El terreno sobre el que se erige Palacio de Gobierno lleva casi 500 años como foco del poder político de lo que hoy es el Perú. Una estabilidad que contrasta con el devenir político y la suerte de sus inquilinos en los últimos cinco años.
Los orígenes de Palacio de Gobierno están estrechamente ligados a los de la capital. Luego de que fundó Lima el 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro reservó para sí uno de los solares aledaños, el cual era parte de las tierras del curaca Taulichusco. Esa primera construcción comenzó ese mismo año y culminó dos años después.
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El lugar fue elegido principalmente por su cercanía a la plaza mayor y al Río Rímac, según comenta a El Comercio Sheyla Cuadros, jefa de Turismo de Palacio de Gobierno: “El valle era fructífero, el lugar era estratégico. El poder radicaba más que nada en el control de las aguas. Se construye la casa de Pizarro sobre la edificación de Taulichusco para tener visión sobre todo el valle”.
GALERÍA: PALACIO EN LOS ÚLTIMOS 60 AÑOS
Francisco Pizarro era el gobernador de la entonces llamada Nueva Castilla y el lugar se hizo conocido como la casa del gobernador o la casa de Pizarro. Fue edificado con materiales rústicos, como adobe o caña de carrizo. De esa época se mantiene hasta la fecha una higuera que, según la tradición, fue plantada por él mismo.
En 1541, Pizarro fue asesinado en su misma casa por los almagristas, tras lo cual se genera un conflicto entre sus herederos y la Corona Española por la posesión del lugar. Esto se resolvió con un pago a su heredera, Francisca Pizarro, en 1555. Fue así que el lugar pasó oficialmente a poder de la Real Hacienda, es decir, de los reyes de España.
“Cuando ya se establece el virreinato, porque al principio no teníamos claro si íbamos a ser un virreinato o una especie de reino feudal, la casa de gobierno es el lugar desde el cual el virrey ejerce”, dijo a El Comercio el historiador Mauricio Novoa.
Novoa remarca que, durante el virreinato, el lugar no solo era ocupado por el virrey, sino también por la Real Audiencia, que era un órgano judicial con capacidades para legislar. “El centro del poder virreinal era Palacio […] Además, había una residencia y una capilla, que se ha mantenido en los planos nuevos”.
Cuadros agrega que, en 1569, con llegada del virrey Francisco de Toledo, el lugar se convierte en la casa real del virreinato del Perú: “La idea era hacer una especie de palacio de El Escorial [antigua residencia real en España], pero en pequeña dimensión. Su entrada fue siempre la parte lateral, donde hoy está el jirón de la Unión”.
En 1586, un terremoto dejó inhabitable el lugar, que pasó a ser reconstruido por el virrey García Hurtado de Mendoza. Luego vendría una larga serie de remodelaciones durante el resto del virreinato y ya en la etapa republicana. En ese lapso, el lugar sufrió los estragos de los terremotos de 1687 y 1746, así como incendios.
Palacio en la independencia
El sábado 28 de julio del 1821, Palacio fue el lugar desde donde José de San Martín salió hacia la Plaza Mayor de Lima para proclamar la independencia del Perú.
El periodista e investigador Ítalo Sifuentes destaca que, al día siguiente, el libertador invitó a los vecinos de Lima a Palacio para celebrar la ocasión y que aquel festejo fue incluso más grande que el de la noche previa, que tuvo lugar en el cabildo. Todo ello quedó consignado en la Gaceta del Gobierno de Lima Independiente.
“Sus invitados y el pueblo tuvieron acceso [a Palacio] a poder compartir las bebidas de la época […] Él invita a lo que se llamaba el Palacio de los Virreyes a celebrar, pero no se conoce si él pernoctó allí”, señala Sifuentes a El Comercio. “Ingresar y celebrar era también parte del acto simbólico de la toma del poder”.
Tras la independencia, lejos de romper con los casi 300 años de tradición de la antigua casa de Pizarro como foco del poder político, el lugar se mantuvo como centro del gobierno. Ya no era sede de actividades legislativas y judiciales como durante el virreinato, pero siguió como sede del Ejecutivo.
“Lo único que cambió con la independencia es que los peruanos pasamos de servir a una monarquía plurinacional a servir una república nacional. De la misma manera en que no se cambian a los jueces, en los quienes habían servido en el ejército realista pasaron al ejército republicano, no había por qué cambiar el lugar desde el cual se ejercía el poder. Hay una continuidad”, señala Novoa.
