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“Una reforma que nunca se anunció ni discutió”: la reelección indefinida y el temor del fin de la democracia en El Salvador
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La Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó la reforma que permitirá la reelección indefinida de Nayib Bukele y anulará la segunda vuelta electoral. El organismo legislativo salvadoreño, dominado por el oficialismo con una mayoría casi total, aprobó la medida tras un periodo de evaluación sumamente breve.
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En lo que ha sido calificado por la prensa internacional como una “medida exprés”, 57 de los 60 diputados de El Salvador dieron luz verde a lo que opositores, activistas y analistas han calificado como el inicio de una “dictadura”. Los únicos tres votos en contra provenían de los tres escaños que ocupa la oposición.
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“El partido de Bukele impulsa una reforma constitucional exprés para permitir la reelección presidencial indefinida. Están recorriendo el mismo camino que Venezuela. Empieza con un líder que usa su popularidad para concentrar poder, y termina en dictadura”, publicó en X la directora de la División de las Américas de Human Rights Watch, Juanita Goebertus.
En la vereda opuesta se ubicaron los parlamentarios de Nuevas Ideas, el partido de gobierno, que hicieron el anuncio con entusiasmo.
“Gracias por hacer historia, colegas diputados”, declaró por su parte Ernesto Castro, presidente de la Asamblea Nacional.
La medida firmada por los diputados introduce modificaciones adicionales como la anulación de las segundas vueltas electorales y la sincronización de los comicios presidenciales con los legislativos y subnacionales. Para dicho fin, el actual período del Poder Ejecutivo culminará en el 2027 y no en el 2029, como estaba inicialmente previsto.
Un camino de varios pasos
Nayib Bukele logró que en el 2021 la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) le permitiera burlar la prohibición de optar a la reelección inmediata. El argumento empleado fue el otorgamiento de una “licencia” para poder tomar parte en las elecciones del 2024, decisión que fue considerada ilegítima por la oposición y organismos observadores internacionales.
En el 2024, Bukele obtuvo una victoria aplastante en los comicios presidenciales con un 85% de los votos a su favor. Poco después de su reelección, el mandatario indicó que su intención no era mantenerse indefinidamente en el poder.

Las reacciones al interior
En comunicación con El Comercio, el periodista salvadoreño Fernando Romero comenta que la ampliación de la reelección en su país ha sido abordada de forma discreta por el oficialismo, y ante la falta de pronunciamiento de Bukele sobre la reforma ha sido su entorno el que ha defendido la modificación como una necesidad.
“De la parte gubernamental hay una actitud como de colocarlo en un marco de conveniencia política, incluso de conveniencia financiera para las arcas del Estado, pues dicen que con estas reformas va a haber un ahorro significativo y se va a gastar menos en segundas vueltas electorales. También indican que se van a simplificar las campañas electorales, ya que la elección presidencial se va a sincronizar con las legislativas y municipales. Ellos han hablado de una ‘campañitis’ de la que el país va a descansar”, señala Romero.

Para Gabriel Labrador, también periodista salvadoreño, la popularidad de Bukele no oculta que pueda haber indicios de desaprobación más allá de las organizaciones y analistas que llevan años apuntando hacia las posturas antidemocráticas del gobernante de El Salvador.
“Esta reforma ha provocado un rechazo en este sector (crítico con el gobierno) de la población porque es la confirmación de un proceso autoritario que ahora sí demuestra que busca la perpetuidad en el poder”, explica.
La aprobación de la reelección indefinida en El Salvador se produjo en un contexto específico dentro del calendario del país centroamericano, pues tuvo lugar justo antes del inicio de las vacaciones de agosto. Según los periodistas consultados, tal decisión sería intencional y puede dar a entender que el gobierno no confiaba en que la reforma tuviera el consenso de otras medidas durante la gestión de Bukele.
