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¿Por qué la crisis política no ha impacto en los mercados?
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"El tipo de cambio es un precio relativo y no solo depende de lo que pasa en el Perú, sino también en el resto del mundo".
La ausencia de una reacción en los mercados ha hecho pensar que hemos vuelto a la famosa hipótesis de las cuerdas separadas entre economía y política.
En base a los estudios de la experiencia del Perú y de otros países, existen dos formas en que ambas se retroalimentan. Una es el choque de muy corto plazo, cuando cambios políticos resultan en una venta masiva por parte de extranjeros y locales de los activos locales, denominados en soles y dólares. La otra es más sutil, de largo plazo, y suele percibirse en la tasa de crecimiento de largo plazo.
Muchos se preguntan: ¿por qué no hemos visto un impacto negativo en los mercados como resultado de la crisis política tras la designación del presidente José Jerí? Los estudios de este tipo de reacciones nos dicen que estos efectos surgen cuando los cambios políticos resultan en un cambio de régimen; por ejemplo, si se hubiese tratado de cambiar nuestra Constitución. Esto sucedió con la elección de Castillo, y antes con Humala. La elección de Jerí es percibida como un cambio hacia la derecha, después del caótico gobierno de la señora Boluarte, que significaba un retroceso institucional.
El tipo de cambio es un precio relativo y no solo depende de lo que pasa en el Perú, sino también en el resto del mundo. Los reportes de cuentas externas muestran que tenemos un gran flujo de capitales en la balanza de pagos, altísimos precios de nuestras materias primas, y una fuerte depreciación del dólar a nivel mundial. Eso hace a los inversionistas migrar hacia instrumentos que les dan más retorno y menos riesgo: los activos denominados en soles.
La otra es más sutil, y suele impactar sobre nuestra tasa de crecimiento de largo plazo. Desde el gobierno de Vizcarra hemos crecido a solo el 2,4% en promedio anual, y con Boluarte aún menos, a 1,9%, muy por debajo del 5,4% en el 2002-17.
"El verdadero desafío no es sobrevivir a la crisis política actual, sino reconstruir la capacidad del Estado para sostener el crecimiento cuando el ciclo externo se agote".
El Perú atraviesa una nueva crisis política y, sin embargo, los mercados parecen indiferentes. La dinámica productiva continúa; la inflación bajo control;
el tipo de cambio apreciado y la bolsa sin alteraciones significativas. Muchos alimentan la idea de que la política y la economía pueden seguir caminos separados. Pero esa aparente desconexión es una ilusión.
La estabilidad actual no nace del presente, sino del pasado. Fue el conjunto de reformas de los años noventa y de las dos primeras décadas de este siglo –fiscales, monetarias y estructurales– lo que construyó un andamiaje económico resistente. La apertura comercial, la disciplina fiscal, la autonomía del Banco Central y el marco de prudencia en el manejo de la deuda generaron una reputación de estabilidad que, hasta hoy, sigue protegiendo al país. Esa arquitectura es la que amortigua el ruido político, no la sensatez del momento.
Sin embargo, esa fortaleza tiene límites. La economía peruana se encuentra hoy “dopada” por un contexto internacional favorable: los altos precios de los minerales están suavizando los impactos de la incertidumbre interna y sosteniendo los ingresos fiscales. Pero, como todo ciclo, este también acabará. Cuando el viento de los ‘commodities’ deje de soplar a favor, quedará expuesta la fragilidad estructural de un país que ha venido debilitando su institucionalidad y su capacidad de generar confianza.
La aparente calma de hoy es, por tanto, engañosa. La inversión privada se mantiene contenida, la productividad no avanza y el Estado pierde eficacia. No estamos ante un milagro de resiliencia, sino ante un reflejo tardío de los cimientos que aún resisten.
El verdadero desafío no es sobrevivir a la crisis política actual, sino reconstruir la capacidad del Estado para sostener el crecimiento cuando el ciclo externo se agote. Porque, al final, las cuerdas nunca estuvieron separadas. Y las consecuencias de todas las irresponsabilidades políticas y económicas saldrán a flote.

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