Los incendios forestales y otros desastres están paralizando regiones enteras. Pero, junto a estos graves fenómenos, coexisten el abuso, el acoso y otros tipos de forma de violencias que, a su vez, interrumpen el futuro de niñas y adolescentes cada día. Estas dos grandes tragedias no solo conviven en un mismo entorno, sino que están más relacionadas de lo que creemos.
Este 11 de octubre es el Día Internacional de la Niña, una fecha que viene conmemorándose hace 12 años en todo el mundo para visibilizar las brechas que las niñas viven frente a su edad y género en diferentes contextos; y cómo, desde las naciones, estamos proponiendo acciones para garantizar el cumplimiento de sus derechos. En este marco, nos enfrentamos a una realidad devastadora: la inminente crisis climática y las emergencias humanitarias afectan con crudeza a niñas y adolescentes.
En los últimos meses, el país ha sido gravemente afectado por los incendios forestales que han perjudicado a un promedio de 250.000 personas. Además de las consecuencias para la población en general, las niñas y adolescentes enfrentan una carga adicional: muchas se ven forzadas a abandonar sus escuelas para asumir responsabilidades del hogar y el cuidado de sus familias.
Durante las temporadas de inundaciones en Piura y Tumbes, las crecidas de los ríos bloquean las rutas de acceso a las escuelas, lo que ocasiona meses enteros de deserción escolar. Prueba de ello, según Minedu, es que, para marzo del 2023, cinco millones de estudiantes no pudieron iniciar clases a tiempo debido a las repercusiones del ciclón Yaku.
En épocas de sequía, por otro lado, el acceso al agua potable y la adquisición de productos básicos se convierten en un lujo, lo que perjudica su derecho a la salud, afectando el acceso de niñas y adolescentes a una correcta salud e higiene menstrual. En este contexto de necesidad y emergencia, las niñas se ven más expuestas a la explotación, la trata de personas, los embarazos forzados y todo tipo de violencia.
A nivel general, en cualquier crisis, los entornos se vuelven más vulnerables, lo que perpetúa la violencia. En concreto, según UNFPA, durante el ciclón Yaku, de enero a abril del 2023, hubo 2.049 denuncias de violencia basadas en género, y la mitad del total de denuncias fueron del 2022. Esta dramática sucesión de hechos deja en claro que las niñas y adolescentes se encuentran en la primera línea de riesgo, y que es urgente implementar medidas que protejan sus derechos básicos e integridad.
Para desafiar esta realidad, desde Plan International lanzamos la campaña Niñas Seguras, para hacer un llamado imperante a empresas, instituciones del Estado, sociedad civil y medios de comunicación a implementar estrategias donde se ponga el foco en garantizar la protección frente a la violencia, educación y salud integral de niñas y adolescentes. Y, más importante aún, garantizar que sus voces se escuchen, que sus historias y alternativas de solución se pongan sobre la mesa, posicionándolas no solo como un grupo vulnerable, sino como agentes activas de la lucha contra la crisis medioambiental. Ellas, más que nadie, saben lo que necesitan en situaciones de emergencia para poder vivir en un entorno libre de violencias, con la menor interrupción posible de sus estudios y el pleno acceso a su derecho a la salud.