“A palabras necias, oídos sordos”, ha dicho la presidente Dina Boluarte. Así respondió ante la filtración de audios que revelan que su vehículo oficial pudo estar involucrado en una escapada del prófugo Vladimir Cerrón.
La Fiscalía de la Nación solicitó la documentación sobre el uso de los vehículos asignados a la presidencia. Según los audios, se habría usado el “cofre” (el auto presidencial) para llevar a Cerrón hasta Pisco. De regreso, se habría detenido en un grifo cercano al lugar donde se supone habría estado el líder sentenciado de Perú Libre.
Hay una fotografía que registra al vehículo en el grifo. Es sumamente extraña su presencia en los alrededores de la playa Mikonos ese día. Tiene que explicarse. El automóvil no es de la señora Boluarte, sino del Estado Peruano.
Tenemos derecho a saber en qué se usan los recursos públicos. Los vehículos oficiales deben ser usados para tareas oficiales. Si no, es una malversación. Peor aún si se usan para ayudar a un prófugo de la justicia.
Los audios obran en la fiscalía y fueron aportados por un policía que conversó con el ministro del Interior, Juan José Santiváñez. Este ha reconocido que la reunión se dio.
El policía es Junior Izquierdo, ‘Culebra’. Santiváñez ha dicho que se reunieron varias veces, pero desconoce el contenido de los audios. Dice que no es su voz y que estos fueron adulterados.
La presidente Boluarte, lejos de averiguar o esperar el resultado de sus investigaciones, se tapa los oídos.
La versión del “cofre” trasladando a Cerrón puede ser una mera fanfarronada. Debe explicarse, sin embargo, qué hacía el vehículo presidencial en ese lugar el día del megaoperativo de su búsqueda en Asia.
La jefe del Estado debe aclarar, además, si le dijo a Santiváñez que una condición para darle el Ministerio del Interior era desactivar la Diviac (División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad). Es muy fácil decir: “Es falso”.
La presidente Boluarte ha preferido optar por la pueril respuesta de una frase de la infancia: “A palabras necias, oídos sordos”. La protección y los espaldarazos de la presidente al ministro del Interior tienen un costo.
¿Por qué Boluarte no pide explicaciones al ministro? ¿Por qué no averigua más sobre los audios? ¿Por qué se tapa los oídos?
Ella sola hace que las dudas ya no recaigan sobre el ministro, sino también, y principalmente, sobre ella misma.