El frasco tiene la imagen de un toro y una frase que advierte su uso veterinario. “Solución inyectable para tratamiento y control de parásitos internos y externos”, dice la etiqueta. Pero hoy su contenido no será suministrado a bovinos, ovinos, caprinos o porcinos como especifica el empaque sino a niños, ancianos y vecinos sanos o enfermos del asentamiento humano Virgen del Carmen de Chincha. Es miércoles 13 de enero y una grabación a todo volumen invita al que escuche a recibir gratuitamente dosis de ivermectina con la promesa de que solo así podrán prevenir el COVID-19. Y los vecinos creen. Forman colas, dicen su nombre, su peso y beben el producto que una mujer de la autodenominada Patrulla Covid ha extraído del frasco con una jeringa. “Por favor, otro vasito para mi nieta”, ruega una mujer que ha hecho cola dos veces. No quiere protegerse sola. Nadie quiere hacerlo. Aquí están familias enteras recibiendo el antiparasitario, sintiéndose a salvo, aunque hasta ahora no exista certeza de que les proteja de nada.
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En Chincha, la pandemia ha dejado dos contradicciones: que esta provincia de Ica ha tenido la más alta mortalidad del país y que aquí la confianza en la ivermectina es casi un acto de fe.
“Los primeros días de abril comenzamos a consumir ivermectina cada 21 días con leche caliente”, cuenta Silvia Arias, docente de 47 años que consume este antiparasitario. Lo llama su escudo, su arma más importante en la guerra contra la pandemia y cree en él, aunque ella misma se haya contagiado y su pareja haya muerto hace cuatro meses por esta enfermedad. Es una contradicción que se repite más de una vez. Su vecina, Primitiva Colquepisco, también se contagió y también sigue tomando ivermectina. Pero esa confianza no es gratuita.
Manolo Fernández, médico veterinario dueño del laboratorio Farvet, lleva varios meses promoviendo este fármaco como supuesto profiláctico. Es él quien también ha asegurado – y luego rectificado – que tiene lista una vacuna que ya ha sido probada en sí mismo, en su familia y en sus trabajadores. Con más de 30 años de experiencia en el desarrollo de vacunas para aves y cerdos y un amplio reconocimiento en el rubro agropecuario, para muchos su nombre es suficiente garantía para creer.
IVERMECTINA VS LOS HECHOS
“En Chincha había 40 a 70 muertos al día. Aquí era un cementerio salir a la calle. Hoy la mortalidad es bajísima”, dice Fernández a El Comercio para explicar la promoción de la ivermectina. Sin embargo, Chincha registra una mortalidad acumulada de 32 por cada 10.000 habitantes, casi el triple del promedio nacional de 12 por 10 mil habitantes, de acuerdo con la Dirección Regional de Salud (Diresa) Ica. El Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), en cambio, tiene cifras aún superiores: Chincha tiene una tasa acumulada de 43,5 muertos por 10 mil habitantes y es la provincia con la mayor mortalidad del país.
El ingeniero electrónico Juan Carbajal, miembro de OpenCovid- Perú, explica que esto se debe a que, a diferencia de los desfases entre las Diresas y el Minsa, este sistema reporta todas las muertes confirmadas y sospechosas. “La cantidad de fallecidos por mes también está aumentando en las últimas semanas”, explica. En lo que va de enero, las muertes se han duplicado respecto a diciembre, llegando a casi al mismo nivel de setiembre.
Solo datos de la Diresa Ica, hasta el 20 de enero, 1.208 personas murieron por el COVID-19 en Chincha, aunque el consumo de la ivermectina inició casi con la misma pandemia.
Zacarías Quispe, miembro de la autodenominada Patrulla Covid que reparte ivermectina en esta provincia, asegura que empezaron la distribución gratuita en mayo por recomendación de Fernández. El 95% de las muertes en Chincha ocurrieron desde ese mes. Además de Zacarías, este grupo está conformado por otros dos abogados y una técnica en enfermería, con el apoyo del grupo Empresarios Unidos de Chincha que dona la ivermectina. A la fecha han repartido más de 400 mil dosis en Chincha. Aunque Zacarías está afiliado a UPP desde 2005, asegura que no existen intereses políticos detrás, solo el deseo de ayudar a sus vecinos. Sergio Kamo, uno de los empresarios que financian este proyecto, indica que solo en este fármaco han invertido 250 mil soles. Kamo agrega que los empresarios también han donado ventiladores mecánicos, oxígeno y equipos de protección personal al hospital San José de Chincha. Él no lo dice, pero también es regidor provincial.
