Giulio Valz-Gen

Son varias las voces que sostienen que debemos enfocarnos en hablar de los problemas más importantes del país y no quedarnos en la minucia del día a día de nuestra política, incluidos temas como los ‘waykis’, mochasueldos, fiscales, jueces, entre varios otros.

La pretensión viene desde grupos políticos e incluso desde algunos sectores de la sociedad civil. En cada uno de los casos, las motivaciones e intereses varían.

Sería ideal que la agenda principal del país estuviese enfocada en las medidas que debemos tomar para sacar a millones de peruanos de la pobreza, enfrentar problemas de salud pública, la inseguridad, la discriminación, la corrupción, el bajo nivel de nuestra educación y un gran etcétera de medidas urgentes para siquiera acercarnos a algo que se parezca al desarrollo.

La pregunta es si el elenco de políticos que elegimos en el 2021 está preparado para plantear medidas que, de verdad, conduzcan al país a resolver sus problemas. La respuesta es no, a secas. Hemos visto lo suficiente para ser categóricos en esta respuesta.

¿Lo estarán los que elijamos en la próxima elección? Lo más probable es que tampoco, pero al menos es algo que todavía no tenemos 100% claro. Por ahí se nos hace el milagro.

Luego del rechazo de tres mociones de vacancia en el , ha quedado claro que, por ahora (y probablemente hasta julio del 2025, por lo menos), la presidenta seguirá al mando del país. También es evidente que el Parlamento continuará destruyendo la institucionalidad y que los fiscales y jueces tienen vela (un cirio sería más gráfico) en el caos político cotidiano.

Así las cosas, conviene tener una visión realista de lo que viene y adaptarse. Con tanto ruido es muy difícil entrar a temas de fondo, así se quiera o se deba.

Asusta solo imaginar que este Congreso o (con las facultades que han solicitado para legislar) puedan emprender más reformas (contrarreformas) de temas relevantes para el Perú. La mayoría de las que se han dado van en el sentido opuesto al desarrollo o buscan consolidar el poder que los grupos políticos, asumen ellos, seguirán teniendo en el futuro.

Debemos soportar a nuestras autoridades hasta que culmine su mandato. Así son las reglas. El mejor escenario sería que no alteren mucho el statu quo y que, si hay algo que hacer, sea más con vocación de parche.

Por supuesto que hay que hablar de políticas públicas y buscar los espacios para hacerlo. Sin embargo, la lógica detrás de esto debería estar más enfocada en lograr que los temas se inserten en el debate de unas próximas elecciones. El escenario de más reformas con nuestro elenco actual es altamente riesgoso.

No solo la presidenta es radioactiva; el Congreso también. Y bien sabemos que, lamentablemente, la radioactividad contamina por muchos años y que las reformas que se aprueben ahora pueden quedar con esa etiqueta mañana.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Giulio Valz-Gen Es socio de la consultora 50 + Uno