Luiz Inácio Lula da Silva regresa de nuevo al poder. Este autodefinido “joven” de 77 años, ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana, se impuso el domingo con 50,83% de los votos -escrutado el 98,8% de los sufragios- sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, que buscaba la reelección.
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Y vuelve a tomar las riendas de este país de tamaño continental tras haber sido condenado y encarcelado por un caso de corrupción, que muchos dieron por sentado marcaba el fin de su vida política.
“Es el día más importante de mi vida”, dijo a periodistas después de votar en una escuela de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo donde se forjó como líder sindical en los años 1970.
Dos veces presidente entre 2003 y 2010, Lula dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza.
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Y se granjeó un enorme prestigio internacional como piloto del “milagro” económico brasileño, empujado por los altos precios de las materias primas.
En este tercer período no contará con la misma bonanza: si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000.
Orígenes
Una diminuta cabaña de barro, réplica de la de su familia cuando nació el 27 de octubre de 1945, recuerda sus orígenes humildes en el empobrecido noreste de Brasil.
Séptimo hijo de un matrimonio analfabeto, Lula fue abandonado por su padre antes de que la familia emigrara, como millones de coterráneos, a la industrializada metrópoli de Sao Paulo.
Fue vendedor ambulante y lustrabotas. A los 14 años inició su formación de tornero, perdió un meñique al manipular una máquina y al final de la década de 1970, como líder del sindicato de los metalúrgicos, lideró una histórica huelga que desafió a la dictadura militar (1964-1985).
Disputó las primeras presidenciales tras la democratización, en 1989, y luego en 1994, 1998 y 2002, cuando venció y se convirtió en el primer jefe de Estado brasileño salido de la clase obrera.
“Me hubiera gustado ser doctor, pero tuve la suerte de que ustedes me dieron el primer diploma de mi vida, el de presidente de la República”, lanzó en un mitin.
Corrupción
Lula coronó su doble mandato consiguiendo la sede del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos de Rio-2016.
Pero su trayectoria política se vio empañada por escándalos de corrupción.
Fue reelegido pese al caso del “Mensalao”, una millonaria contabilidad ilegal montada por el Partido de los Trabajadores (PT) -que cofundó en 1980- para comprar el apoyo de congresistas.
Terminó igualmente envuelto en la “Lava Jato”, la mayor operación anticorrupción de la historia del país, enfocada en una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras.
Fue condenado en 2017 a nueve años y medio de prisión por la obtención de un apartamento de una constructora a cambio de contratos públicos, aunque siempre defendió su inocencia.
Estuvo 19 meses en prisión y en 2021 recuperó sus derechos políticos con la anulación de su sentencia por irregularidades procesales.
Perdió a un hermano y a un nieto de siete años mientras estuvo entre rejas.
“Me quedé tranquilo, preparándome como Mandela se preparó durante 27 años, como Gandhi se preparó toda su vida, para salir de prisión sin rabia”, dijo el expresidente.
“Drenó el oxígeno”
Padre de cinco hijos y sobreviviente de cáncer, Lula se casó por tercera vez en marzo con la socióloga Rosangela da Silva, “Janja”. Marisa Letícia Lula da Silva, que fue primera dama durante sus dos períodos de gobierno anteriores, murió en 2017.
Lula ha monopolizado el liderazgo de la izquierda brasileña. De nueve elecciones tras la restauración de la democracia incluida la de este domingo, solo se habrá ausentado de tres.
“Drenó un poco el oxígeno” de cualquier posible relevo generacional, explicó a la AFP Leonardo Paz, consultor para Brasil del International Crisis Group. “No dio mucho espacio para que jóvenes políticos de la izquierda crecieran”.
De cualquier forma, adelantó que no aspirará a gobernar ocho años.
“Todo el mundo sabe que un ciudadano con 81 años no puede querer la reelección”, indicó poco antes de imponerse en las urnas. “La naturaleza es implacable”.
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