El enemigo favorito del presidente Castillo es uno pero en realidad son tres, una trinidad diabólica: Patria Roja es el partido y la ideología que no comparte; el Sutep es el sindicato y la organización que no tiene; la Derrama Magisterial (DM), el fondo previsional y financiero, es la maléfica creación de los dos primeros, tan odiosa que lo mismo daría tomarla de botín que destruirla.
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No exagero con lo último. Durante los primeros meses de la pandemia, a través de congresistas de diversas bancadas, Pedro Castillo y sus colegas de la Fenate Perú, promovieron 14 proyectos de ley apuntando a la Derrama. Los más benignos, por llamarlos de alguna forma, buscaban modificar su directorio, para que además de los 5 directores (4 del Sutep y 1 del Sidesp, el sindicato de docentes de institutos técnicos), esté representado su grupo que se llamó sucesivamente, Conare, Fenamag, Fenatep y, suprimida una P, la actual Fenate (Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú). Como recordarán, este fue recién reconocido oficialmente en el registro de organizaciones sindicales del Ministerio de Trabajo, durante la breve gestión ministerial de un hijo de sus bases ayacuchanas, Íber Maraví.
Pero volvamos a los proyectos contra la DM. Los más malignos pedían, al igual que se hizo con las AFP y se pretendió hacer con la ONP, permitir el retiro de una parte sustancial de los fondos de cada asociado, lo que, de hecho, hubiera hecho tambalear la empresa entera. Castillo fue invitado a una sesión de la Comisión de Educación el 5 de agosto del 2020, precisamente, para opinar sobre esos proyectos. En la misma ocasión y con el mismo fin, fue invitado Álex Paredes, exdecano del Colegio de Profesores y hoy uno de los congresistas más cercanos al presidente. El acta de la sesión del 5 no resume lo dicho por Castillo pero se sabe que hizo lobby por esos proyectos, como lo alertó Daniel Urresti en una carta enviada a Juan Dioses, presidente de esa comisión: “los señores Pedro Castillo Terrones y Édgar Tello (…) exigían el retiro de los aportes que hacen a la DM”.
Luis Espinoza, presidente del directorio de la DM, me confirmó que Castillo es asociado a la derrama, ha pedido préstamos y los ha cancelado. Es, según datos de la DM, uno de los 260 mil profesores que aportan mensualmente 0.5% de UIT (alrededor de S/. 21.5 cifra que se ajusta cada año) a un fondo previsional que en el 2019 prepandémico fue de S/. 2,286 millones. La DM, como muchos saben, ha hecho inversiones en rubros diversos como la cadena hotelera DM y la librería Crisol; lo que le ha dado, por ósmosis, un relente pro inversión a Patria Roja, que aviva la pica que le tienen los maestros de la Fenate tan a la izquierda de PR que algunos de ellos están o han sido investigados por su relación con el Movadef y le hacen asco a la actividad empresarial de los camaradas que vienen del tronco común del Partido Comunista del Perú Bandera Roja.
Te voto y me destruyes
La trinidad se espantó cuando vio que Pedro Castillo pasó a la segunda vuelta con Keiko Fujimori. Apoyar a la hija de Alberto Fujimori era impensable y decidieron, ideologizados como son, respaldar al candidato de la izquierda. Fui al local del Sutep a conversar con Lucio Castro, su secretario general. Me topé con un gigantesco mural en honor al difunto Horacio Zevallos, el legendario maestro que lideró una huelga nacional en 1979 y fue el candidato presidencial de PR en 1980. Tenía formación marxista, un verbo florido y una radicalidad tal que, al menos, uno sabía a qué atenerse con él. Valga la digresión para recordar que Castillo no es el primer profesor que quiso ser presidente y es difícil saber a qué atenerse con él.
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Castro recuerda, con una sonrisa amarga, que pidieron a sus bases votar por Castillo: “Nos cuestionaron, hubo quienes decían, ‘¿cómo vamos a votar por alguien que nos quiere destruir?’”. Eso mismo le pregunto. “Dijimos que la gente pedía un cambio, y quien lo encarnaba era la izquierda, y que íbamos a estar muy atentos a su gestión”.
