“O hacemos unas elecciones limpias en Brasil o no hacemos elecciones”. Las críticas de Jair Bolsonaro al voto electrónico que le dio la presidencia en el 2018 no tienen cuando parar.
Y se han atizado más desde que este lunes el Tribunal Superior Electoral (TSE) pidiera a la Corte Suprema que lo investigara por generar una campaña de difamación que pone en tela de juicio al sistema electoral, de cara a los comicios presidenciales del 2022.
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En las últimas semanas, Bolsonaro ha exigido que se restituya el voto por papeletas e incluso ha sugerido que el presidente del TSE, Luis Barroso, “conspira para consumar un fraude” en favor del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su principal enemigo político y quien encabeza las encuestas.
¿Será que, ante el aumento de las críticas, el mandatario está emulando al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien hasta hoy señala que le quitaron la elección y sembró dudas sobre el voto por correo?
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Para Alberto Aggio, historiador y profesor de la Universidad Estadual Paulista, hay un detalle que lo diferencia del estadounidense. Hay similitudes, sí –como atacar a quienes los persiguen y convocar a manifestaciones en su defensa–, pero lo que hace Bolsonaro es asumir “la estrategia de los sectores de extrema derecha que añoran el periodo militar brasilero que duró hasta 1985”.
“En su caso, existen amenazas reales del personal militar, creando una tensión que no se veía desde hace muchos años en Brasil”, explica el académico a este Diario.
Aggio se refiere específicamente a la amenaza de Walter Braga Netto, el ministro de Defensa. “Él dejó en claro que, si no hay voto impreso, no habrán elecciones. Entonces, la intimidación no solo viene del presidente, sino de la autoridad máxima de las Fuerzas Armadas”, agrega.
¿La estrategia será suficiente para que Bolsonaro mantenga el poder? Para Moisés Marques, politólogo de la Fundación Escuela de Sociología y Política de Sao Paulo, no, pero no por eso se trata de una triquiñuela infecunda.
Para él, primero hay que observar que, según las encuestas, Bolsonaro tiene entre el 25% y 30% de intención de voto con miras a las elecciones presidenciales del 2022, una cifra que refleja la cantidad de personas que apoyan al gobierno.
“Para ellos es que crean ‘fake news’ o historias que no tienen sustento en la realidad. ¿Por qué? Porque Bolsonaro y su equipo son quienes controlan las instituciones. Entonces, la apuesta es por radicalizar el discurso, asegurar ese porcentaje y llegar a la segunda vuelta”, explica.
Aggio refuerza la idea describiendo a los bolsonaristas: “personas que desconfían, que piensan que la democracia es una trampa que no atiende a los intereses individuales”.
Y entre que el presidente los azuza, hay especialistas que anotan que Bolsonaro podría quedar fuera de carrera: la investigación por “abuso de poder, uso indebido de canales de comunicación oficiales, corrupción, fraude” ya inició.
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Todo o nada
La gestión de Bolsonaro ha dejado a muchos con un sinsabor en la boca. De allí es que se entiende que tantos le den la espalda en los estudios de intención de voto. Aggio anota que fueron tres puntos los que le generaron un gran descrédito al mandatario: la mala gestión de la pandemia, una economía estancada y el aumento del desempleo, y la falta de un horizonte. Él explica:
“Hasta su llegada, muchos percibían a Brasil como un país integrado en la comunidad global, pero el presidente encontró la forma de aislarlo. Y por fin se puede decir que hubo una fiebre contra el Partido de los Trabajadores: muchos votaron por Bolsonaro por estar en contra del PT, pero, ahora, muchos de ellos probablemente buscarán a un candidato distinto”.
De ahí que, añade Aggio, Bolsonaro solo les hable a sus fieles de ‘antipetismo’ y ‘antilulismo’, como forma de llegar a una segunda vuelta electoral.
Y es muy difícil que ese voto duro cambie de opinión. Para Marques, solo hay dos posibilidades de que eso suceda. La primera sería la aparición de un escándalo de corrupción muy grande, no los que existen hasta el momento y que involucran a su familia y la “apropiación de dinero asesores”.
“El segundo sería descubrir algo que se oponga moralmente a su conservadurismo, como una tercera esposa o hijos fuera del matrimonio. Pero, aun así, creo que no sería suficiente”, anota.
Entones, ¿cómo se ve el panorama electoral del 2022? Marques destaca que, aun cuando falta un poco más de un año para los comicios, casi no hay candidaturas definidas.
“Luiz Inácio Lula da Silva es un candidato competitivo, que quizás tenga un poco más de intención de voto que Bolsonaro. Él es su mejor oponente y viceversa. ¿Por qué? A parte de la población no le gusta Lula ni el PT”, dice.
Aun así, agrega el especialista, la única forma de que ambos tengan éxito sería atrayendo al centro, que no tiene candidato. En ese sentido, anota Marques, la elección podría decidirse si es que aparece un candidato competitivo de centro.
Para Aggio, si bien Lula es una gran fuerza política, hay otros competidores que se podrían sumar a la contienda electoral del próximo año. Ahí está Ciro Gomes, un político “de centro izquierda nacionalista y desarrollista”. Otro posible candidato serían João Doria. “Sao Paulo es el Estado más productivo y rico del país, y Doria fue el maestro que alcanzó las vacunas contra el COVID-19”.
De lo que no podrá salvarse Bolsonaro, queda claro, es de aquello que dinamitó la permanencia del PT en el poder: el voto motivado por el rechazo, una postura que tan resuena en el Perú. Marques sentencia: “Vamos a tener un gran antibolsonarismo en el 2022. El efecto puede ser fatal para el presidente”.
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