Para los médicos consultados por este Diario, el problema es que no existen estudios serios que avalen su uso preventivo o terapéutico. Actualmente, la guía de tratamiento de pacientes con COVID-19 del Ministerio de Salud (Minsa) autoriza su uso solo en casos leves, bajo criterio y responsabilidad del médico. La presunta cualidad preventiva y suministración masiva no están reguladas en ningún medio oficial.
“Su uso como preventivo no está evaluado en ningún ensayo clínico. Tampoco tiene mucha plausibilidad biológica porque sabemos que el tiempo de vida media de la ivermectina en la sangre es de 18 horas. El estar tomando cada 5, 10 o 15 días no tiene ningún sentido cuando la ivermectina se metaboliza y se va tan rápidamente del cuerpo”, explica el médico epidemiólogo Álvaro Taype.
Sin embargo, Manolo Fernández sostiene que existen más de 160 artículos científicos que avalan su uso y que no son tomados en cuenta por las autoridades sanitarias por distintos intereses. “¿Le hacemos caso a los médicos que solamente se pueden pronunciar y recetar ellos cuando la gente se está muriendo? Sería bueno que las postas médicas estén activas las 24 horas”, refuta.
Al respecto, los epidemiólogos Carlos Canelo y Yamilee Hurtado Rocca coinciden en que los estudios que menciona tienen deficiencias en cuanto al tamaño de la muestra y procedimiento. De hecho, el último informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre posibles opciones terapéuticas para COVID-19 analiza solo 14 ensayos clínicos sobre la ivermectina y concluye que aún hay efectos inciertos del fármaco.
Peor aún, Taype advierte que hay estudios de farmacovigilancia que sí han reportado efectos adversos usados masivamente para otras enfermedades. “Entre esos efectos los más comunes son los gástricos, o sea ardor en el estómago o hinchazón, los neurológicos, mareos e incluso convulsiones, y los hepáticos. Es decir, puede causar una hepatitis”, indica. “Se ha reportado, por instituciones en Estados Unidos, que la ivermectina podría atravesar la barrera hematoencefálica en un proceso inflamatorio y potencialmente producir efectos de neurotoxicidad en pacientes de COVID-19”, agrega Hurtado Rocca.
La Diresa Ica también ha advertido que el Centro Nacional de Farmacovigilancia y Tecnovigilancia “ha recibido sospechas de reacciones adversas asociadas al uso de ivermectina entre las que se señalan: vértigo, náuseas, vómitos, somnolencia, mareos y prurito”.
En Chincha, sin embargo, muchos respaldan la ivermectina porque no se han enfermado en todo este tiempo. Canelo tiene una explicación para lo que ocurre: “El 95% de las personas que contraen COVID-19 lo van a pasar asintomáticos. Por tanto, si uno da a 100 personas ivermectina, 95 van a tener la idea de que les ha ayudado, pero esto ocurre por la historia natural de la infección no por la ivermectina”.
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A esto se suman dos problemas de salud pública. El primero es la inversión de dinero en medicamentos sin eficacia comprobada y la falsa sensación de seguridad que genera. La médica Angela Uyen, asesora en políticas de salud de Médicos sin Fronteras, con base en Bélgica, lo resume así: “Si no sabemos si este producto es eficaz y seguro, las personas van a tener una falsa percepción de estar protegidos y van a exponerse más y exponer a los demás”.
LA VACUNA PROMETIDA
Si Chincha es la capital de la ivermectina, también lo es de la vacuna peruana. Fernández inició el año pasado tres proyectos de candidatas a vacuna que se encuentran registrados en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como ensayos en etapa preclínica (en animales). Una basada en una proteína recombinante del virus, otra con una bacteria de salmonela modificada y la tercera, que para Farvet tiene el mejor pronóstico, en base al virus de Newcastle.
Sin embargo, los cuestionamientos sobre la seriedad de su trabajo surgieron cuando aseguró que aplicó la vacuna a su familia, a sus trabajadores y a sí mismo antes de realizar el ensayo clínico en humanos.
