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Dado el precedente del 2024, las expectativas para el mensaje presidencial de hoy no son particularmente altas. El del año pasado fue un discurso tan largo como vacío, del que uno no podía sacudirse la percepción de que el aburrimiento y la vaguedad no eran errores estratégicos en la alocución, sino precisamente el punto.

¿Qué se puede pedir para el mensaje de hoy? En primer lugar, que sea bastante más corto. Todos los ministros tienen incentivos para agregar en las páginas del discurso presidencial lo que han logrado en sus carteras y lo que esperan conseguir este año. Es tarea de la Presidencia del Consejo de Ministros y de la presidentafiltrar el contenido para dejar únicamente lo relevante. Un mensaje de cinco horas en el fondo dice menos que uno de 45 minutos.

En segundo lugar, el mensaje debe abordar seriamente lo que todas las encuestas identifican como el principal problema del país: el avance de la delincuencia y de la inseguridad. Hasta ahora no se ha escuchado del gobierno nada que se parezca a un plan coherente de combate al crimen, y no logran engañar a nadie con las estadísticas que suelen compartir en ocasiones como estas para argüir que sus esfuerzos están dando resultados. Ineludible será también hacer referencias serias al combate a la minería ilegal.

Además, algo de sensatez y responsabilidad económica no caería mal. Fue una buena noticia que el Ministerio de Economía y Finanzas haya reculado en el cambio de la regla fiscal, pero aún hay mucho por corregir en este último año. La reciente aprobación del crédito suplementario y los salvatajes encubiertos a Petro-Perú, por ejemplo, son una muestra de poca disciplina. Finalmente, la presidenta podría abordar en su mensaje las responsabilidades que le tocan de cara a los futuros comicios. Garantías de imparcialidad, de comunicación clara y de orden frente a un proceso sumamente complejo serían bienvenidas.

Pero la verdad es que no hay tanto que pueda contar la mandataria hoy sobre su trayectoria, ni muchas cosas creíble que pueda comunicar sobre futuros planes relevantes para su último año. Quizá lo mejor que se pueda decir del mensaje de la presidenta Boluarte de esta mañana es que, al menos, fue el último.

Editorial de El Comercio

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