En una entrevista del fin de semana pasado, Kenji Fujimori aseguró que no descartaba la posibilidad de postular a la Presidencia de la República. Nosotros celebramos la noticia; después de todo, el benjamín de don Alberto no solo ha demostrado ser alguien de buenas ideas, sino, más importante aun, tener la personalidad perfecta para el cargo. Resumiendo, llamémosle una persona de pueblo de firmes convicciones.
Lo primero, lo de persona de pueblo, lo intuimos cuando se refirió al primer gobierno de García como “aprocalipsis”, pero lo vimos con más detalle en una reciente interpelación a Urresti, que si no fuera por sus palabras hubiera pasado desapercibida para el mundo. “Usted se cree el Batman, el Caballero de la Noche. Usted, ministro, tiene mucha calle, mucho ‘flow’”, dijo un ocurrente Kenji. Impresionó no solo por su conocimiento del lenguaje callejero, sino también por su capacidad de ponerse al mismo nivel del ministro –lo que no es fácil–, quien es conocido por comparar a Rospigliosi, su crítico más tenaz, con Lord Voldemort.
Lo segundo, lo de las firmes convicciones, se hizo público cuando el año pasado aseguró a los peruanos que su padre no había renunciado por fax a la presidencia. El que lo haya dicho desafiando al polígrafo de “El valor de la verdad” (y a la memoria de todos los peruanos), sin miedo a equivocarse, demuestra su entereza.
Ese es Kenji, un necio, perdón, firme hombre de mente perspicaz.