Estuvieron atentos pero desarmados, sin bancada y sin aliados dentro de la izquierda, pues toda ella se pegó a Castillo y los dejó solos. También conversé con Alberto Moreno, presidente de PR, para contar con la perspectiva de la trinidad entera. Le pregunté si habían tenido un acercamiento con Castillo. Me respondió que no. Le pregunté si, al menos, habían conversado con los aliados del presidente, Vladimir Cerrón y Verónika Mendoza, que no tendrían porqué comprarse los odios ajenos. Me dijo que tampoco y me dio a entender, con sutil ironía, que comprendía que ellos estuvieran más preocupados en los fajines y réditos políticos de su alianza.
A Moreno no se le pasó desapercibido, un comunicado de Nuevo Perú, el partido de Mendoza, en defensa incondicional del censurado exministro de Educación, Carlos Gallardo. Ni el presidente, menos la premier Mirtha Vásquez, habían dramatizado la salida de Gallardo como lo ha hecho NP. ¿Por qué esto tendría que resentir a PR? Porque en la víspera de su censura, el lunes 20, Gallardo dijo cosas terribles de la trinidad: “No les interesa defender a los estudiantes. Les interesa defender sus intereses económicos afianzados en la Derrama Magisterial (…) Eso ya no es un sindicato, eso es Patria Roja. Esas siglas del Sutep que nos enorgullecían antes, ahora nos avergüenzan (…). Han renegado de la memoria de Horacio Zevallos”. NP debió tener en cuenta este pasaje, antes de emitir su comunicado. Esas cosas duelen, en la izquierda o en la derecha. Y, duele igual o más, el silencio del ministro Roberto Sánchez, líder de Juntos Por el Pueblo, que fue aliado de PR y podría haber mediado para el cese de hostilidades.
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Moreno, cuando le cito a Gallardo, me dice: “Cuando se pierden los argumentos, queda la pura emoción, los malos sentimientos, el encono”. El encono es insoportable cuando hay un tronco común. Gallardo militó en PR en los años 70 y cuando salió, no se fue hacia el extremo senderista, por fortuna, pero si con simpatizantes de otros partidos de izquierda con los que estuvo en la refundación del Colegio de Profesores en el 2004, del que fue decano. Desde allí trató de hacer contrapeso a la hegemonía de PR en el Sutep, al igual que uno de sus sucesores en el colegio, el hoy congresista Álex Paredes. Hoy Gallardo es aún percibido por la nueva izquierda como su amigo (una de las razones que explica el comunicado de NP), pero, en la práctica, ha sido funcional a la Fenate. Tan claro es eso para el Sutep, que este ya había pedido su renuncia responsabilizándolo por la filtración de la prueba docente.
Le hago a Moreno una provocación contrafáctica: ¿Por qué los compañeros de PR y del Sutep no cooptaron al joven Pedro Castillo en Chota para ser un dirigente con su propia línea y así evitaban todo esto? Su respuesta es autocrítica: “Hay un concepto clave, que es el control. Hemos estado marcados por eso. La creencia de que si tienes el control, diriges todo, es mala. Lo que hay que buscar es el reconocimiento y reflexionar seriamente sobre eso. Estamos buscando superar esa relación con los maestros desde el Sutep. El sindicato no es propiedad de un partido. Esa es una visión perversa”.
Lucio Castro, que es militante de PR al igual que Espinoza de la DM, me respondió a la misma provocación: “Aprendimos bastante luego de la huelga que lideró Castillo en el 2018. El Sutep está más abierto a la participación de todas las tendencias. En algunas provincias hasta puedes encontrar dirigentes fujimoristas”. Valga la estampa navideña de un dirigente fujimorista en una asamblea sindical del Sutep, para recordar que la obsesión hegemónica de PR sobre el magisterio ha generado mucho encono.
