El sentido común nos lleva a pensar que es inusual relacionar las sonrisas celebratorias con asuntos tristes o dramáticos como la vida de un mendigo , la visión de un cuerpo en el contexto de una sala universitaria de disección de cadáveres o en un mortuorio, o la presencia de un suicida a punto de acabar con su vida. Sin embargo, ello está sucediendo cada vez con más frecuencia gracias a las nuevas tecnologías de comunicación como los teléfonos celulares y las redes sociales.
Hace pocas semanas, se corrió como reguero de pólvora el caso de una joven norteamericana que visitó el campo de concentración de Auschwitz, publicando un ‘selfie’ (una foto que uno mismo se toma) sonriendo y además colocando una “carita feliz” o emoticon. No faltaron reacciones de todo el globo terráqueo criticando la falta de respeto de la joven, al tomarse una foto en un lugar conmemoratorio del sufrimiento y de la barbarie humanas. Lo curioso es que la joven contestó que la foto tenía un significado personal que nada tenía que ver con el espacio donde estaba, pues se trataba de la alegría que sentía al recordar a su padre –que había fallecido hacía poco– y con quien había estudiado la Segunda Guerra Mundial.
Es decir, nos encontramos con una generación de jóvenes que se desliga de la historia, de las vidas de los otros y les da significado exclusivamente en razón de su propio mundo interno, deseos, imaginación o fantasías; por lo que la empatía con los que sufren, tienen hambre o diversas necesidades resulta tremendamente frágil.
Comparto algunos ejemplos, que si bien no son la norma, nos van mostrando caminos por los que muchos jóvenes pueden empezar a transitar si no los alentamos a través de una educación reflexiva y crítica a reconectarse con los espacios geográficos, simbólicos, históricos, familiares e incluso con su propia sensibilidad.
Aquí van algunas modas en el amplio mundo de los ‘selfies’, que van sofisticándose y buscando temáticas cada vez más extrañas. Una de ellas es retratarse al lado de mendigos, por lo que se ve a uno, dos o tres jóvenes saludables junto a hombres desaseados y barbudos (probablemente sin hogar) sin expresión en esas fotos, hombres que los jóvenes parecen considerar como trofeos que han logrado capturar. Otro caso, que se ha vuelto viral, es el de ‘selfies’ en funerales o junto a cadáveres. Imaginen a un muchacho publicando un ‘selfie’ (ojo siempre en él se sonríe) en el funeral de su abuela con una foto de ella y abajo una leyenda que dice “estoy pensando en la cara que pondría mi abuela si viera esto, te amo”. Por otra parte, una escuela de medicina se vio en la necesidad de confiscar los teléfonos celulares para evitar ‘selfies’ en la clase de disección de cadáveres, pues muchos jóvenes publicaban fotos sonriendo con partes del cuerpo “trabajado”. Por último, vi un ‘selfie’ de una mujer que tenía como trasfondo el drama de un hombre que intentaba suicidarse saltando de un puente.
No dejo de preguntarme a dónde nos llevarán esas sonrisas en un mundo que nos exige más que nunca compasión.