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Pobreza y desarrollo
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Pobreza y desarrollo

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Sheyla nació en Tacabamba y pudo migrar a Lima para terminar el colegio. Su familia la mandó a vivir con una tía en Puente Piedra y al terminar la secundaria llevó clases de cosmetología y estilismo. Como tres de cada cuatro peruanos, trabajaba de manera informal en una peluquería de su barrio, hasta que hace unos meses, por azares del destino, le llegó una convocatoria para un puesto de asistente de estilista en San Isidro. Aplicó y logró ser contratada. Hoy tiene un trabajo formal con mucho mejores condiciones, en una empresa que se preocupa por capacitarla. Tiene, por primera vez en su vida, una cuenta bancaria y ha aprendido a usar Yape, donde recibe las propinas de los clientes a los que atiende. Sheyla está feliz y, sin embargo, ahora debe invertir cinco horas al día en transporte público, dejando a sus hijos solos durante todo el día, y pese a trabajar ocho horas diarias, tiene que salir antes de las 6 a.m. y regresa pasadas las 8 p.m.

El Banco Mundial define la pobreza como la incapacidad de una persona para satisfacer sus necesidades básicas. Dentro de estas necesidades se incluye alimentación, vivienda, educación, salud y acceso a servicios esenciales, como es el transporte. Mejorar la calidad de vida de las personas requiere que se amplíe el acceso de la población a servicios básicos y a conectividad física: más escuelas, postas médicas y más pistas, carreteras, puentes y transporte público. Sin infraestructura y acceso a servicios es muy difícil que las personas puedan escapar de la pobreza.

En marzo del 2020, la pobreza en el Perú llegaba al 20,2% de la población. El Perú había sido la estrella de Latinoamérica en cuanto a crecimiento económico y reducción de la pobreza. Y, como nos creímos el cuento, no nos dimos cuenta de que el crecimiento económico por sí solo, sin instituciones y sin reformas de segunda y tercera generación, no trae consigo desarrollo.

Existe una relación directa entre crecimiento económico y reducción de la pobreza. A mayor crecimiento económico, mayor reducción de la pobreza. En el 2024, el Perú creció a 3,3% y pudimos reducir la pobreza en 1,4% con respecto del 2023. Pero parecería que nos hemos conformado con que 9,4 millones de peruanos sigan viviendo en pobreza. Si nos comparamos con las cifras prepandemia, estamos 7,4% por encima. El IPE estima que, si seguimos creciendo al 3%, recién lograremos regresar a los niveles de pobreza prepandemia en el 2046.

¿Qué nos impide regresar a cifras altas de crecimiento? Para que exista un mayor crecimiento económico necesitamos mayor inversión privada. Pero en el Perú la excesiva regulación y las normas sin sentido son una traba a la inversión, como lo es también la crisis política que vivimos y la falta de capacidad de gestión pública. Porque, como hemos visto, el crecimiento económico por sí solo no genera desarrollo ni logrará mejorar la calidad de vida de los peruanos.

Sheyla está pensando en comprarse una moto que le permita perder menos tiempo en el transporte. Hoy lo puede hacer y está evaluando pedir un préstamo al banco donde le depositan su sueldo. Sacar adelante el país es posible, siempre y cuando logremos articular esfuerzos del sector público y el privado buscando responder a las necesidades de los peruanos. Esta es una de las razones por las que la ciudadanía está esperando que los líderes empresariales se involucren en la cosa pública.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

María Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú

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