Desde el 2008, la libertad ha caído en 81 países, mientras que ha aumentado en 56. La libertad global ha venido en un lento declive, pero en muchos países no es tan lento, según un nuevo reporte.
En el “Índice de libertad humana 2018” –publicado por el Instituto Cato, el Instituto Fraser en Canadá y la Fundación Friedrich Naumann en Alemania– mi coautora Tanja Porcnik y yo tabulamos 79 indicadores de libertad personal, civil y económica por país para determinar qué tanto se están respetando o vulnerando los derechos básicos de las personas.
Nueva Zelanda y Suiza son los países más libres del mundo, según el nuevo índice, mientras Venezuela y Siria son los más reprimidos –de entre los que hubo suficiente data–. Chile, el país más libre de América Latina, ocupa el lugar 32 a escala mundial. El Perú se encuentra en la posición 47 y es el quinto país más libre de la región. Otros países latinoamericanos se ubican de la manera siguiente: Costa Rica (37), Panamá (46), México (75), Ecuador (83), Bolivia (92), Brasil (123). Estados Unidos, con un ránking de 17, es menos libre que en el 2008, cuando ocupó el undécimo lugar.
La libertad importa por tener un valor inherente y además porque está ligada al progreso humano. A mayor libertad, mayor nivel de bienestar en términos de expectativa de vida, acceso a agua potable, mayor innovación, etc. Los países en el cuartil más libre del índice, por ejemplo, gozan de un ingreso per cápita de US$39.249 en promedio –más de tres veces el ingreso de los menos libres–.
En ese sentido, las caídas impresionantes en libertad en algunos países son especialmente preocupantes y reflejan el auge del populismo y el autoritarismo en los últimos diez años. Rusia, Turquía, Hungría y Argentina, ahora en el puesto 107, son ejemplos. Peores casos son Grecia, que cayó del puesto 38 en el 2008 al 61 en el reporte de este año, y Egipto, que vio desplomar su baja libertad todavía más: cayó del 117 al 156.
Dado ese deterioro, no sorprende que la mayoría de las categorías de libertad que medimos han registrado declives a escala mundial. La libertad de movimiento, de culto, de expresión y el Estado de derecho experimentaron las caídas más marcadas entre las 12 categorías generales que componen el reporte.
La evidencia muestra la importancia de la libertad en todas sus dimensiones y cómo la libertad económica y personal van de la mano. Si quieres vivir en un país con altos niveles de libertad personal, por ejemplo, deberías querer vivir en un país de relativamente altos niveles de libertad económica. Y muchos países en desarrollo, después de décadas de avances durante esta era de globalización, están experimentando cada vez más la importancia de la libertad de asociación, de expresión y de criticar el statu quo para poder ensayar nuevas ideas, innovar y crear riqueza. En otras palabras, la libertad más ampliamente entendida parece estar volviéndose más importante para el desarrollo económico en sí.
La buena noticia es que a largo plazo la libertad se ha esparcido a una diversidad de sociedades. Los países que conforman el quintil más libre del índice, por ejemplo, incluyen no solo a los de occidente, sino también a cinco asiáticos, diez ex socialistas, dos latinoamericanos y uno de África subsahariana. Varios se han vuelto ricos en pocas generaciones.
Es bueno reconocer la promesa y el papel central que juega la libertad en el progreso humano para contrarrestar las falsas narrativas que dan lugar a movimientos autoritarios de izquierda y de derecha.