Lo ha dicho en más de una ocasión, pero ahora lo niega y asegura que sus declaraciones salieron desde la emoción. “No es ninguna mentira. Nosotros estamos acostumbrados a trabajar con el virus de Newcastle [base de una de sus candidatas] 37 años, tenemos contacto con el virus. Nunca nos hemos vacunado, no nos podemos vacunar porque se requiere un permiso de un Comité de Ética. Eso lo sabemos. Bastó que yo diga, por una equivocación, me vacuné para que inmediatamente me censuraran los peruanos”, dice en su defensa.
No obstante, la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) con quien desarrolla una de las candidatas – que recibió S/350 mil de Concytec –, ha marcado distancia de la supuesta vacunación sin pruebas en humanos.
Si bien Farvet ha emitido comunicados reiterando que no han vacunado a nadie, en los últimos días ha corrido la versión de que existen personas que sí han recibido una candidata. De hecho, en Chincha conocimos el caso de al menos un empresario amigo de Manolo Fernández que aseguró a El Comercio haberse vacunado con la candidata intranasal.
Con la polémica encima, ahora Fernández asegura que ya no va a continuar con la etapa de ensayos clínicos de la candidata que usa el virus de Newcastle, la que tiene mejores resultados de acuerdo con Farvet. “Realmente estoy muy estresado y agotado por esta situación, entonces hemos acordado hoy con el Dr. Mirko [Zimic] es solamente terminar el trabajo de investigación correspondiente en animales. Vamos a presentarlo a la publicación internacional y si hay alguien quiere terminar el proyecto se lo damos. Pero Farvet no va a seguir continuando en estos proyectos porque lamentablemente más son los problemas que los beneficios”, dijo a este Diario.
EL FACTOR ÉTICO
La abogada bioeticista Sarah Carracedo señala que, si se llega a comprobar que se suministró una candidata a vacuna, Fernández podría ser denunciado por incumplir, al menos, los estándares éticos. “Todos los ensayos clínicos requieren la autorización del Instituto Nacional de Salud y de un Comité de ética. Tenemos una resolución ministerial que regula todos los aspectos éticos. Si me salto ese paso, claramente es una falta a los estándares éticos”, explica a este Diario.
Con la ivermectina también existiría un conflicto de este tipo. En Chincha, si la ivermectina no llega gratis a las casas, cualquiera puede comprarla donde sea. El Comercio comprobó que incluso veterinarios brindan recetas con dosis exactas para cada miembro de la familia pese a que la Ley º 26842, Ley General de Salud, especifica que solo los médicos pueden prescribir medicamentos. En medio de esto, hay quienes aseguran que el propio Fernández les ha entregado personalmente el fármaco. Por ejemplo, en la puerta del laboratorio Farvet, Lucy Sotelo Medrano, presidenta Asociación de Pescadores de Camarones del Río San Juan de Chincha, dijo a El Comercio que cada 25 días recibe de él ivermectina para distribuir a sus vecinos. “El doctor nos ha obsequiado siempre, es una persona a la que nosotros reconocemos y que queremos mucho porque colabora con las personas que más lo necesitan. Le doy a todos, somos un promedio de 150 o 200 personas. Cuando se me acaba yo vengo”, dijo.
Fernández ha negado esta versión reiterando que no produce ivermectina en su laboratorio.
Mientras todo esto ocurre, en Chincha los contagios han vuelto a aumentar al mismo tiempo que la población relaja las medidas de prevención. En el hospital San José de Chincha apenas quedan camas libres en cuidados críticos y en dos semanas se duplicó el número de hospitalizados por COVID. De 22 pacientes el 4 de enero, pasó a 46 para el jueves 21. “Lo que hemos visto en esta última semana es que los pacientes que vienen al nosocomio son complicados. Por la misma complejidad del virus comienzan a tener una falla multiorgánica y pasan a la unidad de cuidados intensivos”, explica el director del nosocomio, Víctor Donayre.
Con problemas de acceso al agua y distritos como Chavin que antes de la pandemia ya tenía niveles de pobreza superiores al 30%, en Chincha a la población solo les queda encomendarse a su fe, a Dios y a la ivermectina.
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