Escucha la noticia

00:0000:00
Postales de Ohio
Resumen de la noticia por IA
Postales de Ohio

Postales de Ohio

Resumen generado por Inteligencia Artificial
La IA puede cometer errores u omisiones. Recomendamos leer la información completa. ¿Encontraste un error? Repórtalo aquí
×
estrella

Accede a esta función exclusiva

Cuando a inicios de año me invitaron a la Feria del Libro de Columbus, en Ohio, mi primera intención fue declinar. Me daba pereza tomar un vuelo de trece horas —haciendo al menos una escala— para asistir a una feria prácticamente desconocida. Mi segundo pretexto para no asistir era de orden político: ¿para qué visitar uno de los bastiones del partido republicano, donde surgió el rumor —aireado por Donald Trump en 2024— de que ciertos inmigrantes se comen a los perros y gatos del vecindario?

Al final acepté ir. No solo me convencieron los entusiastas correos electrónicos del señor L, uno de los organizadores de la feria, sino que un día, buscando información más detallada sobre Columbus, descubrí que muy cerca de allí se encuentra el Museo de la Fuerza Aérea Norteamericana, donde se expone un avión con el que me obsesioné durante los años en que escribía mi novela “El mundo que vimos arder”. Me refiero al Memphis Belle, el bombardero B-17 que en la Segunda Guerra Mundial cumplió las veinticinco misiones de rigor sin que su tripulación sufriera bajas, y cuyas angustiantes experiencias vividas sobre los cielos de Europa fueron retratadas en una famosa película de 1990.Saber que vería los interiores de esa icónica nave a muy pocos metros de distancia despertó en mí un súbito interés por volar hasta esa ciudad del Midwest estadounidense que debe su nombre al caballero genovés que descubrió América.

La tarde que llegué, mientras desempacaba la maleta en el dormitorio del hotel, me pregunté qué tan agitada sería la vida nocturna de Columbus. La respuesta la encontré en el cajón de la mesilla de noche, donde dormían juntos un ejemplar de la Biblia y otro del Libro del Mormón. Al salir a dar un par de vueltas por el Downtown, confirmé mis intuiciones: calles solitarias, sosas, privadas de gente, de bares, de bulla, donde los pocos restaurantes de los alrededores atendían como máximo hasta las ocho de la noche.

Esas primeras impresiones negativas, sin embargo, contrastarían de forma radical con lo vivido en los días siguientes. La visita al Museo de la Fuerza Aérea me dejó pasmado: no solo vi al mítico Memphis Belle, sino una serie de aparatos enormes, intimidantes y bellísimos, como el avión presidencial que usaba Roosevelt o el Air Force One que transportaba a Kennedy, Bush y Clinton.

Antes y después de eso, el señor L y su esposa me llevaron a almorzar y cenar (incluido un “ceviche a la Columbus”), y en cada sobremesa me iban contando su entrañable historia de amor, migración y paternidad.

Luego, a veinte minutos del centro, me encontré con otra pareja de amigos peruanos: mis queridos C y O, quienes llevan casi una década viviendo por esos lares, en una casa muy cómoda, ubicada en un suburbio similar al de Los años maravillosos, donde sus tres hijos juegan con los vecinos sin prisas ni angustias. A decir verdad, las preocupaciones las tienen ellos, los padres, porque Estados Unidos se ha vuelto un país muy problemático desde que Trump reasumió la presidencia, y no solo por la continuidad de la violencia (el asesinato de Charlie Kirk se produjo justo durante los días de mi visita), sino por el sabotaje político y económico contra diferentes instituciones. En el hospital donde C trabaja como pediatra, los médicos sufren el recorte o la cancelación intempestiva de programas de asistencia sanitaria para poblaciones minoritarias, muchos de ellos destinados a inmigrantes.

Escuché quejas similares entre el grupo de latinoamericanos que saca adelante la Feria del Libro. Este año el Estado bloqueó las subvenciones que solía otorgar para asuntos culturales, obligando a la asociación organizadora a buscar fondos privados que permitieran la subsistencia del evento. Un profesor invitado comentó que en su centro de trabajo —The Ohio State University— se han cerrado cursos de enseñanza de idiomas como el portugués o el quechua.

A pesar de las limitaciones, la feria logró ponerse en marcha y su sede central, la Biblioteca Metropolitana, se convirtió en un pequeño foco de resistencia. Al hablar de su trabajo, cada autor que intervino —narradores y poetas originarios o con raíces de Centro y Sudamérica que quizá no cuenten con un gran cartel internacional, pero sí con una pasión indiscutible por la escritura— ofreció un testimonio de rebeldía frente al poder, el autoritarismo o la discriminación.

Oyéndolos derribé, uno a uno, los prejuicios que me había formado días atrás respecto de Columbus, y sentí que en esa ciudad ignota había algo vivo, algo cálido y poderoso que ojalá sea duradero.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Renato Cisneros es escritor y periodista

Contenido Sugerido

Contenido GEC