Mientras la trinidad está en este proceso a la vez defensivo y autocrítico, sus enemigos estudian como usar el poder el Estado para atacarla. Y no vienen de la nueva izquierda a la que Gallardo estuvo aliado cuando fue decano del colegio, hoy es la Fenate con su ascendiente del Conare y de una enemistad de raíz común. Patria Roja fue una escisión del viejo Partido Comunista Bandera Roja, como también lo fue Sendero Luminoso. En 1980, mientras Horacio Zevallos postulaba a las elecciones, sus ex camaradas quemaban ánforas y se aprestaban a perpetrar su sangrienta guerra popular. Moreno ayuda a completar la historia: “Desde que terminó su aventura violenta, se han concentrado en atacarnos”. Castro también toca este punto: “En la época del terrorismo, desgraciadamente SL tenía influencia en muchos maestros; pero no había un plan para crear otro sindicato. Cuando dejan la lucha armada, ahí sí lo pretenden”.
Dos batallas
Le pregunto a Castro por dos ítems claves para que la Fenate avance en su plan de derruir a la trinidad y convertirse en sindicato magisterial hegemónico y, de paso, en partido. Recuerden que Édgar Tello, maestro en la bancada de Perú Libre y el más enconado enemigo del Sutep, anunció, junto a Mery Coila, otra radical anti Sutep; la creación del Partido Político Magisterial y Popular. El primer impulso se los proporcionó su correligionario Íber Maraví al reconocer a la Fenate.
Castro me argumenta que esa inscripción es irregular porque, para mencionar un solo vicio, la Fenate no cumple el requisito de contar con la fusión de por lo menos dos organizaciones de ámbito nacional y de dimensiones reconocibles. El 31 de agosto enviaron un oficio al Mintra pidiendo la revisión de esa inscripción, pero la actual ministra Betssy Chávez no les responde y ha esquivado el tema cuando se le ha preguntado en entrevistas. Castro piensa que Chávez, que no es profesora ni tiene motivos personales de animadversión hacia ellos, ha asumido esa cartera con el compromiso de no afectar la avanzada de los maestros de Castillo.
El otro frente institucional del Sutep está en el Minedu. En medio de sus temores de ataque letal, la trinidad había respirado tranquila cuando Castillo nombró a Juan Cadillo, profesor de vanguardia, apolítico y no sindicalizado, amigo de la DM, con la que había hecho algunos proyectos. Una semana antes de su salida –puedo contarlo ahora– Cadillo nos convocó a algunos periodistas para explicarlos el plan de reformas en la educación al que Castillo no prestaba mayor atención. De paso, nos contó que había recibido en su despacho, por igual, al Sutep y a la Fenate. Tenía el aura de ministro fusible a punto de volar.
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Cuando Cadillo fue reemplazado por Gallardo, al Sutep no le quedó duda de que la Fenate iba a instrumentalizar el Minedu. Sucedió en un tema administrativo pero crucial. La Resolución Viceministerial N. 123-2021, promulgada el pasado 26 de abril, establece fórmulas para calcular la dimensión de cada sindicato, lo que es fundamental para determinar con quién se negocia colectivamente el pliego de reclamos de los maestros y qué dirigentes son hábiles para gozar de licencias sindicales. Resulta que el plazo para la inscripción de los sindicatos ante el Minedu se venció el 30 de noviembre y el Sutep llevó sus planillones con alrededor de 300 mil afiliados lo que, sin lugar a dudas, lo confirma como el mayoritario. Esa información debe estar refrendada en los registros del Mintra. Lo que teme el Sutep, me lo dice Castro, es que la Fenate use su influencia en ambos ministerios (aún no sabemos quien sucede a Gallardo), para minar el reconocimiento formal del Sutep.
La DM es supervisada por la SBS, que está libre de influencia castillista, pero podría venirle el garrote desde cualquier lado. La correlación de fuerzas en el Congreso no es la mejor para la trinidad. Los maestros congresistas se han fortalecido y podrían ganar para sus planes a otros congresistas de Perú Libre y de otras bancadas. Es más, para su voto de abstención (que vale lo mismo que un respaldo) ante la moción de censura contra María del Carmen Alva, consiguieron que el Congreso apruebe el nombramiento de profesores de institutos de las FF. AA. sin pasar por el test de evaluación.
Con esa nueva fuerza, los maestros congresistas tienen más argumentos para presionar a su colega presidente. Al Sutep y a la trinidad entera solo le queda ampararse en la fiscalización de la oposición congresal para que sus enemigos no usen indebidamente el poder en su ajuste de cuentas y salga perdiendo la educación. Más allá de los intereses de supervivencia política de la trinidad, aquella es la que está en juego.
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