Nuevas renovaciones y mejoras se impulsarían a fines del siglo XIX, en los gobiernos de Andrés Avelino Cáceres y Nicolás de Piérola, tras los daños sufridos durante la ocupación chilena, época en la cual la bandera de ese país flameó sobre Palacio de Gobierno. En 1921, durante el régimen de Augusto B. Leguía, se registró el último gran incendio que afectó el lugar, a poco de conmemorarse el primer centenario de la independencia.
“Ocurrió un domingo 3 de julio. Se había quemado toda el ala derecha, los ambientes que dan al jirón de la Unión. El presidente Leguía convoca a los mejores arquitectos de la época para encontrar una solución: ¿dónde recibir a los invitados [por el centenario]? Para él, tenía que ser en Palacio […] Levantaron ambientes como si fuese un gigantesco teatro, quedaron muy bonitos. Se mantuvieron hasta después del centenario de la batalla de Ayacucho, en 1924″, cuenta Cuadros.
Tras esto, Leguía impulsó una nueva remodelación de la zona afectada por el incendio, encargada al arquitecto francés Claude Sahut Laurent en 1926. Sin embargo, las obras se detuvieron por la crisis económica de la época y el golpe de Estado de Luis Sánchez Cerro.
Para 1931, a raíz de la visita del príncipe de Gales y futuro rey Eduardo VIII de Inglaterra, Sánchez Cerro convoca nuevamente a Sahut para que retome su trabajo y empiece las obras de lo que hoy conocemos como el Salón Dorado. Bajo sus diseños hoy también tenemos otros espacios como el Salón Túpac Amaru II (el más antiguo), el Despacho Presidencial, el Salón Sevillano, el Salón Jorge Basadre, la Sala Grau y la Sala Quiñones.
Finalmente, el presidente Oscar R. Benavides encarga al arquitecto polaco Ricardo de Jaxa Malachoswki una nueva etapa de reconstrucción, reemplazando las partes de Palacio de Gobierno que aún seguían construidas en base a adobe y quincha.
“Empieza a realizarse todo el trabajo del ala izquierda de Palacio de Gobierno. Se construye la residencia presidencial en la parte posterior, se compran terrenos que pertenecían a la Beneficencia Pública, entre ellos el de la Iglesia de los Desamparados. La fachada es cambiada y se hace el gran hall de honor”, cuenta Cuadros.
Además de los espacios mencionados, bajo los diseños de Malachowski hoy tenemos los jardines de Palacio de Gobierno, el Gran Comedor, el Salón de la Paz, la Sala Andrés Avelino Cáceres y la sede de la Presidencia del Consejo de Ministros.
Esas obras iniciaron en 1937 y se culminan en 1938. Así se llegó a tener el Palacio de Gobierno como hoy lo conocemos, con su más de 19 mil metros cuadrados de extensión. “En sí, lo actual, el palacio con los dos brazos salientes que culminan en balcones, se hizo con Benavides. Previamente, la fachada era plana y de poco nivel”, dice Cuadros.
Epicentro político
En ese período, el lugar se mantuvo como la residencia y el despacho de los sucesivos presidentes peruanos, siendo testigo y escenario de la inestabilidad política y los cambios que han marcado los poco más de 200 años de historia republicana. Como muestra de ello están los seis mandatarios que el Perú ha tenido del 2016 a la fecha.
"Palacio de Gobierno es una de las grandes casas de gobierno de América Latina, muy superior a la Casa Rosada [de Argentina] o el Palacio de la Moneda [de Chile]"
“El contexto de Palacio de Gobierno es muy formal, muy grande, de ciertos protocolos. Tuve problemas cuando no conocía los protocolos de saludo al presidente, recepción, saludo a la bandera, revista de tropas”.
Durante el gobierno del primero de esos seis presidentes, Pedro Pablo Kuczynski, se impulsó la renovación del comedor y la cocina de Palacio de Gobierno. El contrato para ello se firmó en el 2018, ya durante la gestión de Martín Vizcarra, por más de S/ 2 millones.
En el inicio de su gobierno, el expresidente Pedro Castillo aseguró que iba cambiar la sede del gobierno y convertir Palacio de Gobierno un museo. Pese a ello, su anuncio solo quedó en una intención, la cual se diluyó tras su discurso del 28 de julio del 2021 y que fue descartada meses después.
Para Novoa, esa propuesta fue demagógica y más bien, iba en contra de la carga simbólica y de continuidad que viene con un edificio histórico como es el de Palacio de Gobierno.
“Que uno gobierne de un edificio u otro no significa nada, pero es una manifestación de madurez, esos edificios tienen una carga simbólica de continuidad […] La fortaleza de las repúblicas es la estabilidad. Estos edificios contribuyen a dar una estabilidad simbólica a nuestra sociedad. En otros países esto no se debate”, afirmó.
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