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Ni a la peruana ni a la boliviana
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Ni a la peruana ni a la boliviana

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A propósito del ascenso en las encuestas del virtual candidato presidencial , sorprendentemente seguido ahora de , abundan comentarios, aunque prematuros, respecto de que en abril del 2026 podría replicarse en el Perú el : el pase a la segunda vuelta del centrista Rodrigo Paz y del derechista Jorge ‘Tuto’ Quiroga, con propuestas que han dejado fuera a la izquierda.

El Perú ya conoció en el 2016 un fenómeno similar cuando Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori pasaron a la segunda vuelta, en una oportunidad histórica de gobernabilidad para el país tirada por la borda a la hora de insistir, ambos competidores, una vez confirmado el triunfo del primero, en una confrontación radical que los llevaría a una batalla de autodestrucción acelerada. Tras la renuncia de Kuczynski en el 2018, lo sucedería su vicepresidente Martín Vizcarra, el mismo que un año después, en el 2019, disolvería el Congreso de amplia mayoría fujimorista (73 escaños).

Así terminó la expectativa del 2016 en el Perú del pase a la segunda vuelta de dos fuerzas políticas de propuestas similares. Es más, fue el comienzo de una crisis política profunda. Un año después de la disolución del Congreso de mayoría fujimorista, Vizcarra fue vacado por el nuevo Congreso elegido precisamente bajo sus fracasadas reglas de reforma política. A Vizcarra lo sucedieron Manuel Merino y Francisco Sagasti, bajo cuya convocatoria a elecciones, en el 2021, accedió al poder Pedro Castillo, pero solo hasta el 7 de diciembre del 2022, cuando fue detenido y, posteriormente, procesado por atentar contra el orden constitucional en un fallido golpe de Estado.

No sabemos si en el Perú podremos experimentar una segunda vuelta a la boliviana, en una réplica de lo que ya vivimos en el 2016, como tampoco sabemos si la disputa entre Paz y Quiroga puede ser el comienzo de una gobernabilidad de reconstrucción de Bolivia, o el comienzo, si es que ambos competidores eligen confrontar en lugar de conciliar, de una nueva etapa oscura en el país del altiplano, como si no hubiesen aprendido la lección de 20 años de socialismo autoritario con Evo Morales.

Ni la experiencia electoral peruana ni la experiencia electoral boliviana sirven de modelo para uno y otro país. El mejor modelo será siempre el que a cada cual le dicte su Estado de derecho democrático. Bolivia ha hecho uso de ello a través de su Órgano Electoral Plurinacional, presidido impecablemente por Óscar Hassenteufel Salazar. El Jurado Nacional de Elecciones del Perú también tiene en Roberto Burneo Bermejo a un impecable presidente, no dispuesto (esperamos que así sea) a admitir ni reeditar las irregularidades que caracterizaron los procesos del 2016 y 2021.

Más allá de si hacemos las cosas a la peruana o a la boliviana, lo importante es que aquí y allá perdure una real democracia, muy lejos de las polarizaciones y confrontaciones destructivas, y más bien muy cerca de acuerdos, alianzas y concertaciones, que es lo que no hemos aprendido a hacer bien hasta hoy.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Juan Paredes Castro es periodista y escritor.

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