“Así es la vida, Rafael. Tú, con todos los poderes. Yo, desde la sombra y perseguido, te derroté”. En su cuenta de Twitter, donde más de 62 mil personas están pendientes de sus publicaciones día a día, Fernando Villavicencio reafirma que lo suyo es una victoria. El periodista y activista ecuatoriano ya no escribe escondido desde algún lugar remoto de su país, como en algún momento lo obligó la clandestinidad, sino desde Lima.Follow @sociedad_ECpe
Villavicencio está en nuestra capital a la espera de que la cancillería resuelva la solicitud de asilo político que presentó el 18 de abril. En esta, aduce que ha sufrido una feroz persecución judicial del presidente de Ecuador, Rafael Correa. Un hostigamiento que nunca logró ponerlo tras las rejas y que –dice él, desafiante, en redes sociales– es la más grande derrota para el saliente mandatario
—El 30-S y el proceso por injuria—
La historia entre Correa y Villavicencio se remonta al 2007. En aquel año, el periodista denunció un presunto fraude en la concesión del yacimiento petrolero Palo Azul a la empresa brasileña Petrobras. Según dijo Villavicencio en su momento, si bien Correa acogió inicialmente la denuncia, luego cedió a favor de los brasileños debido a presiones del gobierno de Lula da Silva. Desde entonces, como lo ha señalado en reiteradas entrevistas, estuvo en la mira del correísmo.
Sin embargo, su periplo judicial empezó recién el 30 de setiembre del 2010, cuando el Gobierno Ecuatoriano enfrentó una huelga policial en Quito. Durante las protestas, una bomba lacrimógena alcanzó a Correa, quien fue trasladado al Hospital de la Policía. Desde allí, calificó el hecho como un intento de golpe de Estado, por lo que las Fuerzas Armadas iniciaron una operación para ‘rescatarlo’. El ejército ingresó al hospital con balas de por medio, lo que ocasionó la muerte de diez personas.
Un año después del llamado 30-S, Villavicencio –junto al asambleísta Cléver Jiménez y al activista Carlos Figueroa– solicitó ante la Fiscalía General que se investigue al presidente por presuntos crímenes de lesa humanidad por ordenar el despliegue de una operación militar en un hospital urbano. La Corte Nacional de Justicia (CNJ) archivó la denuncia y la calificó como “temeraria y maliciosa”. Correa los contrademandó. En abril del 2013, la justicia sentenció a los tres a 18 meses de cárcel y al pago de US$47 mil cada uno a favor del presidente. El fallo fue apelado y la prisión no se hizo efectiva.
—Exilio y expediente Chevron—
En octubre del 2013, Villavicencio publicó un reportaje titulado “El expediente Chevron”, en el cual exponía un posible conflicto de intereses en el proceso contencioso entre el Estado Ecuatoriano y la petrolera. Debido a este informe, el 26 de diciembre de ese año, 12 policías allanaron la vivienda del periodista en Quito por orden de la fiscalía, para buscar pruebas de un supuesto espionaje contra Correa y otros funcionarios.
Según el gobierno, Villavicencio los había ‘hackeado’ para obtener información reservada. Tras estos hechos, en enero viajó a Washington para solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que anulara el fallo del caso 30-S. Esta entidad le otorgó una medida cautelar luego de que la sentencia fuera ratificada con prisión efectiva. La medida de la CIDH establecía un pedido a Ecuador para suspender los efectos de la sentencia. Pero a su regreso a Ecuador, en marzo del 2014, la decisión de la CIDH fue desacatada por Correa y se ordenó su captura, por lo que el periodista se refugió en la comunidad amazónica de Sarayaku hasta que la condena prescribiera.
—La ruta hacia el Perú—
Los procesos judiciales contra Villavicencio no cesaron. En agosto del 2016, Correa lo demandó por insolvencia, a fin de obligarlo a pagar los US$47 mil que la justicia estableció como reparación en la sentencia del Caso 30-S. “Cancelamos el monto, ya que amenazaron con embargarnos”, explica a El Comercio Verónica Sarauz, esposa del periodista.
En marzo de este año, tras la publicación de un libro de Villavicencio, titulado “El feriado petrolero”, las amenazas de muerte se intensificaron. Un día después de la segunda vuelta en Ecuador, el 3 de abril, la pareja cogió un vehículo y se dirigió al sur. Cruzaron la frontera en Aguas Verdes y llegaron a Talara; desde allí abordaron el avión que los trajo a Lima.
Sarauz regresará pronto a Ecuador para estar junto a sus hijos. “Ellos no ven a su padre hace varios meses. Esto ha sido muy difícil, pero aquí estamos. Victoriosos frente a Correa. Confío en que el Gobierno Peruano le otorgue el asilo a mi esposo”, dice ella. En los últimos días, Villavicencio ha compartido una sugerente imagen en su cuenta de Twitter. Se trata de una gráfica que, desafiante, incluye una frase que para algunos resumiría bien su historia: “Ser honesto es muy peligroso”.Tweets by sociedad_ECpe