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Desde el momento que se confirma que llegará un bebé a casa, empiezan con ilusión los preparativos en el hogar para que el nuevo integrante de la familia esté cómodo y seguro. Los perros son muy sensibles a los cambios y si al llegar el nuevo integrante de a casa se sienten desplazados o rechazados, podrían desarrollar problemas de conducta: actitudes destructivas para llamar la atención o gruñir al pequeño. ¿Cómo evitarlo?
Para que la llegada del pequeño no sea considerada por la mascota como una situación negativa o amenaza, es importante que se mantengan sus momentos de juego, cariño y paseos con sus dueños.
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Tampoco es bueno que sienta que se le aleja del bebé o que se le encierra para que no tenga contacto con él. Debe supervisarse la reacción de la mascota con el nuevo integrante de la familia y, a medida que el pequeño vaya creciendo y que la mascota ofrece confianza y una actitud cariñosa, se le debe permitir que progresivamente interactúen.
LA LLEGADA
Mientras que los padres se van preparando para el feliz momento, también a la mascota hay que ir adaptándola. Si su espacio se verá limitado, empieza a enseñarle a que permanezca más tiempo en el lugar aceptado con premios. Puedes ir llevándole sus juguetes, cama y sus platos de comida.
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Eso también ayudará a que sienta que tiene su propio espacio, lejos de los ajetreos que implica un pequeño en casa.
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Con la llegada de un nuevo miembro de la familia, quizá también sea necesario cambiarle los horarios. La rutina debe formarse, poco a poco, antes que nazca el bebé. El perro necesita tranquilidad y tiempo de calidad con sus amos para no sentirse desplazado o rechazado. //