“Han sido discretos y eso es muy interesante. Por ejemplo, el día en que Bukele se postuló para la reelección, en el 2023, hubo fuegos artificiales y una gran fiesta. Esta vez la reforma constitucional se ha hecho el último día antes de la vacación agostina que tenemos en El Salvador, donde el gobierno entero se va una semana y la gente en la empresa privada descansa la misma cantidad de tiempo. Se trata de una práctica legislativa muy antigua: medidas altamente polémicas son aprobadas justo antes de períodos largos de vacaciones como para que la gente se olvide”, explica Fernando Romero.
En ese contexto, la población no habría tenido mayor espacio para analizar si la reforma votada por el Poder Legislativo era de su agrado, y a partir de este punto es que se puede considerar que es todavía difícil medir con certeza la respuesta de la opinión pública salvadoreña.
“Esta es una reforma sorpresa, nunca se anunció ni se discutió y se aprobó en unas dos o tres horas después de presentarse. No se convocó a un diálogo nacional, ni siquiera siguió un proceso de debida difusión en la Asamblea Legislativa. Entonces, es complicado saber la opinión ahora mismo de la población porque fue en horas de la noche y habrá que salir a la gente a preguntar, pero no hemos podido hacer ese ejercicio”, apunta Gabriel Labrador.
Este último indica que las últimas encuestas han comenzado a mostrar un descenso en la popularidad en distintas instancias del Estado, lo que habría motivado a los parlamentarios a querer aprovechar la alta aprobación que todavía mantiene Bukele.
“Estas reformas llevan una aparente intención de que no haya elecciones libres ni competitivas. (…) Se va a votar por diputados, alcaldes y presidente en los mismos comicios, con lo cual se intuye que el partido Nuevas Ideas quiere aprovecharse la marca Bukele para que sus diputados y alcaldes puedan hacer campaña bajo esa bandera, porque si la hacen ellos por separado la población los va a castigar como en las encuestas”, explica el periodista.
Sin embargo, el arrastre del presidente no podría ser el mismo a causa de la reelección indefinida y el mismo Bukele por ahora parece ser bastante cauto y parece buscar no ser asociado directamente al cambio en la Constitución.
“Hay un análisis de especialistas que dicen que el rechazo ha comenzado a crecer después de un mes de mayo en el que hubo capturas arbitrarias como la de Ruth López, abogada y jefa de la Unidad de Anticorrupción de la ONG Cristosal, y la de Enrique Anaya, abogado constitucionalista crítico de Bukele, además de que muchos periodistas tuvimos que salir al exilio. Todo eso está golpeando su imagen y le está dificultando mantener niveles de aprobación altos y por eso es que ocurren estas reformas”, profundiza Labrador.
“A nivel discursivo, la palabra ‘reelección’ ha sido mencionada muy pocas veces y en la sesión plenaria de ayer en la asamblea los diputados oficialistas usaron ese vocablo apenas una o dos veces. Ellos hablan de ‘permitirle el derecho a la gente’ a una reelección presidencial”, agrega. Para el reportero, “Bukele siempre ha intentado que este tipo de formas complicadas las haga la Asamblea Legislativa o cualquier otra autoridad”, pero evita ser el principal promotor de estas de cara al público.
¿Sin vuelta atrás?
Organizaciones no gubernamentales de El Salvador como Acción Ciudadana y Cristosal, junto a la oposición, ya consideraban desde años anteriores que Bukele había ingresado a una ruta autoritaria sin retorno, así que la aprobación de la reelección ilimitada sería la confirmación definitiva de este hecho, a juicio de Fernando Romero.
“El Salvador todavía tiene democracia solo de nombre. Es decir, tiene los ‘cajones’ de una Asamblea Legislativa, tiene los ‘cajones’ de una Corte Suprema de Justicia, cuya Sala de lo Constitucional está llamada a velar por el cumplimiento y el respeto a la Constitución de la República. Sin embargo, lo que han venido haciendo en el partido de Bukele desde estas instancias a partir del año 2021 ha sido erosionar la Constitución hasta llegar a las reformas actuales”, finaliza Romero.










