Jorge Benavides quiere película de 'La paisana Jacinta'
Jorge Benavides quiere película de 'La paisana Jacinta'
Fernando Vivas

No quise meterme en la última polémica sobre el racismo hasta ver “La , en búsqueda de Wasaberto”. Ya la vi: caray, peor de lo que esperaba. Apenas destaco un par de ‘gags’ de candor extremo (Jacinta se ata con soga al asiento del avión, Julinho se porta como mafioso de ‘Jodebrecht’) y una sola situación de cierta riqueza, la búsqueda de Wasaberto en la morgue que incluye a ‘Yuca’ en cameo de cadáver. Lo demás es un plot anacrónico, mal dirigido y peor escrito, con el maquillaje que delata sus costuras en el ecran y la fotografía fallida de fondos sobreexpuestos.

Jacinta va y viene entre Chongomarca y Lima para encontrar a su hombre y combatir a unos traficantes de tierra en el intento. No hay prioridad en su búsqueda, ni siquiera queda claro su rumbo y su destino. Merece que la ‘spoilee’: en la escena final se ve el cuerpo, pero no la cara de Wasaberto, pues los productores apuestan a una Jacinta II. No sigo, porque presumo que más que una crítica de cine, les interesa la polémica sobre el racismo. Pues sí, deploro que Jacinta difunda estereotipos racistas: que las paisanas son brutas, feas y visten mal. No incluyo los gruñidos, porque el ‘ñañañá’ es un vacilón y un rasgo de malhumor y rebeldía (en la película lo malogran asociándolo a momentos de tristeza), que puede preceder conductas astutas. Pero Jacinta no es la mexicana India María, más producida, digna y compleja. México, tan parecido a nuestra mezcla racial, nos lleva la delantera.

No hay que cruzarse de brazos ante Jacinta. No postulo la censura, pero sí agotar todas las invitaciones posibles a la reflexión y la autorregulación. Y esto no es ‘agenda caviar’, ah; es convicción antidiscriminación que, en otras partes, es compartida por derecha e izquierda. Que ídolos caviares como Susana Villarán se vayan al diablo no quiere decir que haya que festejar a Jacinta porque era supuestamente blanco exclusivo de la crítica caviar.

Hay que descaviarizar y ‘desolarizar’ la polémica. Mi amigo Ricardo Vásquez Kunze mostró cartas en las que la gestión de Salvador del Solar invoca a los cines a atenuar el impacto de la película. De ahí, columnistas como el propio Ricardo y Federico Salazar denuncian un exabrupto autoritario. Mmmhhh. Yo veo a un ministro temeroso de no cumplir con el mandato político de su cartera. No tiene ni muestra armas de censura.

¿En qué versión del neoliberalismo del milenio pasado se ve mal que el Estado exhorte a la empresa a que se autorregule y no lance productos discriminadores? Desconozco. Más bien veo, no en los citados, que los asumo confundidos en su defensa de la libertad de expresión, sino cundiendo en las redes, un supremacismo criollo bien desubicado.