La naturaleza y la biodiversidad se encuentran en el corazón del futuro de nuestro planeta y están profundamente entrelazadas con el cambio climático. La pérdida de biodiversidad amplifica los impactos climáticos. A su vez, el aumento de las temperaturas, los cambios en las precipitaciones y los desastres naturales más frecuentes desestabilizan aún más los ecosistemas, creando un peligroso ciclo de retroalimentación.
Esta interconexión se extiende a los impactos económicos. Se proyecta que la combinación del cambio climático y la pérdida de biodiversidad causarán un importante impacto negativo en el PBI, siendo los países más pobres los que sufrirán las mayores pérdidas. No obstante, hay oportunidades: la naturaleza es un poderoso motor económico, que proporciona servicios valorados en US$125 billones anuales, lo que equivale a 1,5 veces el PBI global. Solo en las Américas contribuye con US$24,3 billones anuales.
Encontrar formas para que la naturaleza impulse el crecimiento económico y, al mismo tiempo, conserve los ecosistemas, es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Sin embargo, abordar este desafío requiere cerrar la brecha anual de financiamiento para la biodiversidad de entre US$600 mil millones y US$800 mil millones.
América Latina, hogar del 40% de la biodiversidad del planeta, está a la vanguardia. La salud de sus ecosistemas no solo es crítica para mitigar el cambio climático a nivel global, sino también esencial para la estabilidad económica y social. La naturaleza sostiene alrededor del 20% de los empleos y alrededor del 12% del PBI de la región.
Los países de América Latina y el Caribe se han comprometido a detener y revertir la pérdida de naturaleza para el 2030. Para eso, buscan movilizar US$200 mil millones anuales para la biodiversidad, incluidos US$30 mil millones de financiación internacional, y están incorporando objetivos relacionados con la naturaleza en sus compromisos de acción climática interna.
La COP 16 de biodiversidad en Colombia y la COP 30 de clima en Brasil ofrecen un momento crucial para que América Latina lidere soluciones carbono neutrales y positivas para la naturaleza, construyendo el puente entre los esfuerzos climáticos y de biodiversidad.
Apoyar a la Amazonía y a sus países en dirección a la bioeconomía sostenible es clave. Nuestro programa Amazonía Siempre hace eso, con sus cinco pilares: lucha contra la deforestación; bioeconomía y economía creativa; personas con acceso adecuado a educación, salud y empleo; ciudades e infraestructura sostenible; y, agricultura, ganadería y silvicultura sostenibles y bajas en carbono.
Los resultados iniciales son alentadores. En un año, la cartera del programa ha pasado de US$1.000 millones a US$4.200 millones en 191 proyectos, en especial para organizaciones indígenas y afrodescendientes.
Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), incluido el BID, están movilizando recursos para la conservación. Las soluciones financieras innovadoras, como los bonos vinculados a la sostenibilidad y los canjes de deuda por naturaleza, pueden ayudar a aumentar las inversiones y movilizar recursos del sector privado esenciales para evitar tensiones en los balances fiscales.
El BID es el primer banco multilateral de desarrollo en implementar un plan de acción con métricas específicas para integrar la biodiversidad y en el 2023 nuestro financiamiento para la naturaleza superó los US$2.000 millones, o el 13% del total de aprobaciones de préstamos para este año.
Pero este reto no se soluciona solamente con más dinero: necesitamos resultados reales y medibles. Por esta razón, es esencial integrar la biodiversidad de manera transversal en nuestras economías. “Lo que se mide, se hace”, ha dicho el matemático austríaco del siglo XVI, Georg Joachim Rheticus. O sea, resolver un problema empieza con cuantificar sus variables asociadas.
En este sentido, la COP 16 en Colombia es crucial al reconocer y medir el valor de la biodiversidad, pues así podemos hacer de la restauración y la conservación pilares fundamentales del crecimiento económico sostenible, transformando un importante desafío global en una gran oportunidad para América Latina y